Publicado 27/06/2023 16:30

"Admiro a los pequeños editores": David Felipe Arranz gana el premio Bibliodiversidad 2023

DAVID FELIPE ARRANZ, PREMIO A LA BIBLIODIVERSIDAD 2023
DAVID FELIPE ARRANZ, PREMIO A LA BIBLIODIVERSIDAD 2023 - La Comisión de Pequeños Editores de la Asociación

MADRID, 27 Jun. (EUROPA PRESS) -

David Felipe Arranz (Valladolid, 1975), profesor de Comunicación en la Universidad Carlos III de Madrid, ya obtuvo la Antena de Plata 2018 de la Asociación de Profesionales de Radio y Televisión por "El Marcapáginas", que inició su andadura en septiembre de 2000 en Radio Círculo, del Círculo de Bellas Artes.

¿Qué eres más: periodista, filólogo o profesor?

-A ver, yo creo que la palabra que englobaría todo y que refleja muy bien lo que yo hago es el humanismo, es decir, los humanistas del siglo XVI integraban áreas de conocimiento que siglos después se han segmentado, pero, yo creo que las tres parcelas que son: la filológica, la periodística y la académica se ayudan y se enriquecen mutuamente, entonces no podría desvincularme emocionalmente de ninguna de las tres sin faltar al respeto a las otras dos, entonces me sería muy difícil elegir, yo creo que son partes de un todo y así me lo planteé cuando empecé la profesión. Periodismo sin Filología se quedaría muy cojo como oficio porque la Filología es la pasión por las letras y la palabra se complementan perfectamente y la pata de la docencia es contagiar mi entusiasmo y mi pasión por estas disciplinas a las generaciones más jóvenes, entonces, forma todo parte de un engranaje maravilloso.

Hablando sobre tu carrera profesional vemos que casi en su totalidad ha estado en el ámbito de la cultura, ¿Por qué por parte de los medios no se le presta la misma atención que a otras secciones como, por ejemplo, internacional?

-Porque para que te guste la cultura tienes que dedicarle tiempo y tienes que dedicarle recursos de tu día a día y los medios de comunicación suelen ir a lo fácil que es alimentar a las audiencias con una información fácilmente digerible, como pueden ser los deportes o la crónica social y leer un libro o entender una exposición del Museo del Prado o ir a un concierto en el Auditorio Nacional o a una ópera del Teatro Real. Implica primero, documentarte antes -si quieres entender algo-, segundo, disfrutar de ese encuentro con lo cultural, con un tempo completamente diferente, reposado para poder digerirlo después y luego la tercera parte, aprehender (coger, asir' o 'captar por medio de los sentidos) esa experiencia estética cultural que has experimentado. Y los tiempos no juegan a favor de lo que yo siempre he llamado el "Slow Journalism" (periodismo tranquilo) donde la información no es compulsiva, sino es una información como hace The New Yorker, de largo aliento, que no es para tirar al día siguiente, sino que podría formar parte de un libro imperecedero de un buen editor, o los programas de "a fondo" de los años 70 de Televisión Española. Ese es el periodismo que a mí me interesa ahora mismo. Lo cultural requiere de paciencia, de vocación y de que los responsables de los medios se den cuenta de lo importante que es, formar una ciudadanía con espíritu crítico que nos aleje del populismo que está inundándolo todo.

El marcapáginas es tu programa de radio desde hace 23 años, ¿Cómo fue empezar en el mundo de la radio?

-Yo todavía estaba acabando periodismo y mi pasión había sido comunicar el mundo de los libros, leerlos, conocer a los autores y poder hacer un espacio para estar con ellos tranquilo y a gusto con el tiempo que me permitieran las ondas y César Antonio Molina, siendo director del círculo de Bellas Artes, acababa de inaugurar radio círculo, entonces, yo ni corto ni perezoso, me fui allí a pedírselo. Me fui a su despacho le planté el proyecto encima de la mesa y ¿Cuál fue mi sorpresa?, que me dijo: "Empiezas mañana". ¿Tú sabes lo que es eso para un chaval? vamos una ilusión que ni te imaginas. Todo eso lo tengo grabado a fuego en mi memoria, con el mejor de los cariños. Soy devoto de César Antonio Molina. Él fue, -vamos a decir- mi primer valedor, la primera persona que me dio trabajo y encima un trabajo que me gustaba.

