Actualizado 27/09/2014 19:02

Venezuela ocupa las plantas de la compañía estadounidense Clorox junto a cientos de trabajadores

CARACAS, 27 Sep. (Reuters/EP) -

   El Gobierno de Venezuela, respaldado por cientos de trabajadores, ha ocupado las plantas de la estadounidense Clorox para su reactivación, después de la retirada de la multinacional del país, que ha realizado un despido telefónico masivo.

   Clorox, fabricante de productos de limpieza, anunció el lunes su salida de Venezuela e informó de que vendería sus activos en el país tras reconocer considerables pérdidas en el 2014 por las restricciones impuestas a través del control de cambios vigente desde hace más de una década.

   Cientos de trabajadores han ocupado las dos plantas de la firma, en espera de que el Gobierno socialista les diera un espaldarazo en la reactivación de las operaciones.

   "Aquí está el Gobierno obrerista del presidente Nicolás Maduro ocupando temporalmente estas instalaciones junto a los trabajadores", ha afirmado el vicepresidente Jorge Arreaza, desde la planta de la firma en Los Valles del Tuy, al sur de Caracas.

    Arreaza ha añadido que también procederán a reactivar las instalaciones en la otra planta de Clorox en Guacara, en el centro del país petrolero.

   "No hay empresa transnacional, y esto que lo sepan otras empresas si es que acaso pretendieran seguir el nefasto e inédito ejemplo de esta empresa, que sea capaz de quitarle el derecho al trabajo en revolución a los venezolanos", ha afirmado el vicepresidente.

   La ley venezolana contempla que se instale una instancia de negociación entre los trabajadores y el empleador supervisada por el Estado cuando está en riesgo la estabilidad laboral. En estos casos, ordena además la inamovilidad laboral durante el proceso.

   Además, autoriza la ocupación temporal cuando una empresa sea "cerrada ilegalmente o abandonada". Esta ocupación puede ser el paso previo a una nacionalización, a la administración obrera o a una empresa de capital mixta entre privados y el Estado. El vicepresidente no ha aclarado el Gobierno pasará a confiscar y administrar los activos.

DESPIDO TELEFÓNICO

   Los trabajadores han apoyado la toma con consignas como "Chávez vive y el trabajo sigue", en referencia al fallecido líder venezolano. "No al cierre ilegal. Queremos trabajar", se leía en pancartas pegadas en la fábrica.

   "Tenemos experiencia para seguir operando la empresa. La mitad de los trabajadores lleva más de ocho años trabajando aquí. Esta es la principal fuente de empleo en el municipio", ha explicado Luis Piñango, uno de los casi 300 trabajadores que han permanecido día y noche en la unidad de los Valles del Tuy.

   "Ellos huyeron del país. No siguieron los pasos que dicta la legislación venezolana para hacer un cierre", ha comentado Piñango en declaraciones a Reuters, horas antes de que la comisión gubernamental llegara a la fábrica.

   El vicepresidente agregó que no lograron comunicarse con la gerencia de la multinacional, criticando que "que huyó del país".

   El último contacto de la firma con sus trabajadores fue a través de un mensaje de texto que recibieron la madrugada del lunes en el que se les invitaba a participar de una conferencia telefónica. Unos volantes entregados por los vigilantes de la fábrica también invitaban coger la llamada.

   En ella, la voz grabada del gerente general de Clorox en Venezuela, Óscar Ledezma, les anunciaba su despido. "Clorox Venezuela se ha convertido en un negocio inviable. Como resultado de esto nos hemos visto forzados a descontinuar nuestras operaciones (...) esto significa que su relación laboral con la empresa se da por terminada de manera inmediata", afirmaba.

MILES DE CAJAS APILADAS

   Mientras la escasez de productos de limpieza se sigue agudizando en el país de 29 millones de habitantes, en la planta de Clorox, en Los Valles del Tuy, miles de cajas de cloro, desinfectante y blanqueador esperan para ser despachadas.

   Varias transnacionales, desde Colgate-Palmolive hasta Avon, han advertido de que sus balances se han visto afectados por los complejos controles de cambio y precios y la desaceleración de la economía, que las han llevado a reducir sus operaciones en el país.