Actualizado 17/08/2016 09:11

José de San Martín, símbolo de libertad en América

JOSÉ DE SAN MARTÍN
WIKIMEDIA

   MADRID, 17 Ago. (Notimérica) -

   Las Américas tienen dos protagonistas que simbolizan la libertad de sus pueblos: Simón Bolívar y José de San Martín. Ambos forman parte de miles de libros de historia que retratan cómo algunos países latinos vieron su independencia del poder español a través de sus heroicas hazañas, fruto de grandes personalidades que impulsaron la firma de emancipación y autonomía de millones de personas.

   En el caso del general José de San Martín, de quien se cumplen 166 años de su fallecimiento este miércoles, un militar argentino veterano de guerra que destacó por sus cualidades extraordinarias en el terreno de batalla. Su talento estratégico formó parte de la independencia de Chile y Perú, centro del poder español que se extendió al resto de territorios.

   Nacido en Yapeyú --hoy San Martín, localidad de la actual provincia de Corrientes-- fue partícipe en los enfrentamientos más decisivos y sus campañas militares cambiaron por completo el devenir de la historia americana durante el proceso de descolonización que ocupó los inicios del siglo XIX.

   Precisamente se crió en el seno de una familia española, país en el que pasó parte de su infancia estudiando diversas ramas de aprendizaje como geografía, ciencias naturales o matemáticas. Sin embargo, fue a partir de su ingreso en el Regimiento de Murcia cuando deslumbró con una brillante carrera militar.

   San Martín participó en el bando del Ejército español en el combate de Orán cuando contaba con solo 13 años. Su notoriedad le vino a partir de su intervención en otras guerras como las del Rosellón en 1793 y de las Naranjas en 1801 pero fue su constancia contra los franceses en la batalla de Bailén, siete años más tarde, la que le llevó a ser nombrado teniente coronel de caballería.

   Durante estas colaboraciones, San Martín se orientó hacia las logias masónicas que simpatizaban con el movimiento independentista, de manera que reorientó sus intenciones hacia dicha causa de las colonias americanas bajo un ideario liberal que encontró sus raíces en la Revolución Francesa.

   Tras darse de baja en el Ejército español, viajó a Londres, Inglaterra, y asistió a algunas congregaciones protagonizadas por otro de los grandes nombres de la liberación americana, el diplomático venezolano Francisco de Miranda. Junto con sus idearios, viajó a la capital de Argentina, Buenos Aires, en 1812, donde no fue especialmente bien acogido por su anterior pertenencia al cuerpo realista.

   Pero por aquel entonces ya se percibían debilidades en el poder español. Así, la Junta gubernativa le encomendó la creación del Regimiento de Granaderos a Caballo, con la que ganó la batalla de San Lorenzo de febrero de 1813 contra los españoles. Un año más tarde renunció a la jefatura del Ejército de Buenos Aires para viajar a Perú, donde aceptó sustituir al comandante Manuel Belgrano en el Ejército del Alto, quien había sido derrotado en constantes ocasiones.

   Perú era el principal bastión realista en América, por lo que debía dirigir todos sus esfuerzos hacia su reconstrucción y liberación inmediata. Trazó un plan de conquista desde Chile, país que ya contaba con alguna intentona liberadora fallida por parte de Bernardo O'Higgins y José Miguel Carrera en la ciudad de Rancagua.

   Así, para pasar a Perú había que hacerlo primero por su país vecino, por lo que decidió apoyarse en O'Higgins para llevar a cabo sus planes militares. Instalado en Mendoza, San Martín organizó un Ejército de patriotas andinos. Estableció una ruta de 24 días de duración --considerada la mayor hazaña militar de todos los tiempos-- que a través de la cordillera de los Andes se haría con el poder en Chile.

LA LIBERACIÓN DE CHILE, UN PASO ADELANTE PARA LA DE PERÚ

O'Higgins fue nombrado director supremo de la independencia del país tras haber llegado a la capital, Santiago de Chile, el 14 de febrero de 1817. Antes habían derrotado al ejército realista al mando del general Casimiro Marcó del Pont en la batalla de Cachabuco pero, para San Martín, este hecho solo constituía un paso más hacia la liberación de Perú.

   La vuelta a Buenos Aires en búsqueda de apoyo físico y material para su nueva misión no resultó efectiva, por lo que volvió al país recién independizado, donde se encontró con la derrota de las fuerzas patrióticas frente al gobernador Real de Chile, Mariano Osorio. De nuevo reorganizó las tropas que le vencieron en los llanos de Maipú el 5 de abril de 1818, donde quedó asegurada la libertad chilena a través del conocido abrazo entre el general y O'Higgins.

   El 8 de septiembre de 1820 desembarcó junto a un escuadrón de 4.500 hombres en Paracas, cerca de la provincia peruana de Pisco. En ese momento el país se encontraba bajo el mandato del virrey peruano Pezuela, que fue reemplazado por su sucesor, José de la Serna, con quien se reunió San Martín para acordar la independencia del país de manera legítima y pacífica.

Las negociaciones fracasaron pero, a pesar de ello, San Martín ocupó la actual capital, Lima, y proclamó su independencia. No tuvo el apoyo de su compañero Bolívar, quien se abría paso en la Gran Colombia, por lo que sus tropas se fueron debilitando a pesar de haber sido nombrado 'Protector de Perú' con autoridad civil y militar.

Se entrevistó con Bolívar para tratar el futuro del continente y la única reacción que se obtuvo de aquella conversación fue su rechazo al cargo de protector en una convocatoria del Congreso en septiembre de 1822. Así, decidió volver a su país, en el que se encontraba gravemente enferma su mujer.

   Cuando llegó, ésta ya había fallecido. Este hecho, junto con las acusaciones de conspirador que recibió en Buenos Aires, hizo que decidiera marcharse a Francia junto a su única hija, Mercedes. Fue en 1824, año en el que se puso fin definitivamente a la dominación española en Perú y en todo el continente americano.

   Tres años más tarde, hacia 1827, su salud se fue deteriorando de la misma manera que lo hacía su economía. Sin embargo, mantenía su interés por la situación de su patria, a la que encontró desolada y descompuesta cuando regresó en 1829. Esta fue la última vez que pisó el territorio, puesto que volvió a Francia en 1831.

   En este país tuvo varias residencias, como la finca de Grand-Bourg de París o la residencia de Boulogne-sur-Mer. En esta última falleció en el año 1850, a los 72 años de edad. Desaparecía así una de las figuras más relevantes de la historia del siglo pasado, designado general, comandante y gobernador, entre algunos títulos, en los países en los que inició el proceso independentista que hoy lleva su entidad y autoría.