Actualizado 20/09/2017 07:44

¿Sabías que una argentina fue la primera asesina de la historia condenada por su huellas dactilares?

¿Sabías Que Una Argentina Fue La Primera Asesina Condenada Por Sus Huellas?
REUTERS / ZOHRA BENSEMRA

   BUENOS AIRES, 20 Sep. (Notimérica) -

   Necochea, una tarde de junio de 1892. Una madre, Francisca Rojas, aparece con un corte en la garganta, sus dos hijos han sido degollados. Ella acusa a su vecino, pero la policía no lo ve claro. ¿Cómo saber lo que sucedió en realidad?

   El cinematrógafo, el teléfono, la locomotora de vapor, en pleno siglo de la industrialización, la ciencia forense no iba a quedarse atrás. Así, las diferentes formas de encarar la realidad, sugirieron estudios cada vez más complejos sobre el ser humano.

   Tras el fracaso de medir el cráneo para identificar asesinos, se recaló en las huellas dactilares. Pese a que la civilización babilónica ya las usaba como firma personal, no fue hasta las investigaciones antropológicas del francés Francis Galton en el siglo XIX cuando se descubrió su auténtico potencial.


   Iván Vucetic, croata nacionalizado argentino como Juan Vucetich, fue un policia interesado por la dactiloscopia. El 1 de septiembre de 1891 realizó las primeras fichas dactilares del mundo, pertenecientes a 23 procesados. Pero sus contribuciones no se quedaron allí.

   Encargado de investigar el crimen cometido en casa de Francisca Rojas, cortó partes de la puerta de la habitación donde los niños habían sido asesinados. Descubrió marcas de sangre, que comparó con las manos de la mujer y del principal sospechoso, Pedro Ramón Velázquez.

   

   Velázquez alegaba no haber realizado tal hecho, pese a ser sometido a torturas incluso delante del cádaver de los menores. El hombre, sin embargo, tenía razón.

   Los estudios de Vucetich señalaron que la huella ensangrentada correspondía a la del pulgar derecho de Rojas. La mujer, finalmente, confesó el asesinato, siendo condenada a una pena de cárcel indeterminada el 20 de septiembre de 1894.

   Este filicidio pasó a la historia de la criminología como el primer caso del mundo con una persona condenada por sus huellas dactilares.