Actualizado 06/07/2015 15:29

hold_PERFIL-Marina Silva, una amenaza al orden establecido en Brasil

Por Brad Haynes

SAO PAULO, 20 ago, 21 Ago. (Reuters/EP) -

- Tras entrar inesperadamente en la carrera presidencial a raíz de una tragedia, la ambientalista Marina Silva presenta un serio desafío para los dos principales partidos de Brasil debido a sus posiciones contra el orden establecido.

Silva era candidata a vicepresidenta del centro izquierdista Eduardo Campos. Pero la muerte del popular ex gobernador en un accidente de avión la semana pasada la catapultó el miércoles al frente de la candidatura.

La ambientalista tiene menos de 50 días para convencer a los brasileños de que voten por una mujer evangélica y nacida en la pobreza de una plantación de caucho.

Las encuestas la muestran sin embargo más cerca que nunca de la presidencia, forzando un balotaje y derrotando a la presidenta Dilma Rousseff.

Es posible, sin embargo, que los sondeos estén influenciados por una ola de simpatía tras la muerte de Campos. Silva no tiene ni los recursos ni la maquinaria política de sus oponentes, Rousseff y el socialdemócrata Aécio Neves.

La ambientalista de 56 años logró un sólido tercer lugar en la primera vuelta de las presidenciales del 2010, pero luego desapareció de la mirada pública. Su popularidad resurgió sin embargo el año pasado, cuando una ola de masivas protestas callejeras reflejaron el hastío de los brasileños con la clase política.

"Todo lo que se oyó el año pasado en las calles, empoderamiento de la gente, fin de la corrupción, la búsqueda de una nueva clase de política, es lo que ella ha estado diciendo por años", dijo Eduardo Rombauer, uno de los fundadores su movimiento Rede Sustentabilidade.

"Todos están hablando del cambio y ella es la persona que lo simboliza", añadió.

Y eso la convierte en una fuente de inspiración para sus partidarios y en una amenaza para la clase política brasileña, a la que ha acusado de ser corrupta y corta de miras. Silva ha abandonado dos partidos en los últimos cinco años y todavía hoy es vista con cierta desconfianza dentro del Partido Socialista Brasileño (PSB) de Campos, al que representará en las elecciones del 5 de octubre.

"Los últimos cuatro años han sido su tiempo en el desierto", dijo Alfredo Sirkis, un viejo amigo de Silva que dirigió su campaña para las elecciones del 2010 y la describió como una candidatura "absolutamente improbable".

Como política, Silva desafía las categorías tradicionales. Combina una larga defensa del Amazonas y de los derechos indígenas con las convicciones culturales de los cristianos pentecostales.

Su posición en ambos frentes le dieron tanto aliados como enemigos. Es una celebridad del movimiento verde mundial y una bestia negra para los negocios agrícolas. Su fe religiosa atrae a legiones de evangélicos, pero la ha convertido en un blanco de críticas en asuntos como la homosexualidad y el aborto.

Tiene poca experiencia en política económica, aunque sus más cercanos asesores prometen un enfoque más ortodoxo que el de Rousseff.

¿PRINCIPIOS O PRAGMATISMO?

Silva ha desdeñado las negociaciones típicas de la desordenada política multipartidista en Brasil, criticando la falta de transparencia y prometiendo construir una alianza transversal de políticos éticos.

Pero incluso sus aliados más cercanos dicen que sus aspiraciones pueden no ser suficientes y que carece de la destreza de los políticos tradicionales.

"Algunas veces falla como operadora política, comete errores tácticos y estratégicos", escribió su amigo Sirkis en octubre, cuando Silva no consiguió inscribir su propio partido a tiempo para las elecciones del 2014.

Pero Sirkis dijo el martes en una entrevista que Silva incorporó las lecciones de su derrota y aprendió de Campos a construir coaliciones.

"Vi a Marina evolucionar mucho al lado de Eduardo Campos", dijo el estratega. "Esa colaboración fue un aprendizaje real para ella".

Decenas de nuevos partidos políticos fueron creados en Brasil en las últimas décadas, pero Silva no logró esquivar los obstáculos legales para inscribir a su Rede para la contienda electoral, en gran medida por la resistencia del gobernante Partido de los Trabajadores (PT) que ella una vez representó.

Sin alternativas, Silva sorprendió a amigos y rivales al unirse a la candidatura del PSB. Pero al apoyar a Campos, tuvo que renunciar a sus ambiciones presidenciales y ligar su suerte a un candidato que aparecía tercero en las últimas encuestas.

La muerte de Campos al estrellarse su avión en medio de la campaña abre un nuevo capítulo impredecible en la notable historia de vida de Silva.

Silva es uno de los 11 hijos de una familia de campesinos analfabetos recolectores de caucho en la selva amazónica. De niña sufrió enfermedades desde malaria al envenenamiento con mercurio, por lo que hasta hoy su dieta tiene numerosas restricciones.

Cuando adolescente Silva dejó a su familia para estudiar en Río Branco, la capital del remoto estado de Acre en el noroeste del país. Aprendió a leer a los 16 años mientras vivía en un convento y trabajó como criada y profesora de historia. Más tarde, se involucró en la política en la Universidad Federal de Acre.

Trabajó con el activista ambiental y de derechos humanos Chico Mendes para organizar a los trabajadores rurales e impedir la deforestación y se unió al PT. Mendes fue asesinado a balazos por un terrateniente en 1988 a raíz de una disputa de tierras, lo que contribuyó a cimentar el movimiento ambientalista de Brasil. Y a los 36 años Silva se convirtió en 1995 en la senadora más joven del país.

Una década después anunció su conversión a la fe pentecostal, uniéndose a un grupo cada vez mayor de cristianos evangélicos hoy representan a uno de cada cuatro brasileños.

MINISTRAS RIVALES

Cuando el líder sindical Luiz Inácio Lula da Silva fue elegido presidente en el 2002 nombró a Silva ministra de Medioambiente. Durante sus cinco años ayudando a reducir la deforestación desde el Gobierno, chocó con poderosos intereses dentro del PT.

Como ministra encargada de los permisos ambientales, Silva se enfrentó a la entonces ministra de Energía, Rousseff, por la construcción de enormes represas en ríos de la cuenca del Amazonas. Una serie de estudios de impacto ambiental retrasaron y aumentaron el costo de las represas, que según los ecologistas afectarían a especies locales y grupos indígenas.

Para las industrias involucradas y sus aliados en el Gobierno, Silva simbolizaba la burocracia que impedía las mejoras de infraestructura que Brasil necesita desesperadamente. Pero no todo el mundo la responsabiliza a ella.

"Es exagerado criticar a Marina por la suerte de proyectos mal diseñados, cuando ella estaba simplemente haciendo cumplir la ley", dijo Ildo Sauer, por aquel entonces jefe de gas y energía de la petrolera estatal Petrobras.

Rousseff fue ascendida a jefa de gabinete y promovió grandes obras públicas en el segundo mandato de Lula, dejando en segundo plano los asuntos ambientales. Y eso llevó a Silva a renunciar a principios de 2008.

Silva se postuló a la presidencia en el 2010 por el Partido Verde, obtuvo un 19 por ciento de los votos y forzó un balotaje entre Rousseff y su rival José Serra.