MADRID, 4 Jul. (EUROPA PRESS) -
Un nueso estudio plantea dos futuros radicalmente diferentes para la humanidad este siglo: una escalada de crisis y tensión social o una transformación audaz hacia el bienestar para todos.
Los hallazgos, publicados en Global Sustainability, enfatizan la importancia de considerar el bienestar y la cohesión social al estudiar cómo interactúan los riesgos planetarios, la desigualdad y las tensiones sociales.
El estudio revisado por pares, Escenarios de Earth4All: Bienestar humano en un planeta finito hacia 2100, utiliza un enfoque de modelado basado en la dinámica de sistemas para explorar dos escenarios futuros: Demasiado poco, demasiado tarde, y el Gran Salto.
Los hallazgos del modelo muestran que, en las condiciones actuales de "continuidad" (el escenario Demasiado poco, demasiado tarde), la humanidad corre el riesgo de caer gradualmente en un deterioro cada vez mayor: un mundo cada vez más gris y fragmentado.
Sin embargo, el escenario del Gran Salto demuestra que aún existe una ventana de oportunidad para la acción global con el fin de revertir las tendencias decrecientes del bienestar, mantener el calentamiento global por debajo de los 2 °C, reducir la desigualdad y crear las condiciones para una prosperidad sostenida a lo largo del siglo.
CINCO CAMBIOS RADICALES
El estudio identifica cinco "cambios radicales extraordinarios" que, de implementarse simultáneamente, podrían alterar fundamentalmente la trayectoria de la humanidad: erradicar la pobreza, reducir la desigualdad, empoderar a las mujeres y transformar los sistemas alimentarios y energéticos mundiales. "Extraordinario" se refiere a un cambio sustancial en las inversiones con respecto a las cuatro décadas anteriores.
El autor principal, Per Espen Stokens, de BI Norwegian Business School, afirmó: "Nos planteamos una pregunta simple pero urgente: ¿puede mejorar el bienestar humano al tiempo que se reducen las presiones sobre los límites planetarios? Nuestro modelo responde que sí, pero solo si logramos estos cambios radicales mediante cambios decisivos en nuestras políticas económicas actuales".
Una innovación clave del estudio es la introducción de dos nuevos índices: tensión social y bienestar. Esto permitió a los investigadores modelar no solo las complejas interacciones entre los factores económicos y ambientales en ambos escenarios, sino también incluir ciclos de retroalimentación social que captan la confianza, la inversión pública y la capacidad política. Los resultados del modelo sugieren que la creciente desigualdad y la degradación ambiental alimentan las tensiones sociales, lo que a su vez reduce la capacidad de los gobiernos para implementar las políticas a largo plazo necesarias para abordar los riesgos existenciales relacionados con el cambio climático y otros límites planetarios.
"Al integrar un índice de tensión social y un índice de bienestar, hemos podido destacar la importancia de la dinámica social en los escenarios climáticos", explicó la coautora Nathalie Spittler, de la Universidad BOKU. "Alcanzar los objetivos climáticos no es solo una cuestión de desarrollo tecnológico y económico. Si el bienestar disminuye y las tensiones sociales aumentan, se crea un círculo vicioso donde las condiciones necesarias para un cambio transformador se vuelven más difíciles de lograr".
Por el contrario, el estudio sugiere que las acciones para reducir la desigualdad y aumentar la cohesión social y el bienestar son clave si los gobiernos desean implementar cambios en las políticas climáticas y otros problemas globales. El estudio destaca la velocidad y la magnitud de las acciones necesarias para garantizar el bienestar de todos en un planeta habitable para 2100.
"El escenario del Gran Salto muestra que tenemos un camino técnicamente plausible, pero ambicioso", comentó Per Espen Stoknes. "Requiere un nivel de cooperación internacional y liderazgo político que aún no hemos visto, pero un cambio político de este tipo aún podría brindar un futuro próspero para la humanidad en un planeta estable".