Actualizado 29/08/2014 22:16

El argentino que dio todo lo que tenía por salvar la vida de un niño de Laos

Gonzalo Erizq
Foto: FACEBOOK

MADRID, 28 Ago. (Notimérica/EP) -

   Una lección de generosidad y altruismo es la que protagonizó el argentino Gonzalo Erize cuando al visitar Laos, decidió aparcar el viaje que tenía planeado por la región y dar todo su tiempo y ahorros para salvarle la vida a un niño que vivía en la pobreza más extrema, en un lugar donde "no existe el lujo" pero en el que uno se contagia de una "felicidad increíble".

   El pequeño Saun, que padecía una dilatación extrema de colón, consiguió sobrevivir gracias a la intervención de este joven y a la recolecta de dinero que iniciaron sus amigos en Argentina. De esta forma, pudo ser operado en Tailandia, ya que en Laos ni siquiera pudieron diagnosticar qué padecía.

   Una historia conmovedora con final feliz que impulsó Gonzalo, que dice vivir ahora rodeado de "un sentimiento de felicidad y tranquilidad", al mismo tiempo que ve estupefacto la repercusión que en Argentina ha tenido su historia, que comenzó en abril cuando empezó a recorrer el país asiático.

   Llegó a Pho Kam, un pueblo donde no había nada y, sin embargo, se encontró que quienes habitaban aquel lugar le ofrecían "más de lo que poseían". Sobrecogido por la generosidad que le mostraban, Gonzalo decidió adentrarse en su día a día y descubrir la dura vida que soportaban aquellos que le acogían.

   "Lo que me impactó fue la felicidad que hay en un lugar donde no existe ni la comodidad ni el lujo. Padres e hijos se levantan a las seis de la mañana para ir a trabajar y me llama la atención cómo la gente te recibe, te dan hasta lo que no tienen", ha relatado conmovido Gonzalo Erize en una entrevista para el portal de noticias notimerica.com.

   Allí se topó con Saun, un "chiquito con la panza inflamada" y, al mismo tiempo, raquítico, cuya historia sobrecogió a Gonzalo. Su familia ya no tenía recursos para mejorar la salud del pequeño, pues habían vendido todo cuanto poseía para financiar una operación que no le aportó ninguna mejoría.

   "Desde chico siempre trato de ponerme en la piel del otro. '¿Cómo sería la vida de este chico?' Y hasta me dio miedo la respuesta. Empecé a preguntarme qué es lo que tenía. Me dijeron que estaba así desde que tenia cinco años pero nadie sabía qué enfermedad padecía", ha señalado.

   Incapaz de olvidarse de aquella historia, Gonzalo decidió juntar sus ahorros y trasladarse hasta donde hiciese falta para curar al pequeño. Se dirigieron, junto a la madre del menor, a la capital del país, Vientián, emprendiendo así un viaje con final incierto, en el que "había muchas posibilidades de que todo saliese mal".

   "En ese momento me preguntaba: '¿Qué hago aquí? Estoy donando todo mi tiempo y mis ahorros por alguien que no conozco', pero tomé la decisión de seguir hacia delante sin titubeos porque pasase lo que pasase iba a merecer la pena", ha señalado Gonzalo.

   Sin embargo, los médicos del hospital de Vientián no pudieron hacer nada por cambiar la vida de Saun. Carecían de medios para operarle y tampoco pudieron indicar con certeza qué enfermedad padecía el pequeño.

   "Era un hospital donde la gente acampa afuera y cocina en el patio. Es lo más insalubre que he visto. A los que no tenían dinero para costear su tratamiento se les echaba", ha recordado estremecido este joven desde Australia, donde vivirá hasta octubre gracias al programa 'Work and Travel'.

   Casi sin ahorros pero sin permitirse titubeos, Gonzalo se dirigió a Tailandia para encontrar un hospital en el que pudieran curar a Saun. Cargado de fuerza y valor, este argentino, que asegura no ser más que un mensajero de mucha otra gente que quiso ayudar al pequeño, encontró gracias a su tenacidad el lugar perfecto donde tratar al menor.

   Sus amigos organizaron una campaña para recaudar fondos y poder costear la operación del pequeño, que vivía incrédulo el cambio de rumbo que estaba tomando su vida. Montó en avión y fue al cine por primera vez, mientras se estrechaba aún más la relación con Gonzalo, con el que apenas podía comunicarse a través de gestos y miradas.

   "Eran tantas las ganas de salvarlo que no se interponía nada en mi camino. Siempre me decía 'thank you, thank you'. El chiquitín me abrazaba y me seguía. Empezábamos a tener una relación de mucha confianza", ha destacado.

   Tras 21 días en aquel hospital, Saun salió recuperado de una enfermedad que, hasta aquel momento, determinaba su vida. Volvió a poder correr, jugar y divertirse como otro niño más. Su vida se había transformado y también la de Gonzalo que, desde entonces, vive sobrecogido por aquella experiencia que terminó hace poco más de un mes.

   "Cuando volvimos al pueblo, el intendente me llamó y me dijo que quería regalarme algo. Fui a su casa, estaba llena de gente que me daba ofrendas, pulseras y me agradecía todo lo que había hecho y además me nombraron 'Visitante ilustre'. La gente pobre me seguía dando a mi".

   Una emotiva historia cargada de humanidad, con la que Gonzalo pretende hacer reflexionar a la sociedad y tratar de que se expanda el ejemplo: "¿Por qué no podemos donar un poco de nuestro tiempo para hacer algo por el otro?", se pregunta.

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