Actualizado 31/03/2017 04:16

El Papa concede a todos los sacerdotes la facultad de absolver de forma permanente el pecado del aborto

   ROMA, 21 Nov. (EUROPA PRESS) -

   El Papa Francisco ha decidido otorgar de forma permanente a todos los sacerdotes, en razón de su ministerio, la facultad de absolver el pecado del aborto. Así lo recoge en la Carta Apostólica publicada con motivo del cierre del Año de la Misericordia.

   "Para que ningún obstáculo se interponga entre la petición de reconciliación y el perdón de Dios, de ahora en adelante concedo a todos los sacerdotes, en razón de su ministerio, la facultad de absolver a quienes hayan procurado el pecado de aborto --anuncia--. Cuanto había concedido de modo limitado para el período jubilar, lo extiendo ahora en el tiempo, no obstante cualquier cosa en contrario".

   En todo caso, el Pontífice enfatiza con todas sus "fuerzas" que el aborto es un pecado grave, porque pone fin a una vida humana inocente. "Con la misma fuerza, sin embargo, puedo y debo afirmar que no existe ningún pecado que la misericordia de Dios no pueda alcanzar y destruir, allí donde encuentra un corazón arrepentido que pide reconciliarse con el Padre", asegura. Por ello, pide que cada sacerdote sea guía, apoyo y alivio a la hora de acompañar a los penitentes en este camino de reconciliación especial.

   Antes del año jubilar, la facultad de absolver el pecado del aborto estaba reservada a los obispos que, a su vez, delegaban en el penitenciario de la catedral.

DECISIÓN PERSONAL CON LOS LEFEBVRIANOS

   Además, el Pontífice mantendrá "por decisión personal" para los sacerdotes de la Franternidad de San Pío X (Lefebvrianos) la facultad de absolver lícitamente los pecados a los fieles que se confiesen en sus iglesias por el bien pastoral de éstos, y confiando en la buena voluntad de sus sacerdotes, para que se pueda recuperar con la ayuda de Dios, la plena comunión con la Iglesia Católica. Esta competencia les había sido otorgada con motivo del Año de la Misericordia y ahora la conservarán "hasta nueva disposición".

   Más en general, Francisco habla extensamente del sacramento de la Reconciliación, renueva su invitación a los sacerdotes de prepararse con mucho esmero para el ministerio de la Confesión y reclama que operen con un "corazón magnánimo". "Incluso en los casos más complejos, en los que se siente la tentación de hacer prevalecer una justicia que deriva sólo de las normas, se debe creer en la fuerza que brota de la gracia divina", puntualiza, al tiempo que recomienda la escucha y la difusión de la palabra de Dios a través de la Biblia.

RECONOCER LA COMPLEJIDAD DE LA REALIDAD FAMILIAR

   Por otro lado, Francisco destaca la "gracia del Sacramento del Matrimonio" que fortalece a la familia para que sea un lugar privilegiado para la misericordia, pero asegura que este año Jubilar debe servir también para ayudar a reconocer la complejidad de la realidad familiar actual.

   Considera, así, que ello exige, sobre todo de parte del sacerdote, un discernimiento espiritual "atento, profundo y prudente" para que "cada uno, sin excluir a nadie", sin importar la situación que viva, pueda sentirse acogido concretamente por Dios, participar activamente en la vida de la comunidad y ser admitido en ese Pueblo de Dios.

ACOMPAÑAMIENTO EN LA MUERTE

   El Papa también recuerda que el momento de la muerte reviste una "importancia particular" y constituye un "gran reto" para la Iglesia en un momento de "banalización" de la misma. Así, destaca que la participación del sacerdote en este momento significa un "acompañamiento importante" porque ayuda a sentir la cercanía de la comunidad cristiana en los momentos de debilidad, soledad, incertidumbre y llanto.

   Francisco revela en su misiva que a la luz del "Jubileo de las personas socialmente excluidas", mientras en todas las catedrales y santuarios del mundo se cerraban las Puertas de la Misericordia, intuyó que, "como otro signo concreto" de este Año Santo extraordinario, se debe celebrar en toda la Iglesia, en el XXXIII Domingo del Tiempo Ordinario (último antes de la Fiesta de Cristo Rey), la Jornada Mundial de los Pobres. Para el Pontífice, esta será una Jornada que ayudará a las comunidades y a cada bautizado a reflexionar cómo la pobreza está en el corazón del Evangelio y constituirá también una genuina forma de nueva evangelización.

REVOLUCIÓN CULTURAL

   Así, en su carta, el Papa llama a no cerrar las puertas de la misericordia. "Estamos llamados a hacer que crezca una cultura de la misericordia, basada en el redescubrimiento del encuentro con los demás: una cultura en la que ninguno mire al otro con indiferencia ni aparte la mirada cuando vea el sufrimiento de los hermanos", avisa el Papa.

   En este sentido, precisa que las obras de misericordia son "artesanales" y que se puede llevar a cabo una "verdadera revolución cultural" a partir de la simplicidad de esos gestos que saben tocar el cuerpo y el espíritu, es decir, la vida de las personas. "La tentación de quedarse en la teoría sobre la misericordia se supera en la medida en que esta se convierte en vida cotidiana de participación y colaboración. No podemos olvidarnos de los pobres: es una invitación hoy más que nunca actual, que se impone en razón de su evidencia evangélica", insiste.

   Precisamente, el Pontífice recuerda que todavía hay poblaciones enteras que sufren hambre y sed y niños que no tienen nada para comer; grandes masas de personas emigrando en busca de alimento, trabajo, casa y paz; la enfermedad, en sus múltiples formas, que es una causa permanente de sufrimiento y que reclama socorro, ayuda y consuelo; cárceles con condiciones de vida inhumana; analfabetismo, que expone a los menores a nuevas formas de esclavitud. "El mundo sigue generando nuevas formas de pobreza espiritual y material que atentan contra la dignidad de las personas", lamenta.

INDIVIDUALISMO EXASPERADO

   A su juicio, la cultura del "individualismo exasperado," sobre todo en Occidente, hace que se pierda el sentido de la solidaridad y la responsabilidad hacia los demás. "Dios mismo sigue siendo hoy un desconocido para muchos; esto representa la más grande de las pobrezas y el mayor obstáculo para el reconocimiento de la dignidad inviolable de la vida humana", alerta.

   El Pontífice también ha encarga al Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización acompañar a los Misioneros de la Misericordia, como expresión directa de su "solicitud y cercanía", y encontrar las formas más coherentes para el ejercicio de este ministerio.

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