Actualizado 07/04/2017 08:38

Día Mundial de la Salud en Iberoamérica ¿salud para todos?

Salud
PIXABAY
    

   MADRID, 7 Abr. (Notimérica) -

   En el Día Mundial de la Salud, celebrado cada 7 de abril desde el año 1948 en conmemoración de la fundación de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Iberoamérica debe reflexionar sobre la situación sanitaria de su población, su esperanza de vida y las oportunidades de mejora y desarrollo de sus sistemas de salud, en especial en las zonas más pobres de la región.

   En la actualidad, los iberoamericanos se enfrentan a enfermedades y epidemias, transmisibles y no transmisibles, de gravedad. Son conocidas la presencia del Zika o la fiebre amarilla --presentes en Brasil y cuya situación ha llevado a que la OMS presente artículos de prevención, preparación y respuesta--, el dengue --que afecta a Brasil y a Colombia--, así como la más reciente epidemia de obesidad infantil, y parcialmente adulta, que acecha a la región, especialmente a México.

   Además, se enfrenta a enfermedades que podrían llamarse 'históricas', como la Escherichia Coli --en zonas más pobres de la región, ya que la causa aparece principalmente por la ingestión de agua y alimentos contaminados y se transmite por la falta de higiene personal--, el Chikungunya --especialmente en República Dominicana--, el mal de Chagas, o el VIH-SIDA, afectan a todo el territorio.

INFECCIOSAS

   Así, el desarrollo y expansión de este tipo de enfermedades, de tipo parasitario, viral, bacteriológico o crónicas, constituye un serio problema de salud pública para Iberoamérica. De la misma manera, el desarrollo de la región ha dado lugar al aumento de enfermedades de tipo crónico-degenerativas, o seniles y mentales.

   A pesar de ello, a nivel general, los índices de mortalidad han descendido notablemente en las últimas décadas, especialmente por enfermedades transmisibles. Además, un recurso de medición de la situación en la que se encuentra la población iberoamericana, diferenciando por nacionalidades, es el nivel de esperanza de vida al nacer.

   Según los últimos datos publicados en febrero de 2016 por la Comisión Económica de Naciones Unidas para América Latina y el Caribe (CEPAL), a mediados de 2014 la esperanza de vida al nacer en el conjunto de la región ascendió a 74,8 años en promedio, aunque con variaciones nacionales. Según las estadísticas publicadas ese mismo año por la OMS, solo nueve países iberoamericanos superan el umbral de 75 años de esperanza media de vida: Chile (80,5), Costa Rica (79,6), Cuba (79,1), Panamá (77,8) y Uruguay (77), México (76,7), Argentina (76,3), Ecuador (76,2), Perú (75,5) y Brasil (75).

BEBE

   Frente a ellos, la media de población del resto de países iberoamericanos no superaría los 75 años, siendo los más afectados en la lista Bolivia (68), Guatemala y El Salvador (72). El hecho de que, el país con mayor esperanza de vida presente una diferencia de 18 años con el que menos tiene, deja constancia de nuevo de la gran desigualdad del territorio.

RECURSOS ECONÓMICOS NACIONALES

   Dichas diferencias también son aplicables a la cobertura sanitaria y a la situación de determinados grupos sociales nacionales. Según un estudio publicado por la Fundación Mapfre en 2010, los seguros privados juegan un importante papel en los sistemas de salud de Iberoamérica, citando datos de la OMS que establecen que Uruguay, Argentina y Chile son los tres países con mayor gasto en seguros privados.

   Este mismo documento señala la heterogeneidad del papel que desempeñan estos seguros, ya que en algunos países (Chile o Colombia) el esquema sanitario integra tanto al sector público como al privado, mientras que en otros el recurso por parte de la ciudadanía responde a la poca capacidad y al descontento de la población, algo que deja sin garantía de una cobertura óptima de los problemas sanitarios a los grupos de población con menores recursos.

MAQUINA

   Se prevé con ello que la cobertura sanitaria ofrecida por las entidades públicas, a pesar de ser un seguro legal para la mayor parte de la población, no tiene por qué se eficaz. Entre otras cosas, dicha efectividad deriva de los recursos gubernamentales. Según datos ofrecidos por la OMS, los gobiernos de la región de las Américas gastan una media de 18,1% del gasto total del gobierno, y la fundación Mapfre calcula que la financiación de la salud en la región representa en torno a un 6,6% del PIB en América Latina y el Caribe.

   Tal y como indica la OMS, el gasto sanitario total respecto al porcentaje del PIB es mayor en Costa Rica y Cuba, los cuales destinan en torno a un 10% y se encuentran entre los países con mejor cobertura social de toda la región. Les siguen Brasil y Paraguay, que destinan en torno a un 8,9%, pero sus resultados no son tan notables. Por otro lado, otros países iberoamericanos gastan mucho menos en salud: México (6%), República Dominicana (5,4) o Venezuela (4,5), entre otros.

SITUACIÓN DE DESIGUALDAD

   Estas circunstancias, así como la presencia crónica de algunas de las enfermedades y problemáticas sanitarias mencionadas con anterioridad, dejan constancia de las carencias de los sistemas sanitarios de los países iberoamericanos, en especial respecto a determinadas áreas sociales. A pesar de que los niveles generales de gasto en sanidad no son muy bajos, la presencia de un notable nivel de enfermedades transmisibles y materno-infantiles determina cierto regazo.

   Datos ofrecidos por la OMS establecen que mientras que tan solo 34,8 por cada 1000 habitantes de la población con ingresos altos y 39,33 con ingresos medios sufren enfermedades transmisibles, son 101,3 las personas por cada 1000 habitantes con bajos ingresos las que lo padecen. De éstas últimas, la mayor parte se encuentra en el umbral de niñas y niños entre 0 y 14 años.

   De la misma manera, el Banco Mundial publicaba en el año 2002 un estudio en el que se veía cómo en América Latina y el Caribe existían grandes diferencias en cuanto a la atención del parto por personal especializado entre mujeres con notables recursos económicos y las más pobres. En Guatemala, mientras un 90% de las mujeres más ricas eran atendidas por especialistas, en torno a un 9% lo era en el subgrupo más pobre, estableciendo que tan solo un 35% del total de mujeres da a luz en condiciones adecuadas.

EMBARAZADA

   Por otro lado, la CEPAL establecía que, a principios del milenio, solo un 9% de la población total de Nicaragua estaba afiliada al Seguro Social, de la que no llegaba a un 2% la población más pobre, siendo ligeramente más altos los datos de Paraguay, Guatemala, El Salvador, Ecuador y Bolivia. Respecto a estos datos, llama la atención cómo en Costa Rica más de un 70% de la población más pobre es atendida en seguros frente a un casi 90% de la más rica, así como en Perú el grupo más pobre supera en atención sanitaria al siguiente quintil de población.

   El análisis de estos datos permite vislumbrar la necesidad de los gobiernos iberoamericanos y su población de hacer frente a los problemas de exclusión social e inequidad, tanto en materia económica como sanitaria. Se hace obligatorio así definir políticas de cobertura y acceso universal a asistencia sanitaria, de la misma manera que se debe reforzar la efectividad de los mismos, puesto que existen diferencias destacables entre el acceso legal y el efectivo.

   No debe olvidarse, y menos en el Día Mundial de la Salud, que ésta es un derecho universal y un factor decisivo para el adecuado desarrollo del bienestar de las personas, al mismo tiempo que un requisito indispensable para el adecuado desarrollo de las sociedades y de la equidad de las mismas, una de las asignaturas pendientes de Iberoamérica.