Actualizado 20/10/2017 11:02

El 'callejón del beso', el rincón para los enamorados, está en Guanajuato, México

Callejón del beso
Foto: WIKIPEDIA

MÉXICO DF, 15 Dic. (Notimérica) -

   La ciudad de Guanajuato, en México, parece sacada de un cuento de hadas por donde no pasa el tiempo. Su arquitectura y vegetación hacen de ella una casa mágica, rodeada de sierras y montañas.

   Sin embargo, lo que caracteriza a Guanajuato es el particular encanto de sus múltiples callejones. En especial, hay uno en el centro de esta localidad, corto y estrecho, que se encuentra entre dos casas cuyos balcones sólo están separados por unos cuantos centímetros, un rincón íntimo para todos aquellos que se atrevan a pasar sin poder apenas respirar, el 'callejón del beso'.

   Aunque este original nombre inspire amor y pasión, la realidad de su origen es mucho más triste. El callejón debe esta denominación a la trágica leyenda de dos enamorados.

   La fábula cuenta que doña Carmen era hija única de un hombre intransigente y violento, pero como suele ocurrir -y no sólo en las películas-, el amor triunfa a pesar de todo.

   Luis, un minero pobre de un pueblo cercano, estaba enamorado de doña Carmen, y hacía lo imposible por encontrase con ella. Al descubrir su amor, el padre de doña Carmen la encerró y la amenazó con internarla en un convento si seguía viendo al joven. En su opinión, ella debía casarse en España con un hombre mayor, rico y noble.

   La dulce adolescente y su dama de compañía, Brígida, lloraron juntas y acordaron que ella sería la encargada de contar las malas noticias a Luis.

   Al enterarse de este hecho, Luis decidió irse a vivir a la casa de en frente de la de su amada, por la que tuvo que pagar muchísimo dinero. El hogar tenía un balcón que daba a un callejón tan estrecho que se podía tocar con la mano la pared de en frente.

   Un día, mientras la pareja estaba hablando a escondidas en la intimidad de la noche, el padre de doña Carmen les descubrió. Tras increpar a Brígida por proteger a la joven enamorada, consiguió entrar a la habitación y, sin pensarlo dos veces, clavó una daga en el pecho a su hija.

   Mientras fallecía lentamente, Luis pudo dejar un último y tierno beso en la mano de su amada, que todavía sostenía.

   Desde entonces, este bonito y antiguo lugar se llama 'el callejón del beso', en honor a todos aquellos enamorados que durante siglos no pudieron expresar libremente su amor, atrapados en las 'normas' sociales que delimitaban las clases y dividían a las personas.

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