Como profesor, ¿Cómo está la educación actualmente? ¿Esta herida mortalmente?

-No, no está herida, lo que pasa es que a los jóvenes hay que abrirles perspectivas, mostrarles autores que les interesen, explicar la materia, no de una forma ardua y sometida a automatismos, sino vamos a decir -extrayendo las luces y la magia de la cultura- haciéndoles ver que la materia teórica está viva y que el día de mañana les va a ayudar profesionalmente, que todo lo que se enseña en clase en las metodologías de la investigación (que es la asignatura que yo doy) o en teoría de la comunicación mediática les va a guiar el resto de su vida, que Umberto Eco o Roland Barthes o Saussure que les va a servir muchísimo y que son autores como yo qué sé también Truman capote o Norman Mailer o Gay Talese que van a ser sus amigos el resto de su vida y que están ahí no por casualidad, sino por sus grandes hallazgos en el campo de la comunicación periodística. La docencia yo siempre lo planteo como ese descubrir y redescubrir a gente maravillosa que sentía que tenía su vida, tenía sus problemas y que a pesar de todo sacrificaron parte de esa vida para escribir unos libros increíbles y unos ensayos imperecederos.

Acabas de recibir el premio bibliodiversidad por el trabajo que hay detrás de los libros que se comercializan, ¿Cómo has recibido este premio?

-Con mucha alegría en el sentido de que admiro a los pequeños editores, me parecen los héroes del siglo XXI. Creo que la labor que hacen va más allá del mundo editorial, porque un editor también es un educador, es una persona que vela para mantener un estatus cultural de un país, el nivel de lectura de un país y la calidad de las publicaciones de un país que completa la escritura de los autores, cosa que no se conoce habitualmente. Yo todos los editores con los que llevo hablando durante 23 años hacen auténticos sacrificios por pulir, sacar brillo y mejorar el material que les entregan los autores, por lo tanto, creo que son los grandes desconocidos y para mí tienen la misma importancia que el autor y que parte de ese milagro editorial se lo debemos a ellos.

España sin resolver es su último trabajo, ¿Cómo lo definiría para aquellos que no han leído nada suyo y comienzan con este libro?

-Es una recopilación de crónicas de una España que creo que se quiere poco a sí misma, no en el sentido patriotero propagandístico que dicen algunos, sino creo que nos tenemos que querer más, que cuidar más, que ser más conscientes del patrimonio cultural que tenemos aquí, que ya les gustaría a los estadounidenses disfrutar de este imperio cultural que tenemos y que, por desgracia, pues muchas veces pasamos por delante de los hechos de nuestra historia y de nuestra literatura sin percatarnos de que somos -yo creo- una de las grandes potencias culturales a nivel mundial por todos los tesoros que tenemos y que están por redescubrir. En el libro, riño a todos los políticos por no prestar la suficiente atención a ese patrimonio. Por lo tanto, una generación nueva que desconoce la historia de su país es una generación condenada a la manipulación.

Si tuviera la oportunidad de entrevistar a cualquier personaje histórico, ¿a quién elegiría?

-Me hubiera encantado entrevistar Rodrigo Díaz de Vivar, a Miguel de Cervantes, a Francisco de Quevedo. Y casi consigo entrevistar, pero, -se murió antes de tiempo- a un cineasta y actor que me fascina, el austríaco Maximilian Schell, un oscarizado actor que le restaba importancia al oropel de Hollywood y reinvertía todas las ganancias de sus películas comerciales en proyectos de adaptaciones literarias al cine, en escribir libros sobre arte y en tocar el piano junto a grandes como Claudio Abbado y, por supuesto, a William Shakespeare. Esos son los perfiles que me interesan.

-Algo que le quede por hacer que le ilusione

Algo que me quede por hacer, y me ilusioné mucho...que mis padres y mis hermanos sean inmortales, me encantaría.