(Información remitida por la empresa firmante)
GUANGZHOU, China, 9 de mayo de 2025 /PRNewswire/ -- Reportaje de GDToday.
Al conmemorarse este año el 80º aniversario de la victoria en la Gran Guerra Patria de la Unión Soviética, algunos recuerdos compartidos que trascienden las fronteras nacionales vuelven a la luz.
Los descendientes de revolucionarios de la provincia de Guangdong, en el sur de China, lucharon codo con codo con el pueblo soviético contra la agresión fascista. En sus venas y con sangre, lucharon con su cuerpo y alma por la paz anhelada.
Sus historias no solo graban la amistad forjada por los pueblos chino y ruso, sino que también reflejan la historia de lucha de Guangdong en la causa antifascista global.
Una lucha sin complejos
A principios de la década de 1930, cientos de jóvenes con aspiraciones, en su mayoría herederos de revolucionarios chinos, fueron enviados desde China a la Unión Soviética para adquirir conocimientos y habilidades técnicas útiles.
Sin embargo, en 1941, cuando la Alemania nazi lanzó un ataque repentino contra la Unión Soviética, se vieron obligados a enfrentarse directamente a la crueldad de la guerra. Muchos de ellos, provenientes de una vida de lujo, tuvieron que soportar el hambre y el frío cuando fueron trasladados desde las aulas a la retaguardia del campo de batalla.
En el Hogar Infantil Internacional de Ivanovo, aprendieron a trabajar en fábricas y granjas, e incluso se ofrecieron como voluntarios en hospitales de la ciudad para ayudar a soldados heridos. Sus historias son un testimonio de resiliencia, uniendo fronteras nacionales en una lucha compartida contra el fascismo.
Deng Jinna, un ángel que sana el dolor
Deng Jinna, de la provincia de Guangdong, quien falleció a los 82 años en diciembre de 2020, es testigo de este capítulo de la historia.
Cuando estalló la guerra en 1941, Deng, a los 8 años, junto con sus compañeros del Hogar Infantil Internacional de Ivanovo, viajaba largas horas entre hospitales para limpiar vendas para los soldados que luchaban en el frente. Como un ángel, Deng trabajaba incansablemente escribiendo notas de aliento en trozos de periódico. Aquellos soldados agonizantes se sentían alentados por las canciones y los bailes de Deng y sus compañeros.
En 2020, Pashkov Viktor, el actual Cónsul General de Rusia en Guangzhou le entregó a Deng la "Medalla del 75º Aniversario de la Victoria en la Gran Guerra Patria" junto a su cama de hospital, en honor a su solidaridad y a la del pueblo chino durante la guerra.
"Damos de comer a los heridos, les contamos historias, y cuando sonreían, sabíamos que había valido la pena", declaró Li Duoli en 2020, compañero de Deng durante la guerra.
Su hijo mayor, Li Dongming, relató su terrible experiencia en tiempos de guerra: "Cuando los aviones enemigos lanzaban bombas incendiarias, los niños mayores corrían a apagar las llamas con arena. Sobrevivimos a base de patatas y cebollas". Estos fragmentos de memoria, forjados con valentía y resiliencia, conectan décadas para ilustrar cómo incluso los más jóvenes soportaron el peso de la historia.
Huang Jian, combatiente en el frente interno
En 1941, Huang Jian tenía solo 14 años. Considerado demasiado frágil y débil, no llegó al ejército, pero aun así, ansiaba un milagro histórico tras las líneas: recolectaba botellas vacías para fabricar cócteles molotov llenos de gasolina, paleaba nieve en bases aéreas, trabajaba en fábricas de municiones e incluso donaba sangre mensualmente durante tres años consecutivos.
"¡Todo por la victoria!" era la frase clave que lo impulsaba a seguir adelante. "Éramos muy jóvenes todavía", reflexionó Huang Jian en una ocasión, "pero cada gota de sangre que donábamos, cada patata que cultivábamos, era nuestro desafío contra el fascismo".
Estas palabras cristalizan la extraordinaria determinación de una generación que convirtió la escasez en fuerza, demostrando que incluso los más jóvenes podían empuñar las herramientas de la liberación.
Hermanos Su, guerreros en fábricas textiles
Otra historia legendaria provino de los hijos de Su Zhaozheng, figura destacada del movimiento obrero chino. Su hija, Su Liwa, y su hijo, Su Heqing, tras recibir entrenamiento militar, trabajaron en la Fábrica Textil de Ivanovo, donde producían suministros esenciales para el frente.
El horror de la guerra aún estaba profundamente grabado en sus recuerdos. "Cuando los aviones alemanes rugían sobre nosotros, nos escabullíamos a tientas, huíamos a refugios antiaéreos y volvíamos corriendo a nuestras máquinas en cuanto sonaba la señal de que no había peligro".
Su inquebrantable determinación y emblemática de los hijos e hijas de Guangdong, se convirtió en un eslabón indispensable en la cadena industrial de la Unión Soviética durante la guerra: un testimonio de cómo las manos comunes impulsaron una lucha extraordinaria.
¿Qué recordar después de 80 años?
Ochenta años después, mientras China y Rusia conmemoran conjuntamente esta histórica victoria, las historias del pueblo de Guangdong se alzan no solo como un homenaje al pasado, sino como un claro llamamiento a la paz. En una era marcada por la creciente división y confrontación, la humanidad necesita estos lazos transnacionales de solidaridad para iluminar el camino a seguir.
Hoy, esta historia recuerda al mundo que tras la victoria en la lucha contra el fascismo se encuentran los sacrificios y la unidad de innumerables personas comunes a través de las fronteras. Su determinación colectiva, forjada en el crisol de la guerra, sigue siendo un faro para la cooperación global frente a los desafíos modernos.
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