Actualizado 26/07/2017 09:54

Pobreza, violencia y desempleo conducen a inmigrantes iberoamericanos a morir asfixiados en Texas

Frotera
GETTY IMAGES

   CIUDAD DE MÉXICO, 25 jul (Reuters/Notimérica).-

   Después de sobrevivir a un infernal viaje en la parte trasera de un camión sin ventilación ni aire acondicionado, en el que murieron 10 personas, Delmin López ingresó el domingo a un hospital de San Antonio, Texas, junto con otros 28 inmigrantes con los que intentó cruzar la frontera de Estados Unidos.

   Para López, de 23 años, es la segunda vez en que intenta entrar ilegalmente a Estados Unidos, decisión que tomó en parte para pagar una antigua deuda que contrajo cuando buscó alcanzar el "sueño americano" por primera vez.

   Ahora, el temor de otro fracaso se asienta fuertemente entre sus seres queridos en el oeste de Guatemala, donde su madre Eulalia Colomo se preocupa por su deportación, un hecho que podría arruinar a una familia de 12 hijos.

   Colomo explicó que su familia pidió un préstamo bancario y dejó su casa empeñada para pagar el primer viaje de Delmin, que el año pasado terminó a unos 2,000 kilómetros de su lugar de residencia cuando fue capturado en la ciudad mexicana de Reynosa, en el violento estado de Tamaulipas y cerca de la frontera con Estados Unidos.

   "Yo lo único que quiero es que lo dejen allá porque él luchó por quedarse allá (Estados Unidos), y yo espero que me hagan el favor de dejarlo porque sino no podremos pagar nuestra deuda", dijo Colomo por teléfono desde el pueblo de Santa Irene, en las montañas de Guatemala.

   "Mi esposo es agricultor y hay días que tiene trabajo y otros días que no comemos", agregó preocupada la mujer de 53 años.

   Las autoridades de Estados Unidos han concedido visas temporales en otros casos de tráfico de personas. Algunos sobrevivientes buscan visas a cambio de su testimonio contra los responsables de la operación, dijo Silvia Mintz, abogada que representa al Consulado de Guatemala en Houston.

   Diez inmigrantes murieron y 29 fueron hospitalizados, después de que más de 100 subieron al tráiler para un viaje de 240 kilómetros desde la frontera a San Antonio, donde fueron hallados el domingo en un estacionamiento Walmart.

   El conductor del camión, acusado de tráfico de personas, dijo que no sabía que llevaba inmigrantes en el tráiler hasta que hizo una parada de descanso en Texas, mostraron el lunes documentos judiciales. James Bradley Jr., de 60 años, podría ser condenado a muerte si es hallado culpable del delito.

   El joven guatemalteco fue hallado severamente deshidratado pero vivo y habló por primera vez con su madre desde el hospital, luego de que emprendió el peligroso viaje hacia el norte hace dos meses.

APOSTANDO LA VIDA

   Al igual que otros que iban en el tráiler, López consideró que la posibilidad de encontrar trabajo en Estados Unidos superaba el riesgo de convertirse en otra estadística de la dura política contra la inmigración ilegal del presidente Donald Trump.

   Ese es el precio que están dispuestos a pagar miles de inmigrantes indocumentados. El fin de semana otros tres guatemaltecos murieron cuando intentaban cruzar a Estados Unidos por el Río Bravo, en Tamaulipas, confirmó el Ministerio de Relaciones Exteriores de Guatemala.

   Las detenciones en la frontera suroeste bajaron casi un 47 por ciento en los primeros seis meses del año a 104,288 personas, según estadísticas de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, por sus siglas en inglés), lo que sugiere que la retórica del presidente Trump ha resultado disuasiva.

   López, quien entregó a los contrabandistas cerca de 7,000 dólares en su primer viaje y enfrenta los gastos para tratar una úlcera en la garganta de su madre, dobló su apuesta en su segundo intento por llegar a Estados Unidos y pagó otros 20,000 quetzales (3,300 dólares), dijo Eulalia Colomo.

   "Estaba muy decidido", sostuvo Colomo.

   Atormentados por la violencia y la pobreza de las pandillas, la mayoría de los inmigrantes indocumentados que viajan a Estados Unidos provienen desde Guatemala, Honduras y El Salvador.

   Los enfrentamientos entre grupos criminales, que se pelean rutas para el tráfico de droga y otros delitos, ha provocado una oleada de violencia en México en los últimos 18 meses, lo que ha aumentado los incentivos para que algunos jóvenes mexicanos se arriesguen al cruce.

   Hasta el momento, las autoridades han identificado a un guatemalteco de 20 años y a cuatro mexicanos entre los muertos del camión. Al menos 21 mexicanos también fueron hospitalizados, dijo el Gobierno mexicano.

   Cuatro de los inmigrantes internados en los hospitales de San Antonio provienen de la pequeña localidad de Calvillo, en el estado mexicano de Aguascalientes, según funcionarios y familiares.

   "En este pueblo prácticamente no hay familia que no tenga algún miembro en Estados Unidos", dijo Adán Valdivia, alcalde de Calvillo, quien dio detalles sobre los inmigrantes atrapados en la parte trasera del camión.

   Viridiana Ramírez, de 25 años, dijo que su hermano Mario se había esforzado por hallar trabajo en Calvillo pero sin éxito, por lo que decidió salir de su pueblo para reunirse con sus amigos en Estados Unidos. "Le dijeron que allá había trabajo y decidió irse como muchos que quieren una mejor calidad de vida", comentó.

   Hablando bajo condición de anonimato, el tío de otro de los mexicanos hospitalizados en San Antonio dijo que los "polleros" (traficantes de personas) le cobraron entre 3,500 y 4,500 dólares por llevarlos desde el centro del país a Estados Unidos.

   "Ellos salieron hace como 15 días, mi sobrino se comunicó con nosotros para decirnos que por favor alguien parara el camión. Ellos ya no podían respirar (...) La gente iba muriendo", comentó. "No es Trump, es México lo que está haciendo que nuestra gente muera de esta manera", agregó.