Actualizado 29/09/2014 13:39

La nueva realidad de la oposición política en Cuba

Granma
Foto: REUTERS

MADRID, 6 Sep. (Notimérica/EP) -

   El Gobierno post-revolucionario en Cuba sigue anquilosado en el poder desde hace más de medio siglo y aunque el descontento de algunos sectores de la sociedad cubana es más que evidente, lo cierto es que la oposición política que trata de convencer de que el cambio es la mejor opción, no ha logrado conseguir el suficiente apoyo del pueblo cubano como para que este se vuelque en la transformación.

   Ante esta situación, el analista cubano Haroldo Dilla Alfonso del Real Insituto Elcano, establece dos tipos de oposición. Una sería la antisistémica, que por sus ideas de acabar con el sistema cubano, no considera, aunque una parte de ella estaría dispuesta a dialogar con el Gobierno, que la clase política actual y su orden sean legítimos. Sus facciones más radicales directamente igualan el diálogo a la rendición.

   Por otro lado, existe una oposición que aunque mantiene posiciones críticas asume que los dirigentes cubanos son legítimos y no aspiran a ser una opción política. Estos son grupos de intelectuales, activistas nucleados en torno al Espacio Laical y a la Revista Temas, a los académicos pro-mercado del Centro de Estudio de la Economía Cubana de la Universidad de La Habana, al izquierdista Observatorio Crítico y a algunos blogueros oficiosos.

   Sin embargo, este segundo grupo es más un "acompañamiento crítico" al Gobierno que una oposición real. La actual oposición política es el resultado de los últimos 25 años y su aparición y su propagación están estrechamente relacionadas con la situación crítica que ha atravesado Cuba desde la desaparición del bloque soviético.

   A principios de los 90, las organizaciones opositoras eran de dos tipos: las defensoras de Derechos Humanos -como el Comité Cubano pro-Derechos Humanos- y los diversos partidos políticos que imitaban a las tendencias políticas de fuera de la isla: liberales, socialdemócratas, socialcristianos...

   Al principio, los disconformes o los que presentaban opciones políticas diferentes no defendían un discurso antisistémico. Junto a estas iniciativas surgieron otras como redes de periodistas independientes.

   Sin embargo, en 2003 una ola represiva lanzó a 75 personas a la cárcel sin un proceso judicial adecuado y motivó la emigración de otros. Con el ascenso de Raúl Castro como sustituto de su hermano se abrió una etapa de flexibilización de la represión a la que se acostumbraba combatir las disidencias.

   Las actividades podían realizarse siempre que se desarrollasen en espacios privados y nunca en las calles que eran "de Fidel", según el propio Gobierno.

LA ACTUALIDAD

   Esta flexibilización explica que la oposición cubana se haya multiplicado y diversificado en los últimos diez años como nunca lo había hecho. Más allá de la presencia pública de estos grupos en Cuba, algunos de ellos tienen enlaces exteriores que hacen de portavoces ante el mundo.

   Muchas de ellas dicen defender los Derechos Humanos y luego pasan a abarcar otras esferas, como es el caso de la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional, dirigida por Elizardo Sánchez, un veterano y controvertido activista que ha ganado una alta visibilidad internacional.

   Otro ejemplo también a mencionar es el de las Damas de Blanco, que surgieron en 2003, y que eran mujeres familiares de presos políticos. Tuvieron un impacto inusitado al convertir sus motivaciones íntimas en un programa público. El Gobierno tenía poco que hacer contra ellas.

   Sin embargo, las Damas de Blanco han asumido posiciones más duras, han incluido el apoyo al embargo norteamericano y han establecido una relación de cooperación y financiamiento con la Fundación Nacional Cubano Americana.

   De igual manera son visibles otras organizaciones que han decidido representar a colectivos o sociales específicos y definen su identidad en base a ellos (femeninos, étnicos, clasistas, LGTB, etc).

   Otras organizaciones tienen agendas difusas y parecen más destinadas a explotar oportunidades políticas que a representar sectores específicos. Este es el caso de la Federación Latinoamericana de Mujeres Rurales/Cuba que opera en las ciudades y está vinculada al denominado Partido Republicano Cubano, asociado al Grupo de Apoyo para la Disidencia/Democracia de Miami, uno de los principales intermediarios en el manejo de los fondos del gobierno norteamericano para apoyar a la oposición en Cuba.

   Además, hay otra serie de organizaciones que asumen agendas más generales y proponen propuestas sistémicas de transformación. Sus estructuras son de partido. La organización con más repercusión ha sido el Movimiento  Cristiano de Liberación, fundado en 1988, y estructurado hasta su muerte en 2012 en torno a Oswaldo Payá.

   También hay que mencionar a la Unión Patriótica de Cuba (UNPACU) relacionada con la organización del exilio Fundación Cubano Americana (FNCA), mencionada como su contraparte formal ante los programas de financiamiento del gobierno norteamericano. También a Cuba Independiente y Democrática (CID) y la Fundación Lawton.

   Una última parte serían las organizaciones, redes, proyectos y personalidades que circulan en la red y que utilizan las nuevas tecnologías para difundir sus ideas. Un significativo es el Estado de Sats, un pequeño grupo de activistas que ha apostado por un tipo de acción de mayor complejidad intelectual y que ha trabajado junto a reuniones nutridas de blogueros y coloquios.

EL FUTURO DE LA OPOSICIÓN

   Tras décadas de represión, la oposición ha resistido y aunque no posea la capacidad movilizadora y una gran influencia en la opinión pública, su existencia está destinada a perdurar. Sin embargo, en su estado actual no constituye un factor lo suficientemente fuerte para dinamitar el régimen político.

   La oposición, muy dividida, podría cambiar sus expectativas si la élite política actual sufriera quiebras o si la aglomeración de demandas sociales generara que el pueblo cubano comenzase a ejercer una posición más crítica.

   La oposición política en Cuba tiene por delante un camino difícil y una implantación nacional que le permita autosostenerse y prescindir de apoyos internacionales financieros que la deslegitima, además de hacer un programa atractivo para una población acostumbrada al estancamiento político.

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