Actualizado 10/01/2017 15:14

Giro a la derecha, populismo y partidos fragmentados: Así encara Iberoamérica el 2017 a nivel político

Urna electoral
WIKIPEDIA

   MADRID, 10 Ene. (Notimérica) -

   El cambio que Iberoamérica ha llevado a cabo el último año es algo innegable si tenemos en cuenta los grandes titulares de 2016. El impeachment a Dilma Rousseff en Brasil, el acuerdo de paz entre las FARC y el Gobierno colombiano, el fin del kirchnerismo en Argentina, o la muerte del líder cubano, Fidel Castro, no solo han sido los acontecimientos políticos más relevantes de la región, sino que han ocupado titulares, portadas y aperturas de informativos en todo el mundo.

   Se habla de un evidente giro a la derecha en la política iberoamericana, una región que proviene de un ciclo de izquierda, pero es imposible generalizar en un contexto político tan amplio y heterogéneo como es el iberoamericano. Contradictoriamente, en muchos países de la región la reelección del partido oficial era prácticamente infalible a corto plazo, aún a pesar de observarse un desgaste en la actualidad, como puede ser el caso de Bolivia y Ecuador.

   Las tendencias políticas comunes que podemos extraer, todas ellas con más de una excepción, son la existencia de partidos débiles, pero soportados por candidatos extremadamente personalistas, que rozan el caudillismo, niveles altos de populismo, parlamentos fragmentados y en algunos casos controlados por la oposición, lo que conlleva una difícil convivencia, y candidaturas en coalición, algunas de ellas incomprensibles y muchas con fecha de caducidad.

  Aún a pesar de la dificultad de reducir un contexto tan poliédrico, es evidente el fin de la entente de izquierdas, formada entre otros por el Partido de los Trabajadores (PT) en Brasil, los Kirchner en Argentina, Evo Morales en Bolivia, Rafael Correa en Ecuador, la Cuba de los Castro y Maduro en Venezuela, además de los Gobiernos de El Salvador y Nicaragua en Centroamérica. El debilitamiento, el paso a la oposición o el fortalecimiento de otras alternativas están menguando el poder de la izquierda iberoamericana.

MÉXICO

   La vida política mexicana durante el pasado año ha tenido varios episodios relevantes. La debacle del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en las elecciones estatales de junio de 2016 ha sido uno de ellos.   El PRI, partido que regenta la Presidencia del país de mano de Enrique Peña Nieto, no ha sido capaz de ganar en sus estados históricos, donde llevaba gobernando más de ocho décadas: Durango, Quintana Roo y los dos estados más grande del país, Veracruz y Tamaulipas.

   El partido de Peña Nieto nunca antes en su historia había perdido tantos estados en unas elecciones. Por contrapartida, el gran ganador de estos comicios fue el Partido de Acción Nacional (PAN).  

   El escaso apoyo electoral a un partido históricamente fuerte en México, junto a los múltiples casos de corrupción en los que el PRI se ha visto salpicado, como el del exgobernador del Estado de Veracruz, Javier Duarte, --uno de los más mediáticos-- pueden poner en jaque la estabilidad del partido de Peña Nieto de cara a las elecciones estatales de 2017, que se celebrarán en los estados de Veracruz, Coahuila, Nayarit y el Estado de México. Es previsible que se produzca una alternancia en el poder, ya que todos están gobernador por el PRI.  

   La imagen de Peña Nieto también se ha visto afectada por su política internacional al recibir en agosto de 2016 al entonces candidato a la Presidencia y ahora futuro presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, aún a pesar de los comentarios racistas de este al asegurar que construiría un muro en la frontera con México y de tachar a los inmigrantes mexicanos de "criminales y delincuentes". Las críticas a esta visita fueron tales que el ministro de Hacienda en ese momento y mano derecha del presidente, Luis Videgaray, se vio obligado a dimitir.

   Las futuras relaciones entre el presidente estadounidense y el Gobierno mexicano son aún una incógnita, a pesar de que Peña Nieto se confiesa preparado para las posibles deportaciones de inmigrantes mexicanos de Estados Unidos. La construcción del muro en la frontera mexicana que Trump prometió en campaña y quién lo va a pagar, aún está en el aire. 

