Publicado 14/02/2016 08:59

Presidentes con escaso apoyo en el Parlamento, algo común en Iberoamérica

Nicolás Maduro y Dilma Rousseff
REUTERS

   MADRID, 14 Feb. (Notimérica) -

   Muchos países en Iberoamérica sufren en la actualidad una crisis de gobernabilidad porque sus presidentes se enfrentan a un Parlamento que mayoritariamente se encuentra en su contra, algo que en la práctica limita las medidas que puedan llevarse a cabo y provoca que algunos gobiernen a golpe de decreto.

   Una buena parte de los gobiernos han vencido en las elecciones, pero sus partidos han acabado siendo minoría en el Parlamento (El Salvador, Venezuela), tienen escasos apoyos (Guatemala o Costa Rica) o han perdido el respaldo del que gozaban al principio (Brasil).

Las victorias con mayorías aplastantes que en otrora protagonizaban el 'kirchnerismo' en Argentina, el 'chavismo' en Venezuela o el Partido de los Trabajadores (PT) en Brasil parecen cosa de otro tiempo y los cambios políticos que está experimentando la región se traducen en Parlamentos más fragmentados y que desplazan a los partidos tradicionales; un fenómeno que no es algo aislado en el mundo.

EN VENEZUELA

   En Venezuela, la oposición se hizo oficialmente a principios de año con el control de la Asamblea Nacional tras conseguir una mayoría de 109 escaños en las elecciones parlamentarias del pasado 6 de diciembre, arrebatando al 'chavismo' el control de la cámara por primera vez en 16 años.

   La Mesa de Unidad Democrática (MUD) introdujo este mes en la Asamblea Nacional el proyecto de la Ley de Amnistía con la que pretende sacar de la cárcel a los 77 "presos políticos" que hay en Venezuela, entre ellos el líder opositor Leopoldo López, aunque el presidente venezolano, Nicolás Maduro, podría vetarla, devolviendo el texto al hemiciclo que, a su vez, podrá volver a respaldar el proyecto, iniciando así un diálogo infinito.

   A la viceversa, otro ejemplo de la dificultad de impulsar medidas en Venezuela tras las pasadas elecciones es que el Parlamento venezolano ya ha rechazado una de las medias de Maduro, el decreto de "emergencia económica" que pretendía disponer libremente del presupuesto para, según el Gobierno, adoptar medidas para reactivar la producción y acabar así con la crisis de abastecimiento de bienes básicos.

EN EL SALVADOR

   Por otro lado, en El Salvador, la derechista Alianza Republicana Nacionalista (Arena), de la oposición, ganó las elecciones intermedias de El Salvador en marzo del año pasado y se convirtió en la primera fuerza política del pequeño país centroamericano.

   La aprobación de Cerén, que prometía grandes beneficios sociales y económicos y en materia de seguridad, ha ido cayendo en picado. El 55,5 por ciento de la población considera que su gobierno representa un cambio negativo para el país y el 32,6 % un cambio positivo, según una encuesta del Instituto Universitario de Opinión Pública realizada en enero.

GUATEMALA

   El pasado mes de octubre el cómico guatemalteco Jimmy Morales ganó terreno en las elecciones con un discurso basado en combatir las desigualdades sociales y la corrupción en uno de los países más pobres de América, a partir de un amplio proyecto educativo.

   Sin embargo, Morales tiene una ardua tarea por delante, ya que apenas tiene poder en la Cámara de Representantes --sólo un 7 por ciento de los escaños--. La reforma parlamentaria es una exigencia general, pero para conseguir que se lleve a cabo Morales debe realizar una larga y profunda negociación.

COSTA RICA

   Un ejemplo de la parálisis política que se da una vez que Poder Ejecutivo y Poder Legislativo quedan enfrentados es el de Costa Rica, donde el presidente, Luis Guillermo Solís, fue electo en 2014 con el 77 por ciento de los votos.

   Sin embargo, su Partido Acción Ciudadana (PAC) sólo alcanzó 13 de los 57 escaños. El presidente lleva dos años con las manos atadas. Hay parálisis institucional y legislativa y el país se ve incapacitado para solucionar su gran problema: un déficit fiscal cercano al 6 por ciento del PIB.

BRASIL

   Un caso especialmente complicado es Brasil, donde Dilma Rousseff, desde que asumió su segundo mandato en enero de 2015, se ha enfrentado a enormes dificultades al frente de un Gobierno en minoría acosado por la crisis económica, los casos de corrupción y la presión de la oposición e incluso de su principal partido aliado, el Partido del Movimiento Democrático de Brasil (PMDB).

   Las dificultades a las que ha hecho frente la mandataria, llegaron al culmen el pasado mes de diciembre, cuando el presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, inició el proceso de 'impeachment' contra la presidenta brasileña, Dilma Rousseff, por hacer supuestas maniobras fiscales ilegales conocidas como 'pedaladas' durante su Gobierno en 2014.

   La palabra 'impeachment' lleva protagonizando la vida política brasileña prácticamente desde que Rousseff fue reelegida en el cargo, aunque en un principio la oposición alegaba principalmente su presunta implicación en el caso Petrobras para argumentar que debía apartarse de su cargo.

   Sin embargo, las maniobras de las que se acusa a Rousseff han sido habituales en anteriores Gobiernos y lo siguen siendo en muchos gobiernos estaduales y ayuntamientos de todos los signos políticos, por lo que en realidad la mayoría de partidos no apostarían seriamente por el 'impeachment'.

   De todas maneras, el proceso ha dejado mella en Rousseff, que el pasado mes de agosto consiguió la cifra de aprobación más baja en toda la historia democrática de Brasil. El 8% de brasileños aprobaba su gestión y el 71% la califica de "mala o pésima", según una encuesta de Datafolha.