Actualizado 09/05/2018 15:57

Los argentinos temen un nuevo 'corralito' tras la necesidad de ayuda económica internacional para salir de la crisis

Corralito Argentina
WIKIMEDIA COMMONS - Archivo

   MADRID, 9 May. (OTR/PRESS) -

   Los argentinos vuelven a estar aterrados ante la posibilidad de que la crisis económica del país derive en un nuevo 'corralito'. La incapacidad de Argentina de hacer frente al desplome del peso y al déficit, así como la petición urgente de ayuda del exterior para solventar la recesión ha despertado entre la población los peores temores de que se repita la situación vivida en 2001.

   La caída del peso frente al dólar, hasta de un 18 por ciento, la subida masiva de precios y una reducción del poder adquisitivo es ahora atribuido a la subida de los tipos de interés en Estados Unidos, o al precio en alza del petróleo, algo que también ha afectado a otros países y ha abierto la vía de salida de grandes capitales de los mercados emergentes.

   Muchos argentinos recuerdan con angustia que fueron precisamente las duras exigencias impuestas por el Fondo Monetario Internacional hace 17 años las que llevaron al Gobierno de entonces, que presidía Fernando de la Rúa, a restringir a sus ciudadanos la disposición en efectivo de plazos fijos, cuentas corrientes y cajas de ahorro.

   La acción se denominó 'corralito' y el término se ha utilizado posteriormente en el resto de países de habla castellana para referirse a la inmovilización de los depósitos por los gobiernos de cualquier país.

   Los argentinos tienen dudas de que el respaldo del FMI sea suficiente para sacar al país de la actual crisis tras la caída en picado del peso y unas tasas de interés que rondan el 40 por ciento, disparando su inflación y vaciando aún más sus bolsillos.

   Se estima que la inflación suba hasta el 24 por ciento en el mejor de los pronósticos y la mayoría de ciudadanos temen que a cambio de ayuda económica se exijan de nuevo ajustes y reformas como las que se efectuaron en 2001 y que llevaron a una inestabilidad social y política que se extendió durante varios años.

   Y es que el presidente argentino, Mauricio Macri, anunció el martes que había solicitado una línea de apoyo financiero al Fondo Monetario Internacional con el objetivo de poder hacer frente a un nuevo escenario global y evitar así "una gran crisis".

   Aunque no se ha hablado claramente de cifras por ser una negociación en pañales, se estima que la cuantía económica solicitada al FMI ronda los 30.000 millones de dólares, una vía de financiación que, según el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, es la más barata que existe porque ese organismo "presta a tasas inferiores" a las del mercado.

   Pero si hay algo que todos saben en Argentina es que si el dinero del préstamo llega, será a cambio de acelerar las reformas económicas y estructurales y de reducir drásticamente el déficit fiscal.

   La relación entre el país sudamericano y el Fondo Monetario Internacional ha sido bastante tormentosa desde hace años. En 2006, y después de tres años de crecimiento económico, el entonces presidente Néstor Kirchner canceló la deuda que tenía la nación con el organismo.

   Sin embargo, siete años después, en 2013, el FMI alertó de la poca fiabilidad de la economía argentina y la entonces presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, se negó a publicar las estadísticas.

   La llegada de Macri al poder en 2015 hacía pensar que no acudiría a organismos internacionales para resolver los problemas locales, sobre todo teniendo en cuenta que fue muy crítico con sus antecesores en el cargo por lo mismo. Pero con Macri en la presidencia se han normalizado las relaciones con el Fondo. Recientemente, la directora del organismo Cristina Lagarde visitó Buenos Aires y elogió las políticas implementadas por el mandatario argentino. Ahora él requiere de su apoyo.

TEMOR AL CORRALITO

   Macri quiere enfrentarse al nuevo escenario global con la ayuda económica internacional pero no puede evitar despertar los temores que tienen sus conciudadanos de que se repita la situación que vivieron en 2001. Sin embargo, los problemas de ahora no son los mismos que entonces. El 'corralito' fue el colmo de la recesión más prolongada en Argentina que comenzó a mediados de 1998, al final de segundo mandato de Carlos Saúl Menem.

   El peso de la deuda externa ahogaba al Gobierno y los bancos tenían una gran exposición ante el riesgo de que el Estado entrara en una suspensión de pagos. Aunque entonces se pidieron 40.000 millones de dólares, enseguida se vio que era insuficiente con una disminución de salarios que agudizaba el cuadro recesivo.

   El Gobierno buscó bajar el déficit aumentando impuestos y recortando servicios sociales pero la recesión aumentaba y el déficit debía cubrirse gracias a más deuda externa y mayores recortes. Las dudas sobre la capacidad de pagos del país comenzó a reflejar una creciente fuga de capitales, lo que condujo al temido 'corralito', palabra maldita que los argentinos creían desterrada y que ahora vuelve a levantar viejas heridas.

   Según ha explicado el martes el presidente, la política económica "gradualista" implementada en Argentina para equilibrar "el desastre" de las cuentas públicas heredadas depende "mucho" del financiamiento externo. De hecho, ha asegurado que es uno de los países del mundo que más dependen de este tipo de financiación.

   No obstante, en los primeros años de su aplicación, existía un contexto mundial muy favorable que, en los últimos años, se ha dado la vuelta. Las condiciones actuales son más complejas debido al incremento de los tipos de interés, a la devaluación de muchas monedas o al incremento del precio del petróleo, variables que no se pueden controlar.

   El pasado viernes, el Banco Central de la República de Argentina (BCRA) decidió elevar el tipo de interés de referencia hasta el 40%, menos de 24 horas después de que la institución hubiera elevado el precio del dinero hasta el 33,25% en un nuevo intento de defender el cambio del peso frente al dólar.

   El instituto emisor presidido por Federico Sturzenegger incrementó así la tasa de referencia en 675 puntos básicos en menos de un día en lo que representaba el tercer aumento del precio del dinero en la última semana, subiendo así el interés de referencia hasta el 40% desde el 27,25% de hace dos semanas.

   Asimismo, el Consejo de Política Monetaria del Banco Central de la República Argentina y su directorio decidieron ampliar el ancho del corredor de tasas. De este modo, las tasas a 7 días se ubican en el 47% para el pase activo y en el 33% para el pase pasivo, mientras las tasas a un día se ubican en el 57% y el 28% cri respectivamente.

   El objetivo de Macri es el de conducir su política monetaria con el objetivo de alcanzar su meta intermedia de inflación del 15% en 2018.

   "Las metas de inflación no se van a cambiar y siguen siendo del 15% para 2018, del 10% para 2019 y del 5% para 2020", aseguró la semana pasada el ministro de Hacienda de Argentina, Nicolás Dujovne, añadiendo que "hay un fenómeno global de apreciación del dólar por la subida en los tipos de interés en EEUU".

   Este contexto, caracterizado por la escalada del dólar, que ha aumentado los precios de los bienes importados y reducido el poder adquisitivo de los consumidores, así como por la inflación interanual que se elevó en marzo hasta el 25,4%, complica que el Gobierno cumpla con este y otros de sus objetivos financieros, lo que hacen estar pasando a la tercera economía más importante de Latinoamérica por una situación delicada.