  En general, el Gobierno mexicano encara el año con serios problemas de apoyo ciudadano, con un Peña Nieto con una imagen pública muy frágil que hace tiempo que ha dejado de convencer al grueso de los mexicanos.

BRASIL

   La política brasileña ha saltado a la esfera internacional tras el impeachment a Dilma Rousseff, un proceso que termina con Gobiernos ininterrumpidos del Partido de los Trabajadores (PT) desde 2003. El giro a la derecha de Brasil es evidente.  

   La debacle del PT en las elecciones municipales de octubre de 2016 hace prever que la carrera a las presidenciales de 2018 será muy disputada. En estas elecciones se verán las caras el PT, el candidato del actual partido en la presidencia, el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), una suerte de 'atrapalotodo' del que Michel Temer ha afirmado que no será candidato, Marina Silva, candidata del Partido Socialista Brasileño (PSB), quien, según las encuestas, saldría vencedora de la segunda vuelta tanto frente al PT como al PMDB y el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), con tres posibles candidatos: el gobenador de Sao Paulo, Geraldo Alckmin, el senador Aécio Neves y el canciller, José Serra. 

   De cara a las elecciones de 2018 y con una Rousseff 'muerta' políticamente, el PT podría tirar de artillería pesada y presentar como candidato al expresidente Lula da Silva, siempre que sus causas judiciales por corrupción no enturbien su imagen y funcione bien de cara a las encuestas.  

    A pesar de que el PT está viviendo su peor situación desde hace décadas, Temer no goza de mayor legitimidad. El impeachment y la opinión publica en contra de Rousseff, a quien se vincula con casos de corrupción como el de la petrolera nacional Petrobras, no han supuesto un Gobierno estable para Temer, quien gobierna con gran parte de Brasil en contra.

ARGENTINA

   La terminación de un periodo de 12 años de kirchnerismo por parte del centroderechista Mauricio Macri con la coalición Cambiemos, a finales de 2015, supone una muestra más del giro a la derecha de la región. Aunque Argentina reclamó un cambio de tercio, el Gobierno de Macri se encuentra en un momento de inestabilidad y escaso apoyo popular, quizás derivado de la difícil situación económica del país, los altos niveles de pobreza --más del 30 por ciento de los argentinos estarían por debajo de este umbral-- el 'tarizafo' o su aparición en los denominados Papeles de Panamá.   

   Habrá que esperar a las elecciones legislativas que se celebrarán en Argentina este año para conocer qué grado alcanza el descontento de los argentinos con Macri y si este se refleja a nivel electoral, ya que la percepción de corrupción por parte de la ciudadanía no coincide con el nivel de victimización en los países de la región.

CHILE

   El oficialismo chileno, es decir, la coalición Nueva Mayoría, encabezada por la presidenta Michelle Bachelet, sufrió este 2016 un batacazo electoral en los comicios municipales de octubre. El primer partido de la oposición, los centroderechistas de Chile Vamos, se hicieron con 145 alcaldías por todo el país, frente a los 140 de Nueva Mayoría. Los niveles de abstención, un claro síntoma de hastío democrático, fueron muy elevados. 

   Esta derrota hace plantearse si no será un adelanto de los resultados de las elecciones presidenciales y a diputados y senadores previstas para noviembre de 2017 en las que quizá Nueva Mayoría deberá dejar paso a Chile Vamos.

COLOMBIA

    Sin duda la política colombina ha estado determinada por la firma del acuerdo de paz entre el Gobierno y el grupo guerrillero Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), tras más de 50 años de conflicto armado. Pero, aunque ha triunfado, su aprobación no ha sido sencilla.    Tras un referéndum en el que el pueblo colombiano dijo 'no' al acuerdo, el presidente Juan Manuel Santos se vio descolocado.

   La férrea oposición del expresidente Álvaro Uribe a la aprobación de este acuerdo, determinada por una justicia transicional demasiado blanda hizo mella en una población que dio la espalda a los meses de negociaciones entre el líder del grupo, Rodrigo Londoño, 'Timochenko' y el presidente Santos, quien finalmente tuvo que recurrir a modificar el acuerdo y aprobarlo por vía parlamentaria. Las conversaciones con las FARC que fructificaron con el acuerdo de paz dieron al presidente Santos el premio Nobel de la Paz en 2016.   

