Actualizado 19/06/2017 21:40

Epecuén: el pueblo fantasma que emergió de las aguas en Argentina

Epecuén
Epecuén - GETTY
Epecuén Epecuén

   BUENOS AIRES, 19 Jun. (Notimérica) -

   En noviembre de 1985, una fuerte tormenta provocó que una laguna se "tragara" el pueblo argentino de Epecuén. Las aguas se adueñaron del lugar, desalojando a sus 1.500 habitantes, y permaneciendo sumergido como una verdadera "Atlántida".

   Tras permanecer bajo las aguas durante casi 30 años, en un período de sequía, este pueblo fantasma de la provincia de Buenos Aires comenzó a quedar al descubierto por primera vez en mucho tiempo, donde actualmente atrae a miles de turistas que se pasean entre sus misteriosas y fantasmagóricas ruinas.

Epecuén

   Las ruinas de Epecuén se ubican a 600 kilómetros de la capital de Argentina. Al pasear entre sus muros derrumbados y antiguos hoteles vacíos y devastados, cualquier persona pensaría que algún tipo de arma nuclear realizó este nuevo paisaje. Sin embargo, fue la naturaleza la que se "tragó" esta localidad balnearia que durante décadas atrajo a miles de turistas para aprovechar sus aguas, que contienen 10 veces más sal que el océano, lo que permite que los cuerpos floten como ocurre en el Mar Muerto de Israel.

   Las intensas lluvias provocaron que el agua sobrepasara el muro de contención --de cinco metros de altura-- e inundara todas las calles de Epecuén, quedan sumergidas bajo diez metros de agua salada. Ahora, las aguas que la destruyeron se retrajeron y dejaron al descubierto un escenario tan terrorífico que atrae al turismo por si solo.

   La filmación de una publicidad del energizante RedBull, con el ciclista Danny MacAskill rodando entre los escombros, catapultó a la localidad a los cuatro rincones del planeta.

   

   Durante varios siglos, la zona había sido habitada por indígenas que se habían beneficiado de las propiedades de las aguas de la laguna de Epecuén. El director del Museo Regional de Adolfo Alsina Gastón Partarrieu, explicó a 'Sputnik' que "los indígenas la utilizaban fundamentalmente por esta mineralización muy fuerte, de casi 350 gramos de sal en un litro de agua. Estamos hablando de que el mar tiene entre 20 y 30. Eso traía propiedades muy beneficiosas para cicatrizar heridas y para tratar las enfermedades de la piel, y esa tradición se fue haciendo pasando de boca en boca".

   Justo en el momento de la tragedia, Epecuén se preparaba para la temporada estival de 1986. Sus hoteles, con 5.000 plazas, comenzaban a acoplar mercaderías en bodega. Sin embargo, en cuestión de días, las personas que tenían en el turismo una manera de subsistir se quedaron sin nada.

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   "Hasta hace un tiempo atrás era un tema medio tabú. No se hablaba, se escondía", aseguro Partarrieu. La inundación también arrasó con parte del cementerio local: las imágenes de féretros flotando en el agua quedarán grabados para siempre en los habitantes de este atractivo y tenebroso pueblo fantasma.