Actualizado 02/01/2018 08:35

Cuba es más que tabacos y puros, también sabe a café

Cubano tomano café
GETTY IMAGES / JOE RAEDLE
 

   LA HABANA, 1 Ene. (Notimérica)-

   Han transcurrido 265 años desde que se introdujo el café en Cuba, bebida que se ha convertido en parte de la cotidianidad de este pueblo caribeño.

   El primer cafetal cubano se fundó en los alrededores de La Habana en 1748 de la mano de José Gelabert, llegado de Santo Domingo, pero el negocio cafetero tuvo su auge con la llegada de refugiados franceses tras la revolución haitiana en 1791.

   En la isla se está intentando desarrollar la Ruta del Café en la zona oriental como una opción para el turismo, debido a que existen una serie de ruinas de antiguas plantaciones del grano.

   El objetivo está en enlazar a 170 de los más de 250 cafetales existentes en la zona, aprovechando algunos caminos y vías de transporte conservados, así como las construcciones que todavía quedan como recuerdo de aquella época.

   'La ruta del café, la historia del sabor' es el nombre que lleva el circuito auspiciado por el Ministerio de Turismo en la provincia de Santiago de Cuba, el cual se desarrolla durante tres días.

   El recorrido empieza en la barriada del Tívoli, seguidamente se visitará la sierra de La Gran Piedra donde se podrá acceder al Jardín Botánico Ave del Paraíso, ubicado en las ruinas del cafetal La Siberia, y el cafetal la Isabelica.

   Otra de las paradas en este interesante recorrido es en Sierra Maestra, en cuyo trayecto se podrá conocer el santuario de la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona de los cubanos. Una de las últimas atracciones de esta ruta es el poblado de Cruce de los Baños, donde se intercambiará con campesinos productores del grano negro.

   Vale también la pena conocer la finca Santa Paulina, con su mansión señorial con escalinata y rodeada de jardines o la finca San Luis de Jaca, con un acueducto imponente de treinta arcos. San Juan de Escocia es otro cafetal con mansión francesa, escalinatas y jardines geométricos. Otro de ellos, La Linet conserva aún el sepulcro de su adinerado dueño y la finca Jagüey es enorme, elegante y conserva muebles originales.

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