Actualizado 06/09/2018 09:42

Andrea, la niña panameña que ha vuelto a nacer tras ser operada en Madrid de un tumor gigante

Fundación Olloqui
FUNDACIÓN OLLOQUI
 

   MADRID, 13 Jul. (Notimérica) 

   Esta historia comienza con dos protagonistas diferentes a la beneficiaria final. Son la española Alba Santos, directora de la Fundación Olloqui por la Infancia, y el periodista panameño Luis Casis. Se conocieron en uno de los viajes que Alba hizo al país caribeño. Luis le habló de Andrea, una niña de catorce años con un tumor en la espalda del tamaño de un balón. El tumor estaba podrido y eso convertía el hecho de acercarse a Andrea casi en insoportable.

   Tras visitarla, Alba pidió a Luis que utilizase su popularidad e hiciese las veces de abanderado de esta niña a la que los médicos panameños trataban con quimioterapia paliativa y poco más. En algo más de veinticuatro horas se habían recaudado más de 70.000 dólares para los gastos derivados de trasladar a Andrea a España y una compañía aérea se había ofrecido a pagar su pasaje.

   Nada más aterrizar en Madrid el 5 de abril fue trasladada al hospital de La Paz, donde el doctor Juan Carlos López Gutiérrez, jefe de la sección de Cirugía Plástica Infantil, se había ofrecido a operarla. La cara de susto del doctor al ver el tumor ya está olvidada y ahora, tras tres meses y tres operaciones, a médico y paciente les une una relación "muy bonita", según relata Andrea a Notimérica desde el otro lado del teléfono y con la voz extremadamente cansada.

   Pese a ser de carácter benigno, el tumor, conocido como desmoide paravertebral, afectaba a varios órganos vitales y estaba aplastando el estómago de Andrea, lo que había hecho que en los últimos años perdiese el apetito. Además, tenía la columna muy dañada por la presión que la masa estaba ejerciendo sobre ella. Difícil imaginar una vida así. Andrea la recuerda como "demasiado difícil", ya que el tumor no le permitía tener una vida normal. No solo jugar con sus tres hermanos pequeños era impensable porque un golpe en el tumor podía ser "demasiado doloroso", sino que el olor a putrefacción que desprendía la tenía recluida en una habitación con una gran ventana a la calle para ventilar. Recuerda Andrea que salía a la calle solamente para acudir a sus curas en el hospital, que se cansaba a los pocos metros y que "todo el mundo me miraba mal".

TRES INTERVENCIONES

   Por eso, cuando vio la posibilidad de subirse a un avión que, aún sin garantías de éxito, suponía por primera vez un rayo de esperanza, no lo dudó. Envuelta en papel de film y bañada en distintos aceites para camuflar el olor, se subió a un avión junto a Alba y su abuela, que a los 75 años era quien se encargaba de los cuidados del "monstruo" de la espalda de Andrea. Pese a no haber salido nunca de Panamá, no dudó en acompañar a su nieta y a esta hora, mientras Andrea atiende a medios de comunicación y médicos, ella descansa en el hotel.

   Comenzaron hace tres meses tres operaciones que han desgastado mucho la energía de Andrea. La primera fue la más larga. Desde la parte trasera el doctor López Gutiérrez eliminó gran parte del tumor. En la segunda limpió la parte que aún tocaba la cavidad abdominal y en la tercera trató de depurar al máximo todos los restos del tumor que pudieran quedar activos.

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   Han sido tres meses "muy aburridos" para Andrea, que sabe que es posible que el tumor se reproduzca. "En ese caso estaremos alerta para operarlo cuanto antes", dice Alba, desde cuya fundación se hacen enormes esfuerzos para tratar enfermedades raras que afectan a niños y niñas de España y el mundo entero. "A partir de ahora Andrea tendrá muy buena calidad de vida, así que no dejaremos que el tumor se la vuelva a truncar".

   Producto del mismo tiene, además de la columna vertebral muy dañada, una escoliosis que le obliga a caminar con alzas de forma permanente, pero eso no le impide hacer planes para los pocos días que le quedan en Madrid antes de su regreso a casa.

   - ¿Qué es lo que más te apetece hacer ahora que ya no tienes esa carga en la espalda?

   - Quiero salir a pasear hasta cansarme y conocerlo todo en los días que me quedan aquí. Luego quiero llegar a Panamá, ver a mis hermanos y comer, comer mucho.

   Después de tres meses de hospitales y operaciones Andrea se siente como una turista más en Madrid. En este caso todos los eslabones de la cadena salieron bien: un médico comprometido, un hospital que lo respaldó y una fundación dispuesta a acoger la causa. Antes de colgar, y consciente de su suerte, agradece su ayuda "de la forma que fuese" a todos los que han participado de algún modo en que ya no tenga que vivir escondida y aislada nunca más.