Actualizado 12/02/2017 09:06

Los pueblos más recónditos de la región iberoamericana

Islas georginas del sur
WIKIPEDIA
   

   CIUDAD DE MÉXICO, 12 Feb. (Notimérica) -

   Quién no ha soñado alguna vez con viajar a un lugar perdido del mundo, un sitio donde perder la noción del tiempo y olvidar todo lo común que rodea nuestras vidas. Observar cómo otras poblaciones, tal vez muy distintas a la nuestra, coexisten en lugares insospechados con la naturaleza más salvaje o en algún rincón aislado.

   Esta clase de lugares que parecen vivir al margen del resto del mundo no son meras leyendas de grandes best seller. Tan solo con trasladarse a una región tan basta y ancha como es Iberoamérica, rica en paisajes y culturas, se pueden descubrir sitios tan curiosos como la gente que los habita.

   Este es el caso de las Islas Georginas del Sur ubicadas en el denominado archipiélago Antillas del Sur, en el océano Atlántico.

   Viajar hasta aquí significa trasladarse a un territorio subantártico, incluso deshabitado sino fuese por la presencia de 26 personas que, según se estima, habitan en los 3.528 kilómetros cuadrados de extensión que constituyen su isla principal.

   A pesar de que el conjunto de islas e islotes es administrado por Reino Unido en la actualidad, el territorio es reclamado por Argentina, que lo considera parte fundamental de su territorio y lo incluye dentro del departamento Islas del Atlántico Sur, en la provincia de Tierra del Fuego.

   La falta de actividad económica en esta zona impide un normal desarrollo de la vida. Por ello, el número de habitantes varía mucho entre los meses de invierno y verano y está constituido principalmente por dos bases de la Investigación Antártica Británica (BAS, por sus siglas en ingles), de las cuales solo una está habitada de forma permanente.

   Es precisamente en Punta Coronel Zelaya, al oeste de la isla principal de San Pedro, donde se encuentra la base King Edward Point junto con otras instalaciones portuarias.

ISLA DE PASCUA

ISLA DE PASCUA

   Realizando un salto dirección noroeste y pasando de las frías aguas del Atlántico a las del Pacífico, aparece la isla chilena de Pascua.

   Hanga Roa es el nombre de la única población habitada que existe a lo largo y ancho de toda esta isla. Sus habitantes viven en mitad del océano Pacífico, en la región denominada como Polinesia.

   El misterio que rodea a esta isla y a sus imponentes esculturas aún no ha podido ser resuelto. Los moáis son enormes cabezas de piedra que se levantan en medio del asombroso paisaje, cuyo origen se remonta a la época de los rapanui, la etnia ancestral que habitaba la isla antiguamente.

   Los moáis solo pueden encontrarse en esta isla a más de 3.800 kilómetros del punto más cercano del continente americano. Lo cierto es que el nombre original de esta isla es Rapa Nui, nombre que comparte con los aborígenes y su idioma. El término le fue atribuido en el siglo XIX y significa "isla grande".

   Aún se puede observar el arraigo de algunos de los pueblos originarios de la región iberoamericana, a pesar de que el desarrollo del mundo cada vez se lo pone más difícil.

LOS HOMBRES DEL AGUA

ISLAS FLOTANTES

   Sobre el lago Titicaca, entre Perú y Bolivia, habita el pueblo ancestral de los uros o "los de la aurora". Ellos se denominan a sí mismo como los "hombres del agua" y lo cierto es que lo son.

   Sus poblados se levantan sobre islas flotantes en las aguas del lago emplazado en los Andes Centrales. En Perú se pueden encontrar cuatro agrupaciones en la bahía de Puno y en Bolivia otros tres, conformándose de manera semejante a familias.

   No obstante, son las Islas Flotantes de los Urus Puno, en Perú, las que destacan por formar una extensa red de cerca de 80 islas construidas sobre las hierbas que brotan del fondo del lago. Sus "totora" o cabañas de paja tan solo cuentan con una habitación. Lo suficiente, al parecer, para albergar en sus islas a una población de 272 familias.

VOLCÁN "NUBE DE AGUA"

VOLCÁN PULULAHUA

   A estas alturas, ya no es sorprendente encontrar una población asentada en el cráter del volcán Pululahua, en Ecuador, el tercero más grande del planeta. Lo cierto, es que el volcán "nube de agua" permanece inactivo desde hace años. Pero donde hoy viven tranquilamente alrededor de 40 familias de la agricultura y la ganadería, antiguamente constituía el mayor temor para la población indígena que allí habitaba.

   El último paraje recóndito con el que nos permitimos soñar hoy es el oasis de Huancachina localizado en mitad de un desierto en Perú. Entre toda la arena, allí deslumbra una laguna en la que se instalaron un centenar de personas durante el siglo XX.

   Según se cuenta, el agua de la laguna cuenta con propiedades especiales y muy beneficiosas, por lo que los balnearios no han tardado en hacerse un lugar en medio de este emplazamiento escondido entre la arena.