Actualizado 16/07/2018 10:35

La moda del plagio de bordados y diseños artesanos mexicanos: Zara copia a las mujeres de Aguacatenango

BORDADOS CHIAPANECOS
WIKIPEDIA

   CIUDAD DE MÉXICO, 13 Jul. (Notimérica) -

   No es la primera vez que marcas de moda internacional se valen de tradiciones o elementos culturales típicos de pequeñas comunidades para beneficio propio. Lo 'exótico' y auténtico de las vestimentas de este tipo de sociedades constituye un atractivo para los consumidores, pero también un 'robo' de identidad.

   El plagio de vestimentas, colores, bordados, patrones, etc., en especial de pueblos indígenas y originarios, es cada vez más común en los catálogos de grandes marcas. Estos reproducen de forma masiva elementos originarios del trabajo de artesanas y artesanos que, en la mayor parte de las veces, viven en circunstancias de pobreza y marginalidad, lo que lo hace aún más cuestionable.

   La vulnerabilidad --en especial económica-- a la que están sujetos este tipo de comunidades hace que sea difícil impedir que sus ideas seas copiadas. Tal y como cuenta a 'Animal Político' la artesana mexicana María Méndez, originaria de un municipio del estado de Chiapas, empresarios chinos llegaron al pueblo con la intención de comprar muchas de las blusas que confecciona junto con otras mujeres del lugar.

   La joven de Aguacatenango cuenta que supuso mucho trabajo que, a pesar de no estar bien remunerado, aceptaron. Poco después se dieron cuenta de que sus diseños --que incluyen bordados rococó, margaritas, nudos, crucetas o cadenas en el telar de cintura-- habían sido replicados masivamente, recoge el citado medio. "Sólo vienen para el beneficio de ellos mismos. Por eso no podemos salir adelante", dice.

   Así, son varias las ocasiones en las que este tipo de denuncias se han registrado. Grandes mascas como Zara, Mango, Intropia o la diseñadora francesa Isabel Marant, han sido señaladas por plagiar vestimentas y bordados típicos de artesanos indígenas de México que, posteriormente, han sido vendidos de manera masiva en todo el mundo.

   El plagio y la venta de este tipo de diseños no solo constituye un presunto delito con repercusiones económicas para los artesanos y las economías locales, sino que también supone una difusión de un patrimonio cultural, en este caso mexicano, sin atribución al mismo. Al tratarse de empresas que operan a nivel masivo e internacionalmente, la normalización de esos diseños de cara a los consumidores puede conllevar la pérdida de autenticidad de los diseños y, por ende, una merma en la identidad de las gentes.

   Por ello, no se trata únicamente de un tema jurídico y económico. Las consecuencias sociales son asimismo importantes y trascendentales para diversas comunidades, una vez más, marginadas y pobres.