MADRID, 3 Abr. (EUROPA PRESS) -
La tendencia de las estrellas a exhibir movimientos aleatorios se debe principalmente al envejecimiento en la edad de las galaxias que las acogen, no por su entorno circundante o la masa de la galaxia.
Es la conclusión de un nuevo estudio publicado en la revista MNRAS (Monthly Notices of the Royal Astronomical Society).
"Cuando hicimos el análisis, encontramos que la edad, consistentemente, sin importar cómo la dividamos, es siempre el parámetro más importante", apunta en un comunicado el primer autor, el profesor Scott Croom, investigador de ASTRO 3D en la Universidad de Sydney.
"Una vez que se tiene en cuenta la edad, esencialmente no existe ninguna tendencia ambiental, y ocurre lo mismo con la masa. Si encuentras una galaxia joven, estará girando, sea cual sea el entorno en el que se encuentre, y si encuentras una galaxia vieja, tendrá órbitas más aleatorias, ya sea en un entorno denso o en un vacío", aclara el investigador.
El equipo de investigación también incluyó a científicos de la Universidad Macquarie , la Universidad Tecnológica de Swinburne, la Universidad de Australia Occidental, la Universidad Nacional de Australia la Universidad de Nueva Gales del Sur y la Universidad de Queensland todas ellas en Australia y la Universidad de Cambridge en Reino Unido y la Universidad Yonsei en la República de Corea.
"El estudio actualiza nuestra comprensión de estudios anteriores que han sugerido de diversas formas el medio ambiente o la masa como factores más importantes. Pero el trabajo anterior no es necesariamente incorrecto", afirma el segundo autor, el doctor Jesse van de Sande, también de la Universidad de Sydney.
Las galaxias jóvenes son superfábricas de formación de estrellas, mientras que en las más viejas la formación estelar cesa. "Sabemos que la edad se ve afectada por el medio ambiente. Si una galaxia cae en un entorno denso, tenderá a detener la formación estelar. Por lo tanto, las galaxias en entornos más densos son, en promedio, más antiguas", afirma el Van de Sande. "El objetivo de nuestro análisis es que no es vivir en ambientes densos lo que reduce su giro, sino el hecho de que son mayores".
Nuestra propia galaxia, la Vía Láctea, todavía tiene un delgado disco de formación de estrellas, por lo que todavía se considera una galaxia rotacional de alto espín. "Pero cuando miramos la Vía Láctea en detalle, vemos algo llamado disco grueso de la Vía Láctea. No es dominante, en términos de luz, pero está ahí y parecen ser estrellas más viejas, que bien pueden haber sido calentadas por el delgado disco en épocas anteriores, o haber nacido con movimientos más turbulentos en el Universo temprano", apunta el profesor Croom.
La investigación utilizó datos de observaciones realizadas en el marco del SAMI Galaxy Survey. El instrumento SAMI fue construido en 2012 por la Universidad de Sydney y el Observatorio Anglo-Australiano (ahora Astralis). SAMI utiliza el Telescopio Anglo-Australiano, en el Observatorio Siding Spring, cerca de Coonabarabran, Nueva Gales del Sur. Ha estudiado 3.000 galaxias en una amplia gama de entornos.
El estudio permite a los astrónomos descartar muchos procesos cuando intentan comprender la formación de galaxias y así afinar los modelos de cómo se ha desarrollado el Universo. Los próximos pasos serán desarrollar simulaciones de la evolución de las galaxias con mayor detalle.