Actualizado 20/08/2018 15:39

Nicaragua: cuatro meses de violencia y represión

A masked demonstrator holds a big national flag during a protest against Nicarag
REUTERS / OSWALDO RIVAS
   

   MANAGUA, 20 Ago. (Notimérica) -

   Todo comenzó el pasado mes de abril, aunque por la dimensión de los hechos acontecidos hasta el momento, todo indica que las brasas de la tremenda hoguera en la que se encuentra actualmente Nicaragua ya estaban calientes meses antes.

   Aquel mes primaveral, el presidente del país, Daniel Ortega --quien acumula a día de hoy 11 años en el poder--, anunció una reforma por decreto del Instituto Nicaragüense de la Seguridad Social (INSS) por la que se incrementaban las contribuciones de trabajadores y empresarios al tiempo que imponía una retención del 5 por ciento a los jubilados.

   La decisión de Ortega prendió la mecha de la ciudadanía nicaragüense, que salió a la calle el 18 de abril en protesta por la medida. Durante la manifestación, todos los presentes --jubilados, universitarios y empresarios-- fueron amedrentados por grupos pro-gubernamentales y, de los enfrentamientos entre ambos bandos, resultaron heridas siete personas.

   La tensión vivida y la falta de respuesta de la Administración de Ortega hace que al día siguiente, 19 de abril, vuelvan a convocarse protestas --esta vez en todo el país-- y con un mayor seguimiento. Los estudiantes toman la batuta de las manifestaciones, en las que hay presencia de integrantes de las Juventud Sandinista, y la presencia de los cuerpos de seguridad caldea más el ambiente.

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   Ese día sería realmente el detonante de la crisis social que se vive en el país: el conocimiento de la muerte de tres personas --dos estudiantes y un policía-- y el registro de decenas de heridos estuvieron acompañados por la llegada de una orden de la Presidencia en la que se imponía el corte de transmisión de tres canales de televisión.

   Las redes sociales pasaron entonces a ser la principal herramienta de comunicación entre los nicaragüenses, quienes desde ese día han continuado movilizándose. Al día siguiente, los ciudadanos han organizado centros de acopio y brigadas médicas de apoyo. Las balas y explosiones ya no son excepcionales. Álvaro Conrado, de 15 años, muere en una de estas protestas y suma cuatro víctimas.

   A partir de ese momento, la situación no cesa de agravarse. El derribo de los 'Árboles de la Vida' instalados por orden de la vicepresidenta y esposa de Ortega, Rosario Murillo, marcan el inicio de una nueva petición por parte de los manifestantes: la de la dimisión de la pareja presidencial. Ortega aún no había dado declaraciones, mientras que Murillo únicamente había menospreciado a los manifestantes.

   Quizás fue la petición de su renuncia lo que llevó a Ortega a dar marcha atrás el 22 de abril y anunciar la retirada de la reforma de la Seguridad Social. Sin embargo, la lucha ya estaba en las calles y los nicaragüenses lloraban a la treintena de muertos hasta el momento, a lo que no ayudó el despliegue del Ejército.

   Dos días después, convocado un paro nacional y con muestras de apoyo internacional, los manifestantes continúan en las calles y ese 24 de abril estudiantes se atrincheran en la Universidad Politécnica de Nicaragua, desde donde serán llevados a la prisión de La Modelo y, según han denunciado, torturados.

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   La creación oficialista de una Comisión de la Verdad, que no convence a los nicaragüenses, viene acompañada de la creación de la coalición Universitaria. Cinco movimientos estudiantiles activos en las propuestas --Movimiento Universitario 19 de Abril, Movimiento Estudiantil 19 de Abril, Alianza Universitaria Nicaragüense, Movimiento Universitario 19 de Abril UNA, Coordinadora Universitaria por la Justicia y la Democracia--.

   Se llama al diálogo, más después del informe publicado por observadores de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) que cuantifica 76 muertos, 868 heridos y 438 personas detenidas arbitrariamente, pero este no funciona. La presión de los obispos de Nicaragua no consiguen frenar la situación, y las protestas continúan acumulando heridos y fallecidos.

   El 30 de mayo se celebrará 'La Madre de todas las marchas', una manifestación en la que las madres de los fallecidos mostraron los rostros de sus hijos y que se saldó con otros 15 muertos más. La patronal decidió romper con Ortega y se unió a la petición de su salida, pero el mandatario sentenció asegurando que "Nicaragua nos pertenece a todos y aquí nos quedamos todos".

   Tras una propuesta a Estados Unidos de adelantar elecciones, el diálogo se reanudó el 15 de julio. La Conferencia Episcopal de Nicaragua y el resto de grupos opositores anuncian que se ha acordado invitar a observadores internacionales. Se consiguen firmar varios acuerdos, entre ellos el adelanto de las elecciones al mes de marzo de 2019, pero la muerte de una familia tras ser calcinados después de que 'parapoliciales' quemaran su casa con ellos dentro --incluidos dos niños pequeños-- al no permitir que agentes la ocuparan, aviva nuevamente el fuego.

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   La violencia y la represión no cesan. El 7 de julio la Asociación Nicaragüense Pro Derechos Humanos (ANDPH) recoge un balance de 351 muertos, y en los días posteriores comenzaron a registrarse ataques contra religiosos nicaragüenses, mediadores del conflicto. Como consecuencia, las mesas de diálogo y negociación fueron suspendidas.

   La denominada 'Operación limpieza' trata de levantar las barricadas instaladas por todo el país a mediados de julio, lo que hace que se creen focos de resistencia como Diriá, Catarina y Masaya. Precisamente esta última ciudad es asediada el 17 de julio por más de 1.500 efectivos del Ejército, Policía y paramilitares. Esta victoria da fuerzas al oficialismo, que se niega a adelantar las elecciones y asegura haber "derrotado el golpe".

   Las protestas no cesan, y miles de ciudadanos nicaragüenses ya han salido del país. La llegada de ciudadanos nicas a sus países vecinos, en especial a Costa Rica, ha provocado protestas xenófobas y ataques contra migrantes y ciudadanos de origen nicaragüense. Personajes ilustres y en un pasado alineados con la ideología sandinista, el cantautor nicaragüense Carlos Mejía Godoy, han hecho las maletas y ha huído del país.

   A día de hoy, cuatros meses después del inicio de las protestas, se contabilizan 317 muertos según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). El pasado sábado miles de nicaragüenses volvieron a salir a las calles para exigir la salida de Ortega y Murillo, la puesta en libertad de los considerados presos políticos y el fin de la violencia.