Actualizado 29/03/2017 17:11

La Masacre de Perejil, el exterminio de miles de haitianos ordenado por Trujillo

   SANTO DOMINGO, 12 Oct. (Notimérica) -

   A lo largo de la historia muchas personas han perdido su vida por el simple hecho de pertenecer a una etnia diferente, practicar una determinada religión o poseer determinadas ideologías políticas. Quizás uno de los ejemplos más extremos de esta vertiente oscura del ser humano sucedió en la frontera entre Haití y la República Dominicana el 12 de octubre de 1937, donde la delgada línea entre la vida y la muerte radicaba en saber pronunciar correctamente en español la palabra 'perejil'.

   Durante aquellos años personas procedentes de Haití migraron hacia la República Dominicana en busca de trabajo que encontraban en las explotaciones agrícolas. Al trabajar éstos como peones en régimen de casi esclavitud hacía bastante rentable contratar haitianos en detrimento de jornaleros dominicanos, por lo que en poco tiempo la población haitiana empezó a crecer con el consiguiente recelo de los habitantes de la República Dominicana.

   De este modo, este espíritu antihaitiano comenzó ha trasladarse al Gobierno. El dictador dominicano, Rafael Leónidas Trujillo, temeroso de que los campesinos de su país no pudieran acceder a un puesto de trabajo o por el excesiva entrada de haitianos por la frontera, intentó poner fin a esta situación de una manera radical.

   Por orden directa del dictador Trujillo, policía y ejército de la República Dominicana asesinaron a hachazos y machetazos a alrededor de 30.000 ciudadanos haitianos negros y pobres, residentes en territorio dominicano fronterizo.

   No hubo piedad con ancianos, mujeres o niños, ni siquiera con muchos dominicanos, también negros y pobres, que trataron de ayudar a sus vecinos perseguidos. Este terrible episodio ha pasado a la historia como la Masacre del Perejil, por la fórmula que los asesinos utilizaron para diferenciar a los negros haitianos de los negros dominicanos.

PEGSIL

   Dicha fórmula consistía en pedir a cada persona de raza negra que pronunciara la palabra española 'perejil'. Los dominicanos no tenían problema, pero los haitianos, cuyo idioma materno es el créole (criollo, derivado del francés), solo alcanzaban a pronunciar 'pegsil'. Era su condena a muerte.

   Los cuerpos fueron arrojados en el Río Masacre, bautizado así por una antigua disputa colonial entre España y Francia. Los asesinatos de 1937 cambiaron la relación entre los dos países de la isla La Española y sus efectos pueden verse todavía hoy.

   Desde finales de septiembre a mediados de octubre de ese año hombres, mujeres y niños fueron primero reunidos y posteriormente golpeados hasta la muerte solo por el hecho de ser haitianos.

   Los escasos supervivientes fueron expulsados a Haití durante las siguientes semanas. Trujillo ocultó la noticia al pueblo dominicano, aunque se ocupó de hacer saber que había 'solucionado' el llamado "problema haitiano".

   El dictador era un importante aliado de Estados Unidos, pero después de que la magnitud de la masacre saliese a la luz la administración del presidente de Estados Unidos (de aquella época), Franklin Delano Roosevelt, hizo que el Gobierno dominicano pagase una serie de indemnizaciones a las familias de las víctimas por el daño causado, un dinero que en última instancia nunca llegó a su destino.