Actualizado 24/03/2018 07:34

Se cumplen 38 años del trágico asesinato del beato mártir Monseñor Óscar Romero

Mural del arzobispo Oscar Arnulfo Romero en El Salvador
REUTERS / JORGE LOPEZ - Archivo

   SAN SALVADOR, 24 Mar. (Notimérica) -

   Este sábado El Salvador recuerda al beato, mártir y arzobispo de San Salvador Monseñor Óscar Romero, máximo defensor de los Derechos Humanos en el marco de la Guerra Civil del país centroamericano, que está cada vez mas cerca de ser declarado santo. Romero fue asesinado durante una misa por un comando de ultraderecha liderado por el militar Roberto d'Aubuisson el 24 de marzo de 1980, hace hoy 38 años.

   Monseñor Óscar Romero nació en 1917 en Ciudad Barrios, El Salvador. A lo largo de su vida fue un sacerdote católico y el cuarto arzobispo metropolitano de San Salvador, que defendió enérgicamente los derechos humanos y falleció en 1980 mientras oficiaba una misa.

   El 23 de mayo de 2015, a las 9.00 horas de la mañana (hora local), tuvo lugar su beatificación en El Salvador en una ceremonia religiosa mediante la cual el sacerdote pasó a ser santo.

   Su muerte provocó una protesta internacional y Romero se convirtió en un icono de la Iglesia Católica tras ser asesinado por un francotirador mientras oficiaba misa en una capilla de un hospital para pacientes con cáncer la tarde del 24 de marzo de 1980.

   Una comisión de la verdad de Naciones Unidas determinó que el crimen fue ordenado por Roberto D'Aubuisson, fundador de los escuadrones de la muerte y del partido Alianza Republicana Nacionalista (ARENA), pero los responsables de su muerte nunca fueron llevados a juicio.

   En su cargo arzobispal, monseñor denunció varias veces las numerosas violaciones de los Derechos Humanos y manifestó públicamente su solidaridad hacia las víctimas de la violencia política de El Salvador. Mientras oficiaba una de sus homilías, Romero afirmó que la Iglesia encontraba su salvación identificándose con los pobres, un acto que, según él, era misión de la casa de Dios.

   Su afán por denunciar las injusticias políticas de su país en favor de los derechos humanos propició que recibiera algunas distinciones honoríficas a nivel internacional, como el doctorado honoris causa de la Universidad Católica de Lovaina (Bélgica), de la Universidad de Georgetown (Estados Unidos) y, por supuesto, de la Universidad de El Salvador, entre otros.

   Asimismo, es uno de los pocos mártires del siglo XX que tiene representación en las estatuas de la abadía de Westminster, en Londres (Reino Unido), en la galería de los Diez Mártires, fue nominado al premio Nobel de la Paz en 1979 y en algunas regiones se le conoce como san Romero de América.

CANONIZACIÓN Y MARTIRIO

   Diez años después de su muerte, el 24 de marzo de 1990, comenzó un movimiento en favor de la causa de su canonización, una solicitud que cuatro años más tarde se haría oficial cuando le fue presentada formalmente una solicitud a su sucesor Arturo Rivera y Damas.

   A partir de entonces, el sacerdote pasó a ser Siervo de Dios, un título al que, el 3 de febrero de este año se le sumaría el de mártir "en odio por su fe" por parte de la Iglesia católica.

   Dicho reconocimiento fue aprobado por el papa Francisco, que a su vez aprobó el decreto de martirio correspondiente promulgado por la Congregación para las causas de los Santos.

   En ese sentido, la consideración de beato constituye el tercer paso en el camino de la canonización. El primero es Siervo de Dios, el segundo venerable, el tercero beato y el cuarto santo.

EL POR QUÉ DE SU BEATIFICACIÓN

   Según el Vaticano, el papa Francisco ha autorizado a la Congregación de la Causa de los Santos del Vaticano, tras una reunión con el Prefecto cardenal Angelo Amato, la promulgación del decreto de martirio de Romero.

   Las Normas de la Congregación para las Causas de los Santos aprobadas y ratificadas por Juan Pablo II el 7 de febrero de 1983, establecen que el proceso de beatificación puede ser completado por dos vías: por causa de virtudes heroicas, si el fiel vivió las virtudes cristianas en grado heroico, o de martirio si el fiel sufrió martirio por su fe, con recorridos procesales distintos en ambos casos.

   En el caso de Romero, que ha sido proclamado mártir, no se procede a la declaración de venerable y, además, no ha sido necesario aprobar un milagro.