Actualizado 04/08/2016 18:34

Río de Janeiro, de la euforia de 2009 a las dudas por el zika, la seguridad y las obras

JJOO de Río de Janeiro 2016/ Parque Olímpico
REUTERS

   La situación política añadió incertidumbre a una cita que se celebra solo dos años después del Mundial de fútbol

   MADRID, 4 Ago. (EUROPA PRESS) -

   Río de Janeiro centrará las miradas durante unas semanas en los que todos los países mostrarán al mundo su potencial deportivo en los Juegos Olímpicos que arrancan el 5 de agosto, aunque el papel de los organizadores también será mirado con lupa en relación a otros temas como la seguridad, la salud por el virus zika o su capacidad organizativa por los problemas para tenerlo todo listo.

   La candidatura de Río 2016 se presentó en 2009 en representación de un país emergente con vistas de potencia que transmitía además la ilusión de ser la primera ciudad sudamericana en albergar un acontecimiento de semejante magnitud. Éstas fueron algunas de las razones que impulsaron a que el COI acabara apoyando este proyecto por delante, por ejemplo, del que realizó Madrid para esta fecha, que se llevó un jarro de agua fría en el último momento de las votaciones.

   Sin embargo, las previsiones del crecimiento brasileño y el auge de la nación han tornado en estos días hasta una incertidumbre política tal que se ha llevado por delante incluso a la presidenta, Dilma Rousseff. Tampoco ha quedado libre de pecado su predecesor y figura clave en la concesión de los primeros Juegos a Sudamérica, Lula da Silva, que se vio envuelto en el llamado 'caso Petrobras', que está sacando a la luz evidencias de un escándalo de corrupción a nivel estatal durante su mandato. En estas acusaciones, la principal afectada es la mayor empresa de Brasil, la cual está acusada de pagar sobreprecios y de desviar fondos ilegalmente durante años.

   Junto a estas investigaciones a los corruptos, el caos predominante en las calles ante la falta de políticas sociales hizo que Rousseff fuera suspendida durante 180 días después de que se aprobara un 'impeachment' que dejó el poder en manos de su vicepresidente, Michel Temer, favoreciendo la creación de un clima turbulento en el que se cuestiona incluso a las figuras de mayor autoridad y que hace que los cuerpos de seguridad tengan que exprimirse al máximo ante el cúmulo de trabajo.

   Ante la poca confianza que transmite el evento, que ha provocado la renuncia a la competición de diversas caras del deporte, el Comité Olímpico Internacional se vio obligado a manifestar públicamente su certidumbre de que tendrán lugar "unos grandes Juegos", tal y como expuso su presidente, Thomas Bach, como muestra de apoyo a su llegada a la ciudad olímpica.

   A causa de la alarma generada, Brasil reforzó la seguridad en sus calles para garantizar el desarrollo sin sobresaltos de la gran cita escasos días previos a la ceremonia inaugural. El descontento social provocado por la inestabilidad política en el país sudamericano y la crisis económica que lo azota generó múltiples actuaciones que trataron de boicotear el torneo.

   Manifestaciones en contra de la celebración, huelgas en las redes de transporte público, hurtos y secuestros a pie de calle, actuaciones individuales con el objetivo de apagar la llama de la antorcha u organizaciones terroristas son algunas de las trabas que mantienen en vilo a las fuerzas de seguridad en Río.

   Es por ello que el gobierno brasileño puso a su disposición a miles de agentes y miembros de las Fuerzas Armadas, que están empleándose a fondo para velar por las garantías de la competición. De hecho, desde que fueron designados para estas tareas, las autoridades detuvieron a una decena de sospechosos de planear atentados terroristas contra los Juegos Olímpicos, algunos que podrían estar vinculados al yihadismo.

EL ZIKA SUMA RENUNCIAS

   Otro de los aspectos que han suscitado debate sobre la sede olímpica fueron los riesgos para la salud que se advierten para competidores y espectadores. La región lleva meses vigilada por el surgimiento del brote de virus zika que transmite un mosquito endógeno brasileño y numerosos fueron los deportistas que optaron por no presentarse a la cita por temor a ser infectados, entre ellos los tenistas Milos Raonic, Simona Halep, los hermanos Bryan o el número uno de golf Jason Day.

   La incertidumbre causada por la enfermedad, aunque parece haberse controlado en las últimas fechas a base de recomendaciones, impide la existencia de una certeza plena de que las estancias sean idílicas. Ante esto, los asistentes fueron informados de los riesgos a través de una guía elaborada entre el COI y la Organización Mundial de la Salud (OMS) y deberán dotarse de potentes insecticidas y cremas, además de alejarse lo máximo posible de las zonas de acumulación de gran cantidad de insectos.

   Además, las instalaciones deportivas tampoco se presentan como lugares 100% libres de infecciones. La bahía de Guanabara, que recibe grandes dimensiones de aguas residuales, ha quedado señalada como uno de los puntos negros debido al alto nivel de contaminación que desprende.

   Pese a la suciedad de las aguas, que portan diferentes bacterias peligrosas para los humanos y que han acabado con la vida de varias especies animales, se pretende que la Bahía albergue las pruebas de vela en los Juegos, por lo que se aconsejó a los deportistas tomar el mínimo contacto con los fluidos y permanecer con la boca cerrada para evitar ingerir posibles salpicaduras.

   Por último, el ritmo lento de las construcciones ha sido motivo de queja para alguna de las expediciones que acude a Río. La primera de ellas fue Australia, que ante las malas condiciones de las habitaciones en las que debían hospedarse en la Villa Olímpica, tomaron la decisión de reservar otros alojamientos considerados de mayor seguridad. En sus protestas se reflejaron "inodoros tapados, tuberías con pérdidas y cables al descubierto", aunque todo hace indicar que estará lista a tiempo.