   Este acuerdo, que incluye la posibilidad de que las FARC se constituyan como partido político legal, da un giro al panorama político colombiano y un especial interés a las elecciones presidenciales de 2018, las primeras en la que podrían participar el exgrupo guerrillero.   

   De hecho, aunque el acuerdo aún se encuentra en fase de implementación legal, el movimiento ciudadano 'Voces de Paz', una agrupación política que tiene como fin la aplicación efectiva del acuerdo para que las FARC pasen a la vida civil, ya se ha inscrito en el Consejo Nacional Electoral (CNE) como partido político.  

   El Ejercito de Liberación Nacional (ELN) y el Gobierno colombiano también han iniciado una serie de conversaciones que, de cara al 2017, podrían concluir con la firma de un acuerdo de paz similar al firmado con las FARC y su correspondiente incorporación a la vida política del país.

PERÚ

    Perú es otro buen ejemplo del viraje a la derecha que está dando la región tras más de una década de gobiernos de la izquierda. En las elecciones generales llevadas a cabo el 10 de abril de 2016 salió vencedor el liberal Pedro Pablo Kuczynski, líder el Partido Por el Kambio (PPK). El segundo lugar y tras un balotaje tremendamente ajustado, fue para Keiko Fujimori. La polarización de Perú se puso de manifiesto en el escaso porcentaje que les distanciaba, tan solo un 0'12 por ciento.

    Tras su investidura, el liderazgo de Kuczynski ha sido puesto en entredicho en varias ocasiones, incluso dentro de su partido. Con un Congreso controlado por la oposición y un partido débil, se prevé un 2017 difícil para el Gobierno de Perú.

    La reapertura de una investigación contra el presidente por corrupción y la moción de censura contra su ministro de Educación, Jaime Saavedra, también por corrupción --que ha concluido con su cese-- , no hacen más que empeorar la imagen del presidente, que está encarando sus peores momentos políticos. El futuro del PPK y de Kuczynski se espera complicado.

BOLIVIA

    Tras 11 años de gobiernos ininterrumpidos, parece que Evo Morales comienza a perder fuelle. La derrota en el referéndum en el que se planteaba hacer legal el cuarto mandato consecutivo del actual presidente de Bolivia ha sido la primera del Movimiento al Socialismo (MAS) en décadas. Aún a pesar de haber perdido el referéndum, lo que le obligaría a dejar la residencia en enero de 2020, tras los comicios presidenciales de 2019, Morales ha anunciado que se presentará de todas formas a las elcciones.

    El referéndum también ha supuesto el decaimiento de un Gobierno tradicionalmente fuerte que sumado a la tendencia derechista de Argentina y Brasil, el fallecimiento de Fidel Castro, así como el debilitamiento del 'correismo' en Ecuador, apoya la teoría del fin de ciclo de la izquierda.

    El asesinato del viceministro de Exteriores, Rodolfo Illanes, en el marco de las protestas mineras en el país también ha sido un batacazo para Morales. Tras meses de protestas, algunas de ellas violentas, por la retirada de una cláusula que permitía a los corporativistas firmar contratos de asociación con empresas privadas, beneficiándose estas de sus deducciones fiscales.

    La estabilidad del Gobierno boliviano no se pone en duda, pero esta serie de baches, impropios de los mandatos presidenciales previos de Morales, junto con la caída de la izquierda en otras zonas de la región, hacen plantearse una posible pérdida de poder del MAS y, por consiguiente, del propio Morales.

CUBA

    La muerte de Fidel Castro –entre lágrimas y vítores-- uno de los personajes históricos más relevantes del siglo XX, ha conseguido poner en Cuba los ojos del mundo. La pregunta sobre cual será el futuro de la isla es obligada. Tras el fallecimiento del padre de la revolución y la promesa del presidente Raúl Castro de dejar su cargo en 2018, una nueva generación de dirigentes del Partido Comunista de Cuba (PCC) accederá al poder.

    Aunque la situación cubana no apunta ninguna señal de un cambio político a corto plazo, los cambios económicos sí se dejan entrever. Otra cuestión de vital importancia para la isla es la continuación de las negociaciones con Estados Unidos, iniciadas durante la Presidencia de Barack Obama. Tras la llegada a la Casa Blanca del polémico magnate Donald Trump, la situación se encuentra congelada, aunque se prevé un reenfriamiento de las relaciones Washigton-La Habana, tras las múltiples declaraciones del republicano durante la campaña a la Presidencia.

