Actualizado 06/03/2015 21:51

Expresos de Guantánamo hablan sobre cómo es su vida en Uruguay

Former Guantanamo Bay prisoner Diyab, sits before an interview in Buenos Aires
Foto: ENRIQUE MARCARIAN / REUTERS

MONTEVIDEO, 6 Mar. (Notimérica) -

   Tres meses después de la salida de seis presos de Guantánamo que fueron acogidos por Uruguay, tres de ellos han relatado a Agencia de Brasil cómo ha cambiado su vida.

   Con apariencia de estar de vacaciones en el país, Abdelhadi Faraj muestra orgulloso sus fotos en un viaje a la histórica ciudad de Colonia, por invitación de un empresario local. El sirio, de 34 años, aparece junto a sus compañeros en una piscina, realizando una barbacoa o en una granja en el país que le recibió.

   Tras pasar un tercio de su vida en Guantánamo -fue arrestado en el año 2002 al tratar de cruzar la frontera de Afganistán con Pakistán- Abdelhadi aseguró en una carta de agradecimiento publicada en el diario uruguayo 'El País' que "si no fuera por Uruguay, todavía estaría en ese agujero negro en Cuba".

   Abdelhadi es uno de los seis prisioneros liberados de Estados Unidos de Guantánamo y al que dio la bienvenida Uruguay como refugiado. "No puedo creer que esté aquí", dijo.

   En estos tres meses, el sirio ha abierto su propia cuenta de Facebook, ha aprendido a conducir con un amigo y actualmente aprende español gracias a un programa que se ha instalado en su ordenador. Quiere trabajar como carnicero, la profesión que tenía antes de su encarcelamiento, pero la inclusión en la sociedad lleva tiempo, especialmente en un país extraño y alejado de su familia.

   Durante esta semana y la siguiente, los seis ex presos --cuatro sirios, un tunecino y un palestino-- serán examinados en el Hospital Militar. El próximo paso será su acomodación. Hasta el momento, el grupo estaba siendo acompañado por el sindicato uruguayo PIT-CNT, que les prestó una vieja casa para alojarlos. Pero este espacio es pequeño y dos de ellos fueron llevados a un hotel, hasta que una organización dedicada a los refugiados, el Servicio Ecuménico para la Dignidad humana (SEDHU), les encontrase un apartamento para cada uno.

   Por otro lado, otro de los refugiados, el sirio Jihad Diyab, tiene otras preocupaciones más su salud y su instalación en el país. Es el único del grupo que está casado y tiene hijos. Uno de sus hijos murió hace más de un año, cuando él todavía estaba en Guantánamo. Sin embargo, sus otros tres hijos y su esposa tuvieron que huir de la guerra de Siria a Turquía, pero acaban de ser devueltos a su país y, tal y como Diyab asegura, están en riesgo de morir.

   El mes pasado, Diyab viajó a Buenos Aires para denunciar las torturas a las que habían sido sometidos en Guantánamo, además de pedir que Argentina siguiese el mismo paso que Uruguay recibiendo a presos.

   Tanto Diyab, como el tunecino Abdul Ourgi, consideran que la situación de los presos en Guantánamo es peor con Obama que con su predecesor, George Bush. "Antes, estaban empezando a liberar a muchos presos a la vez, pero con Obama la liberación de prisioneros es a cuentagotas", dijo Ourgi.

   De todos los ex presos que residen hoy en Uruguay, Ourgi sería el más peligroso en la evaluación del Departamento de Defensa de Estados Unidos. Él mismo se cita como un "experto en explosivos", que habría trabajado con Osama Bin Laden y recibido detalles por adelantado acerca de sus planes para atacar las torres del World Trade Center.

   Ourgi sonríe cuando ve el documento: dice que perdió un pedazo de dedo y tiene cicatrices en el cuerpo, porque estaba en las montañas afganas, bombardeados por los estadounidenses, que querían destruir la sede del grupo terrorista Al Qaeda. "Pero el resto de lo que cuentan no es verdad", dice. "La prueba es que [el ex presidente de Uruguay] José Mujica dijo que recibió un documento del Gobierno de los Estados Unidos, asegurando que ninguno de los ex prisioneros en Uruguay es un terrorista o es una amenza".

   El tunecino asegura que en un futuro le gustaría ser cocinero, montar un restaurante árabe, pero dado lo que cobran, no es tan fácil olvidar los años que han pasado en Guantánamo, ni tener una vida distinta en tan solo tres meses. "No es tan fácil como suena. 90 días es poco tiempo para acostumbrarse a la libertad, a recuperarse de Guantánamo y buscar empleo", dijo Ourgi.