Actualizado 28/08/2015 20:31

San Antonio del Táchira, una ciudad fantasma en la frontera con Colombia

   CARACAS, 28 Ago. (Reuters/Notimérica) -

   En días normales, los ruidos de las motos y de los coches viejos no cesan en el puente internacional que une a Venezuela y Colombia. Las calles alrededor son ruidosas, sucias y están repletas de comerciantes que ofrecen sus mercancías y de contrabandistas que llevan sus productos ocultos en equipajes.

   Sin embargo, San Antonio del Táchira, en la frontera de Venezuela con Colombia, se ha convertido esta semana en una ciudad fantasma. Los soldados armados custodian cada esquina, muchos comercios han cerrado y las calles están casi vacías.

   La dependencia de Colombia de la ciudad fronteriza se sintió crudamente después de que el presidente venezolano, Nicolás Maduro, ordenara el cierre de la frontera el pasado 22 de agosto, deportando desde entonces a más de 1.000 colombianos.

   Según el Gobierno, con la medida se busca controlar el contrabando y la actividad paramilitar en el área.

SUPUESTA ESTRATEGIA ELECTORAL.

   Una opinión que no comparten todos los venezolanos. Los opositores, por su parte, acusan a Maduro de tratar de crear una disputa con el país vecino para distraer a los venezolanos de la agobiante crisis económica en la que están sumergidos. Esta supuesta estrategia cobra más sentido al tener en cuenta que se aproximan las elecciones parlamentarias en Venezuela.

   "Maduro ha desatado una persecución contra los colombianos porque él quiere desviar la atención de la profunda crisis que tiene el país", dijo el diputado opositor Walter Márquez, en uno de los pocos cafés abiertos en San Antonio del Táchira.

   "Hace una semana que no utilizo la caja registradora", dijo Carolina León, de 28 años, cuya familia posee desde hace 15 años una tienda de bolsos y ropa.

   "No hay comercio aquí, no hay nada", agregó, tras explicar que sus productos a menudo eran comprados por los colombianos en lugar de los lugareños, que no tienen suficiente dinero.

   León, venezolana, está casada con un colombiano al que no ha visto desde que cerraron la frontera. Cuando le preguntaron por qué abría su negocio a pesar de la falta de clientela, confesó que únicamente lo hacía por la amenaza del gobernador del estado Táchira.

   "Vamos a romper las cadenas y candados de las tiendas que no estén abiertas", dijo el martes el gobernador oficialista del Táchira, José Vielma.

   Ante esta situación, la Cámara de Integración Económica Venezolano Colombiana (Cavecol) ha comunicado a medios locales que el cierre fronterizo profundizará la caída del comercio binacional.

   A esto agregó que el intercambio de productos entre Colombia y Venezuela ha disminuido un 40 por ciento en los primeros siete meses de este 2015.

   "Desde la Cámara hacemos un llamado al entendimiento, al trabajo en conjunto en pro de la resolución pacífica de cualquier desavenencia que se presente", dijo Cavecol a través de un comunicado publicado en su página web.

RÍO DEL ÉXODO.

   Venezuela ha ofrecido durante décadas un refugio a colombianos que huyen del conflicto armado y que alguna vez se sintieron abandonados por su Gobierno. De hecho, se estima que más de cinco millones de colombianos residen en Venezuela.

   Las deportaciones masivas que están teniendo lugar en Venezuela han sido denunciadas por diversos colectivos. Entre ellos, la Iglesia, que ha calificado de trato inhumano a la manera en la que los colombianos están siendo expulsados de Venezuela.

   Maduro, por su parte, ha rechazado las acusaciones, a la vez que ha afirmado que sólo tiene en la mira a los criminales.

EL CONTRABANDO EN LA FRONTERA.

   La situación ha sido contemplada por periodistas de Reuters, quienes han visto esta semana a cientos de colombianos huyendo, llevando todo lo que pueden en sus espaldas a través del río que separa a ambos países. Muchos de ellos dijeron que eran residentes legales y que fueron injustamente agredidos.

   Los contrabandistas compraban productos venezolanos a precios mucho más bajos, especialmente gasolina, para luego revenderlos en la frontera colombiana a precios elevados, agravando la escasez en el territorio venezolano.

   Con el cierre de la frontera, el Gobierno anunció el lunes que la venta en las estaciones de servicio se redujo en un millón de litros de gasolina.