Actualizado 28/11/2016 13:33

Mildred Flores: "Los feminicidios en el triángulo norte centroamericano se ven agravados por el narcotráfico"

CASA AMÉRICA
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   MADRID, 28 Nov. (Notimérica) -

   Los países de Centroamérica continúan siendo los principales lugares donde se dan las tasas más altas de feminicidios. En concreto, El Salvador, Honduras y Guatemala. Así lo indica la Declaración de Ginebra en un estudio llamado 'Global Burden of Armed Violence: Every Body Counts'.

   De las 360.000 mujeres asesinadas entre 2007 y 2012, más de la mitad perdieron sus vidas en uno de los 25 países con las tasas más altas de feminicidos. Centroamérica y el Caribe continúan presentando una media mucho mayor respecto a las demás regiones debido al narcotráfico y a la asentada sociedad machista. Cabe destacar que los países que presentan un número más alto de asesinatos no se encuentran inmersos en ningún conflicto bélico.

   Los casos en la región se caracterizan por su brutalidad, una tendencia que indica que muchas de las mujeres fueron asesinadas por el hecho de ser mujeres. Sin embargo, la mayoría de los homicidios no se debieron a la violencia doméstica sino que se dieron en espacios públicos.

   Para analizar la situación actual de las mujeres en uno de estos países centroamericanos, Guatemala, Notimérica ha entrevistado a Mildred Flores Barrios, coordinadora de la Fiscalía de la Mujer del Ministerio Público guatemalteco.

   PREGUNTA: Guatemala es el cuarto país del mundo en el que existe un mayor número de feminicidios. ¿Siempre se han dado estos datos?

   RESPUESTA: Siempre hemos estado entre los primeros puestos de femicidios en el mundo y su explicación se basa en el concepto del triángulo norte: Guatemala, El Salvador y Honduras. Las consecuencias del conflicto interno siguen siendo resabios, sin embargo, la saña con la que se asesinan a las mujeres allí es alarmante. En nuestro país los crímenes no son pasionales sino que se producen asesinatos por el simple hecho de ser mujeres.

   Nosotros reportamos informes a la CEDAW --Convención sobre la Eliminación de toda forma de Discriminación contra la Mujer según sus siglas en inglés-- y damos estadísticas. A partir del año 2008 tenemos un registro obligatorio de todas las muertes violentas de mujeres y damos mucha información a nivel internacional para hacerlo visible.

P: Los femicidios en estos países centroamericanos presentan características muy diferentes a los asesinatos de hombres...

R: Es importante preguntarse qué pasó antes en la vida de esas mujeres. No solo las matan en ese momento, sino que las vienen matando en vida constantemente. Previo al crimen, son objeto de vejaciones y son violadas y mutiladas, algo muy común en este triángulo que se agrava con el narcotráfico y el crimen organizado.

P: ¿Estos países siempre estarán marcados por el contexto histórico de la guerra civil?

R: Sí, porque el número de mujeres asesinadas en el conflicto armado nos catapultó como los países más violentos en el pasado pero, centrados en el presente, los números siguen siendo muy recientes para la sociedad. Por otro lado, los datos actuales tienen que trasladarse a nivel internacional de manera digerida e interpretada por los operadores de Justicia.

P: ¿Cómo es el trabajo en la Fiscalía de la Mujer en el Ministerio Público?

   Tenemos muchas áreas especializadas, entre ellas destaca la de 'Femicidios', en la que se incluyen tanto tentativas como crímenes en sí. A su vez, dentro de la Fiscalía tenemos varias áreas y, tras las denuncias, hacemos muchas diligencias preliminares de investigación que antes del año 2008 no se llevaban a cabo. Por ejemplo, tenemos un juzgado de turno dentro de la Fiscalía y un servicio especial para que las víctimas no tengan que trasladarse a los centros de salud, atendiendo a mujeres nacidas en Guatemala y a extranjeras.

P: ¿Existen todavía casos de impunidad?

R: Dependiendo de cómo se mida. Antes de 2008 era muy difícil recopilar datos porque teníamos que tener una línea base pero a partir del 2010 y la llegada de las fiscalías especializadas las cosas han cambiado y se han obtenido cifras reales. Hoy por hoy podemos tener 1.500 sentencias anuales por el tipo penal de violencia contra la mujer solo en el área metropolitana.

P: Hace referencia a las áreas metropolitanas, ¿qué ocurre en las zonas rurales?

