Publicado 30/05/2025 11:12

La lepra llegó a América siglos antes que los europeos

A partir de este tipo de muestra, las técnicas de ADN antiguo permiten la reconstrucción de genomas humanos y de patógenos del pasado. Al dorso, una bandera wiphala que representa a las comunidades indígenas de Sudamérica.
A partir de este tipo de muestra, las técnicas de ADN antiguo permiten la reconstrucción de genomas humanos y de patógenos del pasado. Al dorso, una bandera wiphala que representa a las comunidades indígenas de Sudamérica. - NICOLAS RASCOVAN, INSTITUT PASTEUR

   MADRID, 30 May. (EUROPA PRESS) -

   Considerada durante mucho tiempo una enfermedad traída a América por los colonizadores europeos, la lepra podría tener una historia mucho más antigua en el continente americano.

   Científicos del Instituto Pasteur, el CNRS y la Universidad de Colorado, en colaboración con diversas instituciones de América y Europa, revelan que una segunda especie de bacteria recientemente identificada, responsable de la lepra, Mycobacterium lepromatosis, ha estado infectando a humanos en América durante al menos 1.000 años, varios siglos antes de la llegada de los europeos.

   Estos hallazgos se publican en la revista Science.

   La lepra es una enfermedad desatendida, causada principalmente por la bacteria Mycobacterium leprae, que afecta a miles de personas en todo el mundo: cada año se reportan aproximadamente 200.000 nuevos casos de lepra. Aunque M. leprae sigue siendo la causa principal, este estudio se centró en otra especie, Mycobacterium lepromatosis, descubierta en Estados Unidos en 2008 en un paciente mexicano y posteriormente, en 2016, en ardillas rojas de las Islas Británicas.

   Dirigido por científicos del Laboratorio de Paleogenómica Microbiana del Instituto Pasteur, también asociado al CNRS, y la Universidad de Colorado, en colaboración con comunidades indígenas y más de 40 científicos de instituciones internacionales, incluyendo arqueólogos, este estudio analizó el ADN de casi 800 muestras, incluyendo restos humanos antiguos (de excavaciones arqueológicas) y casos clínicos recientes con síntomas de lepra.

   Los resultados confirman que M. lepromatosis ya estaba extendida en América del Norte y del Sur mucho antes de la colonización europea y aportan información sobre la diversidad genética actual de las micobacterias patógenas. "Este descubrimiento transforma nuestra comprensión de la historia de la lepra en América", afirmó en un comunicado la Dra. Maria Lopopolo, primera autora del estudio e investigadora del Laboratorio de Paleogenómica Microbiana del Instituto Pasteur. "Demuestra que una forma de la enfermedad ya era endémica entre las poblaciones indígenas mucho antes de la llegada de los europeos".

MUY SIMILARES GENÉTICAMENTE HACE MIL AÑOS

   El equipo empleó técnicas genéticas avanzadas para reconstruir los genomas de M. lepromatosis a partir de individuos antiguos hallados en Canadá y Argentina. A pesar de la distancia geográfica de varios miles de kilómetros, se descubrió que estas cepas antiguas, que datan de períodos similares (hace aproximadamente 1.000 años), presentaban una sorprendente proximidad genética.

   Aunque pertenecen a dos ramas distintas del árbol evolutivo del género Mycobacterium, estas ramas son genéticamente más cercanas entre sí que cualquier otra rama conocida. Esta proximidad genética, sumada a su distancia geográfica, implica necesariamente una rápida propagación del patógeno por el continente, probablemente en tan solo unos pocos siglos.

   Los científicos también identificaron varios linajes nuevos, incluyendo una rama ancestral que, a pesar de haberse separado del resto de la diversidad de especies conocidas hace más de 9000 años, continúa infectando a los humanos hoy en día en Norteamérica. Este descubrimiento sugiere una diversificación antigua y duradera en el continente, así como una diversidad en gran parte inexplorada que probablemente aún esté por descubrir.

   Cabe destacar que los análisis también sugieren que las cepas encontradas en ardillas rojas en el Reino Unido en 2016 forman parte de un linaje americano que se introdujo en las Islas Británicas en el siglo XIX, donde posteriormente se propagó. Este descubrimiento destaca la reciente capacidad del patógeno para cruzar continentes, probablemente a través de intercambios humanos o comerciales.

   "Apenas estamos comenzando a descubrir la diversidad y los movimientos globales de este patógeno recientemente identificado. El estudio nos permite plantear la hipótesis de que podría haber reservorios animales desconocidos", afirmó Nicolás Rascovan, autor principal del estudio y jefe del Laboratorio de Paleogenómica Microbiana del Instituto Pasteur.

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