Actualizado 29/03/2017 10:53

El PMA trabaja para romper con el "círculo vicioso" de la pobreza en El Salvador

   El país centroamericano arrastra un problema de malnutrición "crónica" que pasa desapercibido para muchas familias

   MADRID, 2 Oct. (EUROPA PRESS) -

   Un 35 por ciento de la población de El Salvador vive en la pobreza, inmersa en un "círculo vicioso" en el que también están relacionados la malnutrición, la falta de oportunidades y la inseguridad. El Programa Mundial de Alimentos (PMA) trabaja con los colectivos más vulnerables para brindarles una oportunidad de desarrollarse en todos los sentidos.

   El Salvador está considerado un país de renta media, por lo que su principal problema en materia alimentaria no es tanto la desnutrición aguda --los niveles serían de hasta un 5 por ciento, según la ONU-- como la "crónica", aquella en la que "los niños sí comen" pero "tienen una dieta pobre en nutrientes".

"No es la cantidad, es la calidad", ha advertido a Europa Press el representante del PMA en El Salvador, Nils Grede, al relatar una situación prácticamente "invisible" para muchas familias. Los niños no se quejan y sus padres a veces ni siquiera perciben su retraso en el desarrollo físico o cognitivo, muchas veces por falta de información.

   A nivel nacional, los niveles de desnutrición crónica rondan el 14 por ciento, pero en algunas áreas rurales se puede llegar al 40 por ciento. Gobierno y agencias internacionales trabajan, en colaboración con patrocinadores privados, para reducir estos datos con una serie de programas que abarcan todo tipo de enfoques.

   El PMA ha desarrollado programas específicos destinados a los primeros mil días de vida, una etapa clave en el desarrollo en la que se determina la curva de crecimiento. Grede ha destacado que "es un periodo bastante corto", por lo que es relativamente barato --entre 8 y 9 dólares al mes por persona-- lograr que un niño crezca sano.

   Esta iniciativa implica desde las tareas de formación, por ejemplo en materia de higiene o de fomento de la lactancia materna, hasta la ayuda directa, económica o alimentaria, a los hogares necesitados. El PMA ha impulsado este año el reparto de alimentos "fortificados" (con nutrientes esenciales) introduciéndolos en las estanterías de la cadena de supermercados más popular.

   Unos 18.000 mujeres y niños pueden acceder actualmente a este producto gracias a las tarjetas distribuidas en centros de salud, pero la idea del PMA es poder llegar a un 20 por ciento de personas más que quieran acudir al supermercado y comprar a un precio accesible el alimento, "un producto perfecto" y "no solo para pobres", ha apuntado Grede.

UN CÍRCULO

   El representante del PMA en El Salvador ha admitido que, aunque "no es lo mismo malnutrición y pobreza", sí que "una gran mayoría de la malnutrición se da en la pobreza". Se trata, ha explicado, de una "relación muy estrecha" que forma parte de un "círculo vicioso" en el que se entremezclan también la inseguridad o la migración.

   La inseguridad es precisamente una de las grandes lacras del país centroamericano, considerado uno de los más violentos del mundo. El informe InSight Crime sitúa el índice de homicidios en 103 por cada 100.000 habitantes y en 2015 se registraron alrededor de 6.650 muertes violentas.

   La mayor parte de esta delincuencia gira en torno a las pandillas que basan su existencia en hacerse fuertes frente a grupos rivales. Grede ha recordado que esta lucha no se traduce únicamente en inseguridad, sino también en límites a la libertad de movimiento que impiden acudir al médico y han obligado a dejar los estudios a miles de jóvenes.

   Grede ha lamentado que sólo "una pequeña minoría" de los jóvenes encuentran trabajo y ha explicado que el PMA tiene actualmente tres iniciativas sobre la mesa con las que quiere ayudar a dicho colectivo y para las que es necesario no sólo de la colaboración de donantes estatales, sino también de patrocinadores privados.

   Así, promueve un programa de becas subvencionadas en empresas para favorecer el empleo, la creación de cooperativas de mujeres para proporcionar almuerzos escolares o un plan de desarrollo de arte urbano para que los jóvenes de zonas marginadas se libren del "estigma" y "recuperen la confianza en ellos mismos". "Al crear algo bonito (en un barrio), el ambiente cambia", ha apuntado Grede.

PREPARADOS ANTE EMERGENCIAS

   El PMA no olvida en El Salvador una de las labores por las que más se le reconoce en todo el mundo, la respuesta ante emergencias, y la organización ha llegado a distribuir este año 28.000 cupones canjeables en tiendas para personas afectadas por las sequías, cada vez más frecuentes en el país centroamericano.

   Sin embargo, Grede ha abogado por mirar más allá y ha defendido también los esfuerzos en materia de "resiliencia", un enfoque con el que se busca que las distintas comunidades "puedan afrontar las emergencias por sí solos". Se trata de proyectos a dos o tres años y que van desde labores de reforestación a otras de construcción, pasando por un mejor acceso al agua.

   El PMA aspira a que sean las administraciones locales y la propia población quienes terminen "apropiándose" de las iniciativas, a "construir modelos" para que, una vez concluida la participación internacional, los colectivos vulnerables puedan seguir su desarrollo sin ayuda externa.

   Grede ha reconocido que éste es uno de los grandes desafíos a medio plazo en el caso de El Salvador, al tiempo que también ha destacado la importancia de la "autosuficiencia", fomentando por ejemplo que las distintas ayudas y subsidios lleven aparejadas condiciones sobre la participación en "actividades productivas".

   En aras de este desarrollo local, el PMA ha revisado también su propia logística para que el "poder de compra" de esta organización termine beneficiando a la población. La agencia ha iniciado un programa de colaboración con pequeños productores --30 cooperativas con unos 8.000 integrantes-- para adquirir bienes locales o al menos favorecer su distribución.

   Del desarrollo local depende en gran medida la lucha contra otro de los grandes emblemas del pasado reciente de El Salvador: la migración. Uno de cada cuatro ciudadanos salvadoreños --2,5 millones-- vive en otro país, principalmente en Estados Unidos, y un 17 por ciento de la economía nacional depende de las remesas.

   Quienes cruzan la frontera norteamericana, sin embargo, siguen siendo pocos en comparación con todos los que lo intentan. Grede ha advertido de que los 8.000 dólares que pueden llegar a pagar a los 'coyotes' termina siendo una carga insalvable para sus familias en caso de que el intento salga mal, lo que deriva a su vez en más pobreza y más malnutrición.