R: El área metropolitana es el número uno en la toma de denuncias, teniendo en cuenta que el año pasado se dieron 15.000 denuncias de 36.000 en total por todo el país. Anualmente se judicializan unos 2.000 casos llegados hasta sentencia. Sin embargo, si a eso le sumamos la cantidad de víctimas que no localizamos después de las denuncias, el panorama se complica más.

   P: El Ministerio Público incluye en su página web oficial un apartado de Atención a Víctimas de Violencia contra la Mujer. ¿Cuál es el modo de contacto?

R: Nosotros tenemos una aplicación que lanzamos el 8 de marzo de una línea de atención a la violencia contra las mujeres en su manifestación física. Fue una coordinación con el Ministerio de Gobernación. Son miembros de la Policía Nacional Civil (PNC) que están disponibles 24 horas al día ante cualquier emergencia. El número de teléfono es el 1572 y las víctimas se pueden descargar una aplicación gratuita desde Google Play que se llama 'Reportes MP'.

   En ella pueden agregar fotos y audios que serán estudiados por un departamento de la Fiscalía de la Mujer que canaliza todo, le da apoyo y seguimiento.

P: ¿Cuál es el protocolo de investigación que se sigue a partir de entonces?

   R: A partir de que la víctima llama, la patrulla que esté más cerca localiza su situación para acudir a ese lugar y si encuentra flagrante al agresor, se lo lleva detenido y la Fiscalía se encarga de la investigación. Sin embargo, si se llega en momentos posteriores al hecho, se le toma la denuncia en el centro que esté más próximo porque hay conexión con todos los órganos.

   No obstante, muchas veces, cuando la patrulla llega a la ubicación de la víctima, ésta ya no abre la puerta porque ha sido algo eventual: su agresor ha ido pero no ha entrado en su domicilio. Por eso, hay muchas mujeres que no presentan delación y es difícil contabilizar los casos.

P: A partir de esta propuesta, ¿cómo se han visto afectadas las cifras de denuncias?

R: Hasta este año, se han visto disminuidas las denuncias pero hasta el próximo año no se podrá determinar si la divulgación del 1572 y la aplicación ha repercutido en que los agresores se lo piensen dos veces antes de hacerlo porque las mujeres les pueden estar grabando y nosotros podemos recibir esa información y podemos proceder a su detención.

   P: Para las mujeres que no tengan acceso a este tipo de medios, ¿se dan facilidades estatales para proponer denuncias?

R: El Ministerio Público trabaja en todos los departamentos con la Red de Derivación a Víctimas y ella está coordinada con propio Ministerio. Cada mes, ambos organismos se reúnen para determinar el número de urgencias de dicha red. Una psicóloga y una trabajadora social del MP se encargan de tener el contacto con las víctimas si algo pasara en una comunidad muy lejana.

   Aun así, tenemos la intención de promulgar un número único de atención a las víctimas por violencia de género para que todo el mundo lo tenga en la mente y pueda contactar con nosotros. Todo se graba para poder proceder correctamente después.

P: Ha comentado que cada vez hay menos denuncias, ¿se debe a que los agresores se sienten más controlados o las mujeres siguen teniendo miedo a acusarles?

R: El año pasado cerramos las estadísticas en Ciudad de Guatemala con 15.000 denuncias y tenemos previsto que este año acabe con unas 10.000. Hay que analizar las cifras y confiar en que las campañas de prevención que hemos propuesto funcionan.

   Otra de las hipótesis se centra en que, como cada vez hay más cobertura por parte de las fiscalías, ya no se centraliza todo en el área metropolitana y las mujeres confían en el sistema en general y acceden a los organismos que les quedan más cercanos.

P: ¿Una mujer puede cometer femicidio?

R: No, porque es un hecho histórico. Las mujeres no nos matamos entre sí por el simple hecho de serlo. Implica odio y por ello es la forma más extrema de la violencia contra la mujer.

   P: Tras los deplorables rankings por violencia en los que se ve incluida Guatemala, ¿cree que se ha estigmatizado su situación en la actualidad?

R: Hemos llevado a cabo muchos avances pero creo que estos no se visualizan hasta que no salimos del país. Muchos países latinoamericanos nos han reconocido en diferentes conferencias que han aprendido mucho de los pasos de Guatemala en materia de violencia contra la mujer.

   En Centroamérica fuimos los primeros en aprobar una ley contra el femicidio y tipificó el delito como tal, llamándolo por su nombre. Creo que hay que ponderar lo bueno pero siempre lo malo pesa más que lo primero. Es un país violento e inseguro frente a otros países del mundo, donde tienes la seguridad de que puedes subirte a un taxi y llegar viva a tu destino.