Actualizado 06/09/2018 11:56

¿Cómo se forma un líder indígena?

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EUROPA PRESS

   MADRID, 4 Jun. (Notimérica)

   Son alrededor de las cuatro de la tarde cuando los alumnos del campus de Getafe comienzan a volver a las aulas de este antiguo cuartel militar que la Universidad Carlos III de Madrid reconvirtió en centro de estudios superiores. Entre los veinteañeros que llenan las clases, un grupo de adultos con marcados rasgos indígenas se dirigen hacia el edificio de posgrados, donde comparten clase con algunos compañeros que no proceden directamente de pueblos originarios, pero que trabajan también para estas comunidades.

   Todos son iberoamericanos que durante los próximos dos meses aprenderán la base teórica que les falta para completar la lucha campesina que han llevado a cabo a lo largo de su vida. Están aquí gracias a que el Instituto de Estudios Internacionales Francisco de Vitoria, adscrito a esta universidad, creó el título de 'Experto en Pueblos Indígenas, Derechos Humanos y Cooperación Internacional'.

   Porque... ¿se imagina usted que tras treinta años de lucha campesina no tuviese ninguna certificación que le acredite como tal? ¿Se imagina que quisiera cursar estudios especializados en derechos humanos y en sus países de origen no existan? ¿Se imagina que, en caso de existir, por ser indígena le pusiesen infinitas trabas para acceder a dichos estudios? Pues esto es justo lo que le ocurre a quienes llevan una vida dedicada a la defensa de los pueblos originarios en Iberoamérica.

   Al otro lado del charco no existen prácticamente estudios específicos sobre Derechos Humanos y, donde los hay, son de muy difícil acceso para la población indígena. Esa es la razón de ser de este título de experto que va más allá de formar a futuros líderes; se trata de formalizar esos conocimientos previos que ya tienen los alumnos.

   Adriana Sánchez, la coordinadora de este título, explica a Notimérica que los estudiantes, cuyas edades varían entre los 25 y los 55 años, son "personas que se han criado desde jóvenes en el movimiento indígena y tienen un conocimiento derivado de la lucha en el terreno", pero que por las diferentes condiciones socioecónomicas y políticas de los países en los que viven "no han tenido reflejo académico". Esto, explica la mexicana, se debe a las "evidentes limitaciones que hay en cuanto a educación de las personas indígenas, pero también de formación en materia de Derechos Humanos".

   Eso es, por ejemplo, lo que les ha ocurrido a Clemencia, Meli o Gilberto. Las dos primeras son indígenas, mientras que Gilberto, pese a no serlo, dedica su día a día a trabajar en favor de estos pueblos. Ellos son solo una representación de los más de treinta alumnos de una decena de países que son conscientes de que este año tienen la oportunidad de terminar de formarse en materia jurídica, de entender de forma teórica y práctica los organismos, los convenios y los tratados internacionales en materia de derechos de los pueblos indígenas. Mecanismos clave para el fortalecimiento y para lograr las condiciones necesarias para su preservación de las múltiples amenazas, tal y como ellos mismos relatan.

CLEMENCIA HERRERA

   Clemencia Herrera es colombiana y una de las alumnas con más edad de la clase. Tiene 46 años y desde los últimos treinta pertenece a la Organización Nacional de los Pueblos Indígenas de la Amazonía Colombiana, desde la que trabaja por la recuperación de las tierras que el conflicto entre la extinta guerrilla de las FARC y los paramilitares arrebató a las poblaciones locales, así como por la defensa de la Amazonía de las zarpas de las grandes multinacionales.

   Para ella, un líder o 'lideresa' debe tener unas cualidades muy específicas: saber escuchar, estar al día de todo lo que va aconteciendo en su comunidad y, sobre todo, aprender a dialogar. Con el diálogo precisamente entendió la necesidad de crear una escuela de Formación Política en su región y en este momento trabaja, junto con sus compañeros, en la creación de la primera Universidad Indígena Amazónica.

   Plenamente consciente de que necesita esta certificación académica de cara al mundo occidental, las enseñanzas de este título espera "trasladarlas lo antes posible a su comunidad".

GILBERTO RIVERA

   El mexicano Gilberto Rivera es el coordinador de la Fundación Werika, una ONG que trabaja con los pueblos indígenas para que la barrera idiomática no sea un problema de cara a su acercamiento a la población mexicana no indígena. Según cuenta a Notimérica, lo que más le motiva de sus nuevos estudios es "la visibilización de nuestras problemáticas en los países europeos", así como "estudiar los mecanismos internacionales en esta materia".

   Con un proyecto en marcha que consiste en emplear a unas cuarenta familias en el negocio de la joyería artesanal, este joven de Jalisco, pese a no ser indígena, defiende con uñas y dientes "la preservación de la riqueza cultural y biodiversidad que se entreteje íntimamente con la forma de entender la vida de estos pueblos ante los intereses económicos nacionales y extranjeros".

MELI GONZÁLEZ HUAIQUIMIL

   "Yo nací mapuche en territorio mapuche, pero producto del genocidio en Chile y Argentina muchos nos quedamos sin la posibilidad de conocer nuestros orígenes". Son las primeras palabras de Meli al comenzar la entrevista. Es, visto desde fuera, una de las alumnas con más garra, una de las que combate la resignación que quizá les asoma a otros con una mirada profunda y convencida. Quizá tenga que ver con que su militancia ha comenzado de adulta, tras haber pasado por la universidad "pública y occidental".

   "Quiero alentar a mi pueblo, levantarlo y luchar contra el Estado opresor y los empresarios poderosos", dice, mientras lamenta el racismo que hay por parte del Estado y de la sociedad civil argentina hacia los indígenas, que pese a estar reconocidos como pueblos originarios en la Constitución, "sufren en el día a día la negación de sus derechos".

   Meli está realizando esta especialización gracias al FILAC, el Fondo para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas de América Latina y El Caribe, que le ha concedido este año la beca a ella y a otros once compañeros. Con el desafío por delante de "difundir los logros y las denuncias de nuestras comunidades", se muestra "tremendamente agradecida" por haber tenido la oportunidad de encontrarse con sus "hermanos indígenas con los que compartir experiencias, darnos fuerza y unirnos por una lucha común".

ANTIGUOS ALUMNOS

   Por el título de experto, que cumple ahora doce ediciones, han pasado no solamente líderes indígenas, sino también médicos, ingenieros forestales o periodistas. También alumnos de países europeos interesados en la cooperación internacional y la acción solidaria, así como investigadores que profundizan a nivel jurídico en los asuntos relacionados con los pueblos originarios.

   Recuerda Adriana que muchos antiguos alumnos trabajan ahora como defensores de los derechos indígenas en litigios internacionales. Otros han ido adquiriendo posiciones de mayor poder en sus organizaciones o en las instituciones estatales. Algunos incluso compiten en elecciones municipales y departamentales con los candidatos tradicionales, "blancos y poco preocupados por la población indígena".

   El sentir general dentro de ese aula de Getafe es que de ahí, tras los dos meses que dura el curso, saldrán con la formación que les falta para ejercer su liderazgo con plenas facultades y con el documento que lo acredite. Pero fundamentalmente, por el ambiente de debate y aportación que se genera en cada una de las clases, es fácil suponer que ese es un espacio de construcción, de remar en la misma dirección y de tejer una red de apoyo y trabajo común que fortalecerá a la comunidad indígena a lo largo y ancho del continente latinoamericano.