Actualizado 15/11/2017 08:27

El músico argentino Daniel Barenboim cumple 75 años: "Hago lo que me gusta"

DANIEL BARENBOIM
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   BERLÍN (ALEMANIA), 15 nov (dpa/Notimérica) -

   Director de orquesta, pianista, embajador de la reconciliación: Daniel Barenboim celebra su 75 cumpleaños este miércoles como no podía ser de otra manera, con un concierto. Finalizar su carrera no forma parte del programa.

   ¿Qué le impulsa? ¿Cómo consigue hacer frente a todos los viajes, conciertos, una nueva academia de música, ensayos y entrevistas? Barenboim guarda silencio y se encoge de hombros mientras da una calada a su cigarro Cohiba. "Siempre escucho que hago demasiado. Sin embargo, hago lo que me gusta", contesta tras reflexionar sobre su intensa vida profesional.

   Nacido en Argentina el 15 de noviembre de 1942 como hijo de dos profesores de piano, se mudó con sus padres a Israel con apenas diez años. Con cuatro pasaportes --argentino, israelí, palestino y español-- Daniel Barenboim no conoce fronteras.

   Como ya hiciera en pasados cumpleaños, Barenboim ha decidido "autoregalarse" un concierto benéfico en la Filarmónica de Berlín donde deleitará a los presentes con un solo de piano.

   En el programa se encuentran obras de Richard Strauss, Johannes Boris Borowski y Ludwig van Beethoven. Su amigo Zubin Mehta será el encargado de dirigir la Staatskapelle de Berlín y la recaudación irá para las escuelas musicales para niños que Barenboim fundó en 2005.

   Hacer música es el estado natural de Barenboim. "La música siempre tuvo un papel más importante para mí, que otras experiencias", recuerda. Sus padres fueron sus profesores. "No conocía prácticamente a nadie que no tocara el piano, en mi concepción infantil todo el mundo tocaba el piano".

   Su pasión por el piano viene de lejos. Ya con siete años maravillaba sobre el escenario en su Buenos Aires natal con piezas de Beethoven para piano. "Se dice siempre que para tocar una sonata de Beethoven se necesita una determinada madurez. En mi caso fue al revés: Toqué, por ejemplo, desde bastante pronto las sonatas y con ello aprendí a vivir a partir de la música", declara en entrevista con dpa.

   Fue la carrera de un niño prodigio. Con diez años debutó en el Festival de Salzburgo, con 12 se convirtió en el estudiante más joven de la clase de dirección de la Accademia di Santa Cecilia en Roma.

   En 1954 tocó ante el director y compositor alemán Wilhelm Furtwängler, pero no pudo aceptar la invitación para dar un concierto en la Filarmónica de Berlín. Para su padre, Enrique, nueve años después de la Segunda Guerra Mundial no era tiempo suficiente para que un judío tocara en Alemania. No fue hasta diez años después cuando Barenboim hizo su debut en la Filarmónica con un concierto de piano de Furtwängler.

   En las décadas de los 50 y los 60 viajó alrededor del mundo y sentó las bases de lo que sería su segunda carrera, la de director. Desde 1967 es un habitual en los podios de las orquestas en Berlín, Nueva York y París. En julio de 1987 fue nombrado director artístico de la Ópera de la Bastilla de la capital francesa, en 1991 se convirtió en el sucesor de Georg Solti al frente de la Chicago Symphony Orchestra y un año más tarde compaginó ese cargo con la dirección de la Ópera Estatal de Berlín (Staatsoper).

   Tampoco su repertorio al piano conoce límites. Allí donde otros pianistas se concentran en un par de caballos de batalla, Barenboim amplía su lista de compositores. Sus conciertos de piano de Ludwig van Beethoven? y Mozart son legendarios, hace unos años tocó solo sonatas de Schubert y ahora se centra en Claude Debussy. "El último genio de la música clásica", lo calificó el crítico Joachim Kaiser.

   Barenboim tuvo también que hacer frente a duros golpes del destino. Su primera mujer, la violonchelista británica Jacqueline Du Pré, murió en 1987 tras padecer durante mucho tiempo esclerosis múltiple. Posteriormente se casó con la pianista rusa Elena Bashkirowa. El matrimonio tiene dos hijos y vive en Berlín. Michael es concertista de violín y David se dedica al hip hop.

   Escuchar y hacer música de manera activa van de la mano para Barenboim, como en una orquesta en la que cada músico debe darlo todo, pero también debe escuchar a los demás. Esta idea se encuentra también detrás de la Academia Barenboim-Said, que eleva a una nueva dimensión la idea de la música como vehículo de entendimiento.

   El centro abrió en Berlín a principios de año para su West-Eastern Divan Orchestra, cofundada con el ya fallecido intelectual palestino-estadounidense Edward Said (1935-2003), y en la que participan jóvenes talentos musicales palestinos, árabes e israelíes.Con el tiempo se ha convertido en todo un símbolo mundial de la conciliación en el conflicto de Cercano Oriente.

   "Lucho contra la ignorancia de los israelíes y palestinos", declara y espera lograr que las dos partes comprendan el otro lado de la historia. Con esta posición no sólo tiene amigos en Israel. Para él es decepcionante lo poco que se ha avanzado en este conflicto.

   La academia va acompañada de la sala de conciertos que lleva el nombre de su amigo el compositor francés Pierre Boulez, fallecido en 2016, y diseñada por el arquitecto estadounidense Frank Gehry. Se ha convertido en el proyecto de vida de Barenboim. "Músicos jóvenes, la mayoría de los cuales sólo practican con su instrumento, reciben aquí también una conexión con la cultura y la vida intelectual".

   De cara a su cumpleaños se muestra reacio a hacer un balance. "Yo creo en las tres fases, pasado, presente y futuro. No se puede vivir y disfrutar del presente sin el pasado y sin la mirada en el futuro. Todo está unido", indica. Sin embargo, debe tener algún deseo. "Me gustaría tener poder sobre mi condición física. No me interesa vivir mucho tiempo sin calidad de vida".

   Jubilarse no entra entre los planes de Barenboim. La Staatskapelle lo ha nombrado director vitalicio. "Probablemente no sabían que iba a aguantar tanto", comenta divertido.