Actualizado 22/09/2018 02:29

La desesperanza de Álvaro Mutis cinco años después de su fallecimiento

Álvaro Mutis y Pura López
EUROPA PRESS/AYUNTAMIENTO/ARCHIVO

   BOGOTÁ, 22 Sep. (Notimérica) -

Álvaro Mutis no fue un literato corriente. Lo efímero de la vida, la maldad innata del ser humano, el desarraigo y un personaje central sobre que el versa toda su obra, hacen de este escritor casi desconocido uno de los mejores ejemplos del 'boom'de la literatura iberoamericana.

   Nació en Bogotá el 25 de agosto de 1923 pero, debido al trabajo de su padre, pasó su infancia en Bruselas (Bélgica). La prematura muerte de este y los largos viajes en barco hasta Colombia en verano marcarían su personalidad y se reflejarían en sus historias.

   Tuvo un temprano inicio en la poesía gracias al escritor Eduardo Carranza. Sin embargo, no fue hasta años después de ejercer como periodista y relaciones públicas para diversas empresas cuando decidió publicar su primer libro de poemas 'Los elementos del desastre' en 1953.

   En ese momento nace también su personaje más emblemático y eje de sus creaciones: Maqroll el Gaviero. Con tintes autobiográficos, se configura como un aventurero errante en busca de lo desconocido, un hombre que deja desesperanza en cada puerto en el que atraca.

   

   Perseguido por la justicia, acusado de malversación de fondos debido a destinar grandes cantidades de dinero a proyectos culturales y a rescatar artistas desconocidos cuando era empleado de la petrolera Esso, se fuga a México.

   Allí comienza a codearse con la intelectualidad de la época, Luis Buñuel, Octavio Paz o Carlos Fuentes. Tres años después, sin embargo, es apresado por la Organización Internacional de Policía Criminal (Interpol) y pasa 15 meses en la cárcel. La prosa de 'Diarios de Lecumberri' (1960) da muestra de este hecho.

   La dualidad América-Europa, su gusto por la monarquía española y la época colonial, en un momento donde se reivindicaba el indigenismo y el nacionalismo de los pueblos, le valió fuertes enemistades, aunque no influyeron en su carrera literaria.

   Con casi medio siglo en el mundo de las letras, los reconocimientos internacionales empezaron a lloverle en la década de 1990, recibiendo el Premio Príncipe de Asturias de las Letras y el Reina Sofía de la Poesía Iberoamericana en 1997 y el Cervantes en 2001. Finalmente, falleció el 22 de septiembre de 2013.

   Doblador para televisión, muchos dicen que uno de los más famosos eslóganes de Coca-cola nació de su pluma. Inspiración para Gabriel García Márquez en su libro 'El general en su laberinto', llevó su amargura a su vida diaria, no votando, nunca participando en política, sin echar raíces pero añorando todos los países por los que pasaba.