Actualizado 16/06/2017 08:20

Bombardeo de la Plaza de Mayo, más de 300 muertos en un Golpe de Estado contra Perón

Fotografía de una mujer herida en la pierna por el bombardeo de la Plaza de Mayo
Fotografía de una mujer herida en la pierna por el bombardeo de la Plaza de Mayo - WIKIMEDIA COMMONS
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   BUENOS AIRES, 16 Jun. (Notimérica) -

   Parecía una mañana tranquila la del 16 de junio de 1955 en Argentina. Los bonaerenses circulaban por la Plaza de Mayo en dirección a sus respectivos trabajos. Se esperaba que los aviones aparecieran en formación por el cielo como rechazo a la quema de la bandera nacional ocurrida días atrás. Sin embargo, todo se oscureció. Las aeronaves dejaron caer 14 toneladas de bombas en las inmediaciones de la Casa Rosada, matando a más de 300 civiles e hiriendo a más de 1.000. El objetivo era asesinar al presidente Juan Domingo Perón, inmerso en su segundo mandato.

   Desde las elecciones de 1946, los sectores argentinos más conservadores no estaban contentos. Perón accedió al poder con el 52% de los votos, generando tanto simpatías como rechazo. El avance en los derechos laborales, la mayor importancia de los sindicatos y su rechazo a la oligarquía redujeron el apoyo de las clases altas hacia su presidente, teniendo que convivir en un clima de conspiración constante.

   Tras un intento fallido de Golpe de Estado por parte de los militares después de los comicios de 1946, la presión del ejército se hizo latente. Los conjurados fueron ganando aceptos poco a poco con un plan determinado: hacer que la Casa Rosada pareciera Pearl Harbor, recordando el bombardeo japonés a la base militar estadounidense durante la II Guerra Mundial.

   Los enfrentamientos entre el Gobierno y la Iglesia fueron un aliciente más para el Golpe de Estado. La aprobación de la ley del divorcio y la supresión de la enseñanza religiosa movilizaron a miles de personas, que salieron a las calles como forma de protesta. Bajo ese contexto, la quema de la bandera nacional por parte de la policía movilizó a las facciones militares confabuladas.

   Los conspiradores aprovecharon el vuelo que se iba a realizar el 16 de junio de 1955 para mostrar la adhesión del ejército al Gobierno tirando flores. Desplegaron sus propias aeronaves, cargadas de bombas y pintadas con el lema 'Cristo Vence'.

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   Perón fue informado de extraños movimientos militares esa misma mañana. Se trasladó al Ministerio de Guerra asesorado por sus ministros. 30 aviones de la Marina comenzaron a sobrevolar la Plaza del Mayo repleta de gente. Muchas personas, además, salieron a las calles para contemplar la formación creyendo que se trataba del acto militar en repulsa por la quema de la bandera.

   Después de rodear la Casa Rosada, las aeronaves comenzaron a bombardear y ametrallar la sede gubernamental. Miles de obreros de la Confederacion General del Trabajo (CGT) salieron a las calles e intentaron tomar el Ministerio de Marina, pero los aviones volvieron a atacarles. Centenares de cadáveres y manchas de sangre permanecieron varias jornadas en la Plaza de Mayo.

   El intento de Golpe de Estado falló el mismo día que se inicio. El fracaso del combate en tierra y el derribo de las baterías antiaéreas hicieron que los rebeldes huyeran y buscaran refugio en Uruguay. Al término, Perón anuncio por radio que todos los conspiradores serían expulsados del ejército, algunos de ellos exiliados y juzgados mediante la ley marcial los principales cabecillas, Olivieri, Toranzo Calderón y Gargiulo. Se les ofrecieron armas a los tres y este último se suicidó al día siguiente.

   La noche del 16 de junio varias iglesias fueron quemadas por el sector obrero como protesta, como las basílicas de Santo Domingo y San Francisco, sin que las autoridades intervinieran. El presidente declaró el Estado de Sitio, aunque comenzó un proceso de conciliación con la parte opositora.

   Una investigación realizada en 2010 identificó a 308 muertos, a los que debían sumarse aquellos que no se lograron reconocer. Destaca el asesinato de 111 activistas sindicales y 6 niños de 10 nacionalidades diferentes. El ataque supuso el cuarto bombardeo de la ciudad de Buenos Aires y uno de los más brutales de toda su historia. La descoordinación y los fallos técnicos hicieron que ataque no fuera más cruento todavía.

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