MADRID, 3 Ago. (Notimérica) -

   El fotógrafo de 31 años Rubén Espinosa, que fue asesinado este viernes en México DF junto a otras cuatro mujeres, dedicó su vida casi por completo a la práctica de sus dos pasiones: el fotoperiodismo y el activismo social.

   Especialista en la cobertura de movimientos sociales y firme defensor de la protección de los periodistas, se enfrentó en más de una ocasión a la cruda realidad que viven los profesionales del periodismo en Veracruz, una de las ciudades mexicanas con mayor acoso a las periodistas.

   Según 'Article 19', una organización internacional que protege a estos trabajadores, desde el año 2000 han sido asesinados 17 periodistas y se han producido numerosas agresiones.

   Sin embargo, esto no impidió a Espinosa realizar su trabajo con pasión y diligencia y denunciar públicamente el temor sufrido por los periodistas de la zona.

   A pesar de haber nacido y crecido en Ciudad de México, su trabajo se había desarrollado durante los últimos 8 años en Veracruz. Sin embargo, en junio de 2015 se vio obligado a exiliarse y acudir a México DF para evitar una posible represalia contra su persona.

   Aunque nunca pudo poder nombre a sus acosadores, desde hacía meses notaba que un grupo de personas desconocidas, vestidas de negro, le seguían y observaban con detenimiento todos sus movimientos.

   Teniendo en cuenta la suerte que habían vivido algunos de sus compañeros en Veracruz, no dudó un instante y optó por el exilio, señalando en una entrevista a Sinembargo que no confiaba en las autoridades para poner fin a su situación.

   "Yo no confío en ninguna institución del Estado, no confío en el gobierno, temo por mis compañeros, temo por mí", señaló al diario mexicano.

CONFLICTOS CON EL GOBIERNO.

   Espinosa y su entorno de compañeros y amigos se vieron excluidos de actos oficiales mucho antes de su salida de Veracruz. Según explicaba el periodista, le gustaba especialmente involucrarse en los casos que fotografiaba y "hacer seguimiento de los mismos" para poder proteger a jóvenes estudiantes de la zona.

   Sin embargo, no fue sólo esto lo que pudo incomodar al gobierno. El fotoperiodista también desató la polémica como consecuencia de una fotografía donde el Gobernador de Veracruz, Javier Duarte de Ochoa, posaba con una gorra policial y cuyo título decía "Veracruz, ciudad sin ley".

   Desde entonces y como forma de protección ante posibles represalias, tuvo que incrementar su protección y realizar cursos de defensa personal especializados para periodistas.

   A pesar de todo esto, se unió al resto de sus compañeros para proclamar la protección de los profesionales de esta profesión y de este modo, surgió Comisión para la Atención y Protección de Periodistas, fruto del Congreso, que él mismo dijo "que no sirve de nada".