Publicado 28/05/2016 10:59

Francisca Sánchez, la española que conquistó el corazón de Rubén Darío

Francisca Sánchez, pareja de Rubén Darío
TWITTER

   MADRID, 28 May. (Notimérica) -

   El amor y los sentimientos hacia las mujeres despertaron muy temprano en el poeta nicaragüense Rubén Darío, sin embargo, sólo la española Francisca Sánchez consiguió adueñarse de su corazón y de su legado.

   Francisca, hija del jardinero del rey Alfonso XIII, conoció a Rubén Darío en la primavera de 1899 en Madrid, y desde entonces vivieron juntos 17 años entre Madrid, París y Barcelona.

   El flechazo entre ambos se produjo cuando Darío, que había sido enviado a España por el diario argentino 'La Nación', acompañado del español Ramón María del Valle-Inclán, le pidieron a Francisca una flor en los Jardines de la Casa de Campo Real de Ávila. Así lo relata su nieta, Rosa Villacastín, junto a Manuel Francisco Reina en su libro 'La princesa Paca: La gran pasión de Rubén Darío'.

   En ese momento, Francisca se enamoró de la forma de hablar del llamado "príncipe de las letras" y así comenzó un noviazgo inesperado, en el que no hubo boda, pero si una petición de mano que el poeta describió en una de sus crónicas llamada 'Fiesta Campesina'.

   El mismo año que se conocieron, la pareja se fue a vivir a un piso en Madrid, donde la joven deleitaba al poeta con platos españoles, como la sopa de ajo o las costillas de cerdo adobadas, y también con algunos típicos de Nicaragua, como los frijoles. Darío, por su parte, enseñaba a Francisca a leer y a escribir.

   Años después, la pareja se mudó a París, dónde el poeta tenía que hacer labores de corresponsal para el diario argentino, sin embargo pasaban mucho tiempo separados, ya que Darío viajaba mucho para buscar inspiración.

   No obstante, él siempre le enviaba cartas para mantener viva la llama. "Francisca fue la única persona que le ha dado un hogar a Rubén Darío", sentenció Rosa Villacastín en una conversación sobre su nuevo libro en 'Casa de América'.

   De esta relación nacieron cuatro hijos, de los que sólo sobrevivió el último, Rubén Darío Sánchez, el heredero universal del poeta, ya que los tres primeros fallecieron a una edad muy temprana.

   Estando en París, Darío quiso casarse con Francisca, pero él ya estaba casado legalmente con la nicaragüense Rosario Murillo, un episodio que el poeta describió como "la mayor decepción que puede llevarse un hombre". Al parecer, familiares de la chica habían emborrachado y engañado a Darío para que se celebrase el matrimonio.

   Por eso, el poeta pidió al Vaticano anular ese matrimonio, pero le fue denegado. De esta forma, en Nicaragua se aprobó una ley llamada 'Ley Darío', que permitía el divorcio si los cónyuges habían estado separados más de 10 años.

   Pero Darío tuvo contacto con Rosario y eso truncó sus planes de casarse con la mujer a la que realmente amaba, Francisca, aunque siguieron viviendo juntos.

   LA DESPEDIDA

   En 1914, la pareja se despidió en el puerto de Barcelona, como en muchas otras ocasiones, pero esa vez fue la definitiva, ya que Darío y Francisca nunca más se volvieron a ver.

   El poeta se marchaba de España para impartir conferencias de paz. Sin embargo un año después, murió en su casa natal de Nicaragua a causa de una cirrosis aguda, provocada por su habito de consumir alcohol.

   Por su parte, Francisca conservó el recuerdo de su amado poeta gracias a un baúl en el que guardó durante 40 años el legado literario de Darío, con 6.000 documentos entre cartas y objetos personales, hasta que en 1956 lo donó al gobierno español, y ahora forma parte del archivo de la Universidad Complutense de Madrid.

   Cinco años después de la muerte del genio literario, Francisca se casó con José Villacastín, con el que viajó a Nicaragua para visitar la tumba de Darío. Villacastín dedicó su vida a recopilar el trabajo del poeta y fundó una editorial para reeditar sus obras.