    Habrá que esperar a la investidura del futuro presidente de los Estados Unidos –prevista para el 20 de enero-- para conocer si estas declaraciones sostenidas en campaña, junto con otras muy polémicas sobre la construcción de un muro en la frontera con México, se materializarán en acciones reales o habrán sido puro populismo.

ECUADOR

    En el caso de Ecuador se observa el oficialismo imperante en la región, habiendo sido elegido y reelegido el presidente Rafael Correa hasta en tres ocasiones. Pero el 'correismo' se termina.

   En febrero de 2017 Ecuador se enfrenta a nuevas elecciones presidenciales, donde la diferencia entre Alianza PAÍS --de cara a las próximas elecciones Frente UNIDOS, tras la salida de Partido Avanza y la expulsión de Centro Democrático Nacional-- y Movimiento CREO ya no es tan amplia. Además, el presidente ha anunciado su retirada de la carrera hacia la Presidencia, presentándose en esta ocasión el candidato Lenín Moreno.

    No se espera que los buenos resultados electorales que Alianza PAIS ha cosechado durante la última década de mano de Correa se extiendan a 2017 debido al desgaste del partido en el Gobierno y al personalismo de Correa sobre el partido. La negativa a despenalizar el aborto, la pérdida de competitividad económica del país o las escasas modificaciones del modelo productivo prometidas por el presidente, pueden ser los factores que lleven al oficialismo a pasar a la oposición.

NICARAGUA

    El triunfo del oficialismo, tan habitual en la política iberoamericana, se ha dejado ver una vez más en las elecciones generales celebradas en Nicaragua en noviembre de 2016. Daniel Ortega y el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) no solo han vuelto a ganar las elecciones sino que tras estas cuentan con ocho diputados más.

    La situación para el aplastante triunfo de Ortega era la propicia tras la retirada de la oposición de los comicios, toda aglutinada en la Coalición Nacional por la Democrcia, tras un fallo no poco criticado de la Corte Suprema. Este devenir hacia un partido único puede poner en tela de juicio la solvencia de la democracia nicaraguense de cara al 2017.

EL SALVADOR

    El 2016 salvadoreño ha estado marcado por la corrupción de mano de dos de sus expresidentes: Elicio Antonio Saca y Mauricio Funes. Los otrora rivales políticos, de Alianza Republicana Nacionalista (ARENA) y el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), han ocupado la actualidad política del país.

    El presidente, Salvador Sánchez Cerén, compañero de partido y exvicepresidente de Funes, se ha visto salpicado por los supuestos delitos de este durante su Presidencia, entre los que se encuentra malversación de fondos para su enriquecimiento.

    En estos momentos Mauricio Funes se encuentra en Nicaragua bajo asilo político, decisión apoyada por su partido y Elicio Antonio Saca en prisión provisional a la espera de que salga el juicio. El Gobierno de Cerén comienza 2017 rodeado de corrupción y con un parlamento fragmentado y controlado por la oposición.

VENEZUELA

    El intento de referéndum revocatorio contra el presidente venezolano Nicolás Maduro, así como su posterior ilegalización, ha sido el evento que ha marcado la política del país en 2016. El rechazo de los tribunales a este sistema, cuando se encontraba relativamente avanzado, ha conllevado la manifestación de la oposición venezolana, liderada por la Mesa de Unidad Democrática (MUD), y la crítica internacional el Gobierno de Maduro.

    La insistencia de la comunidad internacional en la necesidad de diálogo entre la oposición y el oficialismo, ha dado sus frutos en el país y, aunque en 2016 las conversaciones han sido escasas e infructuosas, se espera que en 2017 la situación mejore, con el fin de buscar una solución conjunta a la crisis económica y política que vive Venezuela.

    Venezuela es un ejemplo más de un Gobierno con el parlamento en contra, en este caso cuestionado a todos los niveles por el trato a los opositores a Maduro. Gracias a la mediación internacional y a la perdida de control parlamentario del Gobierno, algo inusual en el país, se espera que las conversaciones continúen en 2017.