(Información remitida por la empresa firmante)
Madrid, 08 de julio de 2025.-
“Discutimos por WhatsApp, evitamos lo que duele en el trabajo y llegamos a casa sintiéndonos solos aunque estemos acompañados. Tenemos más recursos que nunca para cuidarnos, pero nuestras relaciones siguen deteriorándose. Algo en los vínculos se ha fracturado, y está pasándonos factura", destaca Julia Mata Bueso, psicóloga especializada en vínculos sanos y colaboradora habitual de empresas, centros de formación y entidades públicas, que lleva más de 15 años acompañando a personas y equipos a reparar sus formas de relacionarse.
Desde su consulta de psicología en Sant Pere de Ribes (Barcelona) o en sus sesiones online, pasando por aulas de posgrado y espacios institucionales, su enfoque integra la psicología del trauma, las teorías del apego y la comunicación consciente. “Las personas vienen a consulta por ansiedad, insomnio o conflictos con sus hijos o parejas. En las empresas, me llaman por problemas de liderazgo o mal clima laboral. Pero, en ambos contextos subyace lo mismo: relaciones que no sabemos cuidar, patrones que se repiten, emociones que no sabemos nombrar", explica Julia.
Para esta profesional, no existe una vida personal y otra profesional separadas: “Lo que no resolvemos en casa, lo llevamos al trabajo y viceversa. Sanar vínculos es sanar sistemas enteros.”
Una mirada sostenida por la ciencia
Este enfoque no solo nace de la experiencia clínica, sino también de la investigación. En 2022, una revisión meta-analítica publicada en Personality and Individual Differences —con datos de casi 80.000 personas— mostró una clara relación entre los estilos de apego inseguros y una mayor prevalencia de ansiedad, depresión, soledad y baja autoestima (Dagan et al., 2022).
Pero los vínculos no afectan solo a lo personal. Un estudio más reciente, publicado en el Journal of Business and Psychology (Kafetsios et al., 2024), analizó a más de 32.000 trabajadores y concluyó que los estilos de apego inseguros también predicen el agotamiento emocional, el bajo rendimiento y la desconfianza en el liderazgo. Por el contrario, un apego seguro se asocia con mejores relaciones laborales y mayor bienestar organizacional.
“Vivimos con el sistema nervioso saturado. Reaccionamos desde la defensa, no desde la conexión. Aprender a regularnos, entender nuestro apego y nombrar lo que duele cambia por completo la forma en que vivimos y nos vinculamos tanto en casa como en el trabajo", sostiene Julia.
Un caso clínico con do mundos
Marta (nombre ficticio), de 42 años, llegó a la consulta de Julia Mata Bueso refiriendo agotamiento, insomnio y una sensación constante de lucha. Tenía conflictos frecuentes con su expareja por la crianza de su hijo, y en su trabajo como jefa de equipo evitaba los enfrentamientos, pero se llevaba los problemas a casa. Lo que parecía simple estrés terminó revelando un patrón de apego ansioso-evitativo, profundamente ligado a experiencias emocionales de su infancia.
“Con Marta trabajamos la conciencia del trauma, la regulación emocional y la comunicación desde la autenticidad. Poco a poco dejó de sobreexigirse, aprendió a poner límites y se reconectó con sus necesidades reales. Lo sorprendente es que, al sanar el vínculo consigo misma y reconocer patrones que repetía de la infancia, mejoraron tanto la relación con su expareja como con su equipo", detalla Julia.
Apego, infancia y resiliencia
El impacto de los vínculos empieza temprano. Un estudio español de 2025 publicado por el Colegio Oficial de Psicología de Madrid analizó a adolescentes entre 13 y 17 años, revelando que quienes tenían apego seguro mostraban mejor regulación emocional, flexibilidad cognitiva y capacidad de planificación (PSED, 2025). Esto demuestra que aprender a vincularse bien no es solo cosa de adultos: se construye desde la base.
También la resiliencia tiene un papel central. Una revisión liderada por la Universitat de Barcelona y el Hospital Clínic, publicada en Psychological Medicine, confirmó que las personas que han vivido maltrato infantil presentan mayor riesgo de trastornos mentales en la edad adulta. Sin embargo, aquellas que desarrollan resiliencia logran amortiguar significativamente este impacto, generando vínculos más sanos (UB & Clínic, 2025).
Julia sostiene que las personas que trabajan sus propios recursos, desarrollan la creatividad y se atreven a poner luz en la sombra de su infancia tienen más probabilidades de ser resilientes. Y este proceso, profundo y transformador, se potencia enormemente con acompañamiento terapéutico.
Del cuerpo a la emoción: la raíz de un enfoque
Julia creció en Cádiz, con una infancia marcada por la danza. Ese vínculo con el cuerpo, el ritmo y la expresión emocional dejó huella en su forma de acompañar: “Aprendí desde pequeña que lo que no se expresa en tu infancia se queda atrapado en el cuerpo. Hoy traduzco eso en un acompañamiento que no solo pasa por la mente, sino por todo lo que somos y con quienes nos vinculamos".
Sanar como acto social
En un momento en que hablar de salud mental ya no es tabú, Julia defiende que el siguiente paso es hablar de relaciones saludables como parte esencial de ese mismo cuidado: “Podemos practicar la autoconciencia, hacer mindfulness y comer saludable, pero, si seguimos en relaciones dañinas, evitativas o dependientes, nunca vamos a sentirnos realmente en paz. Aprender a relacionarnos mejor no es un lujo emocional: es una necesidad colectiva.”
Sobre Julia Mata Bueso
Psicóloga sanitaria especializada en vínculos, trauma y transformación emocional. Colabora con EAE Business School, Planeta Formación y Universidades, y entidades como el Ayuntamiento de Vilanova i la Geltrú. Atiende en consulta privada online y presencial en Sant Pere de Ribes (Barcelona).
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