Actualizado 22/04/2017 07:24

Cabrera Infante, la viva imagen de Cuba

Guillermo Cabrera Infante
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   LA HABANA, 22 Abr. (Notimérica) -

   Guillermo Cabrera Infante abandonó sus estudios de manera temprana, una soñada carrera de medicina desembocó en lo que nunca pensó, la carrera de periodista y escritor. Nació en un día como hoy hace 88 años en Gibara, Cuba, a los pocos años se trasladaron a La Habana, ciudad que le sirvió de fuente de inspiración para sus libros y le descubrió colores y formas que solo existen allí.

   En 1952 la censura del régimen dictaminó a Cabrera culpable de incorporar supuestas obscenidades en un cuento. Por eso, se le prohibió publicar y tuvo que firmar sus siguientes obras bajo el seudónimo G. Caín, una contracción de sus apellidos. Dos años después, se involucró en la revista de cine 'Carteles' donde se convirtió en crítico cinematográfico, esta afición se transformaría en 1970 en su profesión: guionista en Hollywood.

   Tras la llegada de Fidel Castro al poder, con el que mantenía buena relación, ocupó el puesto de director del Consejo Nacional de Cultura, ejecutivo del cine y subdirector del diario 'Revolución'. Además era encargado del suplemento literario 'Lunes de Revolución', en el que pretendía liberar a los escritores y desarrollar la cultura durante la revolución.

   Las buenas relaciones con el régimen se deterioraron por un corto que se rodó a finales de 1960, la paz entre la revolución cubana y los intelectuales estaba acabando. Le enviaron a trabajar a Bruselas durante dos años pero cuando quiso volver a Cuba fue retenido por el Servicio de Contrainteligencia durante cuatro meses hasta que finalmente fue exiliado.

   Se instaló donde podía ejercer su profesión de escritor sin censura. Londres fue la capital elegida. Allí escribió una de sus obras más conocidas, 'Tres tristes tigres', que evocaba una versión nostálgica de la noche habanera a través de una galería de voces desconocidas. Este dialecto del lenguaje cubano, y más concretamente habanero, dejó de ser relegado a un segundo plano para llegar a ser literatura.

   En 1979 obtuvo la ciudadanía británica y publicó su segunda obra 'La Habana para un infante difunto', una novela autobiográfica con la que el escritor alcanzó más reconocimiento. Esta popularidad vino de la mano del premio Cervantes en 1997 y del premio del Instituto Italo-Latinoamericano de Roma, entre otros. No dejó de escribir nunca y su bibliografía esta llena de referencias a su añorada Cuba.

   Sufrió una fuerte caída en 2003 que desencadenó una infección generalizada que le provocó la muerte. Cabrera Infante supuso un antes y un después en la literatura latinoamericana. Consiguió que el resto del mundo apreciara las particularidades de cada lenguaje y acento con el fin de comprender mejor a cada comunidad.