Actualizado 21/06/2018 15:33

Correa puede acabar en la cárcel o en el exilio al asegurar que se queda en Bélgica hasta tener "garantías" de defensa

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   El expresidente de Ecuador, imputado por un crimen de estado, asegura que le están entrando "ganas de volver" a la primera línea política para rescatar a su país.

   MADRID, 21 Jun. (OTR/PRESS) -

   El ex presidente ecuatoriano Rafael Correa, oficialmente imputado por un crimen de estado desde este lunes, se quedará en Bélgica, donde vive con su familia, hasta que se den las "garantías explícitas" para que pueda defenderse de todas las acusaciones penales lanzadas en su contra, que van desde corrupción hasta secuestro.

   Correa ha indicado que, en el caso de que no haya orden de detención, atenderá los requerimientos de la Justicia ecuatoriana si "hay garantías explícitas" para su derecho a la defensa. En cambio, si la magistrada ordena su captura, permanecerá en Bélgica, "con seguridad de que no suceda una deportación o una extradición porque jamás va a pasar algo tan grotesco, tan burdo, en una región tan institucionalizada como Europa".

   El exdirigente ha atribuido la ofensiva judicial a una "persecución" para neutralizar su posible regreso a la arena política, aunque se plantea pedir asilo político al país europeo, donde se encuentran también otros políticos con problemas con la Justicia, como el expresidente de la Generalitat de Cataluña, Carles Puigdemont.

   El hombre que puede llevarle a prisión a Corres es Fernando Balda, un político ecuatoriano que denunció al exmandatario por intento de secuestro en 2012 y que espera que el juicio ayude a desenterrar uno de los asuntos más oscuros del correísmo.

   De hecho, Balta es tajante en sus acusaciones y recuerda un informe de la Contraloría, presentado este lunes en la audiencia de vinculación, que menciona unos pagos por una "Operación Secuestro", tal y como figura en unos documentos.

   Aduce que los altos funcionarios del régimen de Correa se creían omnipotentes: "¡No es que eran brutos, eran intocables!". "Por eso dejaron tantas pistas", puntualiza el político opositor que asegura que los sicarios no esperaban que acabara con vida.

   Los hechos se remontan seis años atrás, cuando habiéndose refugiado de la justicia ecuatoriana en Colombia por una demanda de injurias al gobierno, Balda sufrió un intento de secuestro del que responsabiliza directamente a Correa.

   "Está demostrado que las órdenes vinieron de la Presidencia de la República y pasaron por el Ministerio del Interior", ha dicho el político de 46 años sobre un proceso judicial que aún en fase de instrucción.

   En el último movimiento judicial, la Fiscalía le acusa de los delitos de asociación ilícita y del secuestro de Balda, causa que se ha reactivado tras seis años de letargo porque, de acuerdo con la presunta víctima, la anterior administración la bloqueó.

   Balda ha conseguido finalmente poner a Rafael Correa contra las cuerdas, y es que puede acabar en la cárcel, o en el exilio después de asegurar que permanecerá en el país europeo hasta que tenga las "garantías" legales, cuales quiera que sean.

   El expresidente abandonó el Palacio de Carandolet el 24 de mayo de 2017, dando paso a quien fue su vicepresidente durante gran parte de sus diez años de mandato, Lenín Moreno. Un año después, se reconocen como rivales políticos. "Ahora habla de corrupción generalizada. Entonces ¿qué es: idiota o cómplice?", plantea en una entrevista concedida a Europa Press en una breve visita a España.

   Moreno, sostiene, tiene "una obsesión patológica" con él. "Todo lo hemos hecho mal, cuando hace un año todo lo habíamos hecho bien (...) Si hicimos blanco, ellos tienen que hacer negro (...) Y todo para contradecir a Correa (...) No les importa destruir el país", reprocha. "Si yo hablara con él le diría: 'te puedo recomendar un psiquiatra'", afirma. "En verdad lo digo. No estoy bromeando", aclara.

   "La traición, el rencor profundo, el lobo disfrazado de oveja" encarnado en Moreno --ilustra-- se ha traducido en "una persecución política" por vía judicial. "Que uno tenga un proceso penal, bueno, uno puede cometer un error, dos, tres ¿pero cinco o seis?", cuestiona.

   "Es un complot mediocre", esgrime el exmandatario. Para desarrollar su argumento, se fija en uno de los detalles del caso, según el cual el pago se efectuó con dos cheques girados a los secuestradores por la propia Dirección General de Inteligencia de la Policía. "No solo eso. El registro contable dice 'Operación Secuestro'. Faltan la foto y el número de cédula de la víctima (...) ¿Quién hace eso? Ni un niño de diez años", espeta.

   La jueza del caso, Daniela Camacho, ha dictado esta misma semana una medida cautelar por la cual a partir del 2 de julio debe presentarse cada quince días en la Corte Nacional de Justicia (CNJ), en Quito. "¿Y cómo voy a hacer eso?", interroga Correa, que vive en Bélgica, país natal de su mujer, con toda su familia. "¿De dónde saco la plata?", apostilla.

   Tiene 30 días para recurrir la decisión de Camacho pero, si se confirma, se abre un escenario hostil para el líder izquierdista. "La estrategia", augura, "es acusarme de que incumplí la medida cautelar para imponerme prisión preventiva". "Eso va a impedir que yo regrese a mi país para defenderme y, en consecuencia, el juicio se suspende y me tienen ocho o diez años fuera. Eso es lo que buscan", subraya

   Correa está convencido de que el nuevo Gobierno "va a hacer el ridículo" a nivel internacional porque "es algo claramente político", si bien al mismo tiempo asume que surtirá efecto en la nación andina, donde quedará neutralizado para participar en el debate nacional. "Los que nos quieren, que es la mayoría, van a estar dolidos e impotentes porque no hay democracia en Ecuador", lamenta.

   Correa se marca como "objetivo inmediato" defenderse de las acusaciones judiciales y defender a sus "compañeros". "Yo no soy el único perseguido", sostiene y recuerda el caso de Jorge Glas, hombre de confianza suyo al que Moreno hizo vicepresidente y que ha sido condenado a seis años de cárcel por el escándalo de corrupción de Odebrecht, aunque también señala a otros "patriotas honestos que tuvieron que vender hasta sus casas y sus carros para pagar abogados".

REGRESO A LA POLÍTICA

   Su mejor defensa, argumenta, es la verdad. "Se puede engañar a algunos mucho tiempo, se puede engañar a muchos poco tiempo, pero no se puede engañar a todos todo el tiempo", confía. "Todo esto es cuestión de tiempo porque el Gobierno se está derrumbando (...) Estamos a las puertas de graves problemas económicos (...) Van a tener que restringir gastos en educación y en salud", vaticina.

   Interrogado sobre cuál será su papel en el futuro de Ecuador, Correa sugiere que, en el caso de que salga airoso de la larga batalla judicial que le espera, podría volver a la primera línea política, de la que salió hace un año y a la que prometió no volver para facilitar el surgimiento de nuevos líderes y recuperar el tiempo perdido con su familia y los libros.

   "No lo descarto definitivamente pero sí lo había descartado", afirma. "Ahora me están dando ganas de volver porque han destruido en un año, no solo lo que hicimos en la última década, sino que nos han retrasado 20 años", critica. En su opinión, "esto solo se va a resolver con una Asamblea Constituyente", una catarsis nacional que se postula para dirigir "en un momento dado".

   Sin embargo, es consciente de que el caso Balda o los otros pendientes podrían mantenerle lejos de Ecuador y América Latina una larga temporada para no caer en manos de Moreno.