Actualizado 31/03/2017 10:21

Emmanuel Lubezki, el arte de la seducción mediante el plano secuencia

   CIUDAD DE MÉXICO, 30 Nov. (Notimérica) -

   Supone un enorme desafío hacer referencia a la obra de uno de los mejores directores de fotografía de los últimos tiempos. Emmanuel Lubezki, más conocido como 'Chivo', ha sido capaz de proponer una nueva estética revolucionaria a la historia del nuevo cine contemporáneo.

   La profundidad de campo escogida y su extraordinaria audacia perspectiva le han catapultado casi desde sus inicios hasta la actualidad, donde su nombre suena en cada película del realizador mexicano Alejandro González Iñárritu.

   Para comprender este tándem es necesario echar la vista atrás en la larga trayectoria profesional de este director de cámara nacido el 30 de noviembre de 1964 en Ciudad de México. Para empezar, cabe destacar que estudió cinematografía en una de las escuelas de cine más importantes de su país natal, el Centro Universitario de Estudios Cinematográficos (CUEC).

   Desde bien pequeño se interesó por el estilo propuesto por directores de cine italianos como Federico Fellini y Pier Paolo Pasolini. Asimismo, a Lubezki le fascinaba la fotografía de las películas de Scorsese y Coppola.

   Su primer trabajo como director de fotografía en el cine se materializó en 'Bandidos' (1991) de Luis Estrada y, un año más tarde, fue galardonado con el premio Ariel por el largometraje de Alfonso Arau 'Como agua para chocolate'. Sin embargo, su salto a la fama internacional fue con 'La princesita', dirigida por el mexicano Alfonso Cuarón.

   

   Gracias a su intervención en esta excelente película estuvo nominado en los premios Oscar, una estatuilla que años después llegaría a ganar en tres ocasiones consecutivas. También el premio Ariel volvió a sus manos por 'Miroslava' (1993) y 'Ámbar' (1994), ambas de Luis Estrada.

   Junto con el actor y director Ben Stiller trabajó en 'Reality Bites' (1994) y realizó la dirección fotográfica de 'Sleepy Hollow' (1999), uno de los largometrajes mejor valorados del excéntrico director estadounidense Tim Burton.

   Entre los nombres más sonados de su filmografía se encuentran Michael Mann con 'Ali' (2001), Terrence Malick con 'El Nuevo mundo' (2005) y 'El árbol de la vida' (2011) y los hermanos Coen con 'Quemar después de leer' en el año 2008. Sin embargo, el nombre de Chivo suele ir asociado a dos figuras referenciales del cine mexicano: Cuarón e Iñárritu.

SOCIOS Y VIRTUDES

   Uno de los primeros reconocimientos de este afamado director de foto vino acompañado de otra figura esencial del nuevo cine mexicano: Alfonso Cuarón. Junto a él ha trabajado en varias ocasiones como 'Grandes esperanzas' (1998), 'Y tu mamá también' (2001) y 'Niños del hombre' (2006).

   Sin embargo, el trabajo conjunto de 'Gravity' (2013) le llevó a ganar el primero de sus tres premios Oscar consecutivos, estableciendo una nueva perspectiva en las películas de ciencia ficción, donde el hombre se siente más pequeño que nunca en el universo que le rodea.

   

   Cambiando completamente de registro, tal y como hizo su compañero Iñárritu, Lubezki volvió a recibir dicha estatuilla en 'Birdman' (2014), logrando colocar en el punto de mira uno de los planos secuencia más comentados y estudiados del cine.

   Por último, la inmensidad y crueldad de la naturaleza de 'El renacido' (2015) le llevó a ganar por tercera y última vez el Oscar, siendo una muestra física del enorme trabajo del equipo de la película, que tuvo que sobrevivir en condiciones infernales para producir un largometraje de gran calibre.

INNOVACIÓN Y ARTE

   Cuando un espectador accede a alguna de las películas en las que ha participado el Chivo lo nota de manera instantánea. Este director de fotografía ha logrado imponer y desarrollar una nueva concepción del lenguaje cinematográfico que con un simple pestañeo remite a la realidad de sus historias.

   Sus imágenes, caracterizadas por una cuidada profundidad de campo, mantienen las mismas líneas artísticas durante todas sus producciones: el personaje no es el único protagonista de la historia sino que el contexto en el que se inmiscuye supone un rol primario en su desarrollo personal.

   Lubezki le proporciona la misma importancia a la situación que rodea el evento filmado que al protagonista que vive y sufre las consecuencias que el entorno en el que se desarrolla la acción le proporciona. La cámara constituye un personaje más en la narración y sus imágenes cuentan más que lo que incluyen los diálogos.

   

   Para darle un aspecto más real y documental a lo que filma, utiliza el plano secuencia de gran angularidad para hacer creer al espectador que la película no ha sido objeto de manipulaciones. El que ve el largometraje a través de la pantalla tiene la posibilidad de sentir lo que le ocurre al personaje en primera persona.

   El tratamiento lumínico tiende a ofrecer realismo y naturalidad, decantándose por los colores fríos que ofrecen grises y azules en su mayoría. Además, el uso del 'steadycam' o cámara en mano o sobre el hombro centra diversos puntos de interés para la óptima comprensión de las acciones de los actores.

   Chivo concede imágenes táctiles, se sumerge en mundos de gran potencia visual que se adecuan al origen visceral de las historias que narra. No obstante, el cinematógrafo no solo se caracteriza por la inclusión de todos los elementos del encuadre en la historia, sino que también sus diversos planos proponen distintas perspectivas.

   Así, mientras que en los planos conjuntos muestra el desarrollo de las relaciones de convivencia entre el personaje y el espacio que le rodea, hace uso de primeros planos para enfatizar en el estado emocional del mismo, para retratar una mirada, una emoción o una reacción.

   El enfrentamiento del hombre contra el entorno que lo rodea hace que, en ocasiones, la cámara se vea salpicada de sangre, barro o vaho para simular que la lente es un perfecto espejo abierto a la realidad que tiene un control absoluto el terreno en el que acontece la acción.

   La visualización del trabajo de Lubezki no hace sino contagiar al espectador del aura de la historia y lo introduce en una atmósfera sin límites de la que le será imposible despegarse de la butaca hasta la llegada de los créditos finales.