Actualizado 06/09/2018 11:34

El atleta Joan Lino: el medallista olímpico que trabajó como ayudante de cocina e inicia su carrera política

JOAN LINO
REUTERS - Archivo
 

   MADRID, 5 Mar. (Notimérica) 

   Joan tenía siete años cuando esperaba el autobús para ir al colegio y un desconocido se le acercó. El hombre miró a su madre y le dijo: "si me dejas entrenar al chaval, a los veintitantos será medallista olímpico". Aquel visionario era Richar 'El Loco', uno de los mejores ojeadores de Cuba que ha sabido encontrar el talento para el atletismo en todas las zonas humildes del país. Al parecer, Joan caminaba ligeramente de puntillas y desde la acera de enfrente 'El Loco' fue capaz de ver en esa cualidad al que sería bronce en salto de longitud en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004. 

   Entrenaron juntos durante los primeros años, siempre con la condición de no abandonar los estudios, hasta que a los doce Joan pasó al Centro de Alto Rendimiento Escolar, un colegio donde a los atletas con más proyección del país los forman los entrenadores más especializados. De ahí al Equipo Nacional Juvenil y poco después de entrenar "en el mismo campo en el que entrenaban los mejores", pero todavía sin serlo, logró ascender al Equipo Nacional Absoluto de Atletismo a la vez que en la universidad estudiaba Ciencias de la Actividad Física y el Deporte (INEF).

   Para competir con su selección viajó a España con 19 años sin saber que ese viaje marcaría el cambio más importante de su vida tanto en lo personal como en lo deportivo. Compitiendo aquí conoció a la que se convertiría en su mujer, así que tras dos años de relación a distancia decidieron casarse y Joan se trasladó a España. Llegó aquí en el año 2000 convencido de que quería seguir preparándose como atleta, así que buscó entrenador sin contar con que la burocracia le daría más de un quebradero de cabeza.

   Tres años y medio después de dar tumbos solicitando la nacionalidad española y cuando ya veía prácticamente imposible su participación en las olimpiadas de Atenas, debido a que Cuba no permite competir bajo su bandera a ciudadanos viviendo en el extranjero y a que todavía no tenía ningún documento que le acreditase como español, el entonces secretario de Estado para el Deporte, Jaime Lissavetzky, le llamó para darle la mejor noticia de su vida. "Te vamos a conceder la nacionalidad por la Carta de Naturaleza", le dijo. Se refería a un as en la manga que se guarda el Estado para facilitar la nacionalidad a personas que puedan tener especial interés para el país, que puedan representar los intereses de España de un modo u otro.

   Y menos mal, porque durante esos años de papeleos se planteó varias veces dejar el atletismo. "En España el deporte no es viable para un deportista que quiere serlo de manera profesional; tenía una beca de mi club pero en el McDonalds cobraba más y en aquel momento debía mantener a mi mujer, mi hija y a mi familia en Cuba", relata a Notimérica.

   Joan, convencido de que con el talento se nace, estaba entre los diez mejores saltadores del mundo, tal y como había quedado acreditado en otras competiciones a las que se había presentado como independiente. Así, dos meses antes de las Olimpiadas recibió su pasaporte y salió de ese limbo legal en el que se encontraba. Pero aquel era mucho más que un documento; era, nunca mejor dicho, su pasaporte al podio olímpico. Sobre el debate de si es aceptable o no que los atletas cambien de nacionalidad, Joan se muestra rotundo y explica que "hay que mirar caso por caso; no es lo mismo que un keniata se nacionalice en Bahrein y por ello reciba un millón de euros a que un cubano se venga a vivir a España sin recibir absolutamente nada".

BRONCE OLÍMPICO

   Poder estar en Atenas ya era un premio. Las medallas son importantes, pero para él solo el hecho de ir a los JJOO ya lo era, ya que "las 30.000 personas que acuden a los Juegos son las mejores del mundo". Para Joan, medirse con los mejores en su categoría ya era suficiente. Pero llegó la hora de saltar. Y saltó. 8,32 metros exactamente que le valieron la medalla de bronce, por detrás del oro por sus 8,59 metros del estadounidense Dwight Phillips y de los 8,47 que le dieron la plata a su compatriota John Moffitt.

JOAN LINO

   ¿Qué siente alguien al saberse medallista olímpico? Para Joan fue una paz interior que aún recuerda a día de hoy. "Sentí que había cerrado cuatro años muy difíciles y esto me hizo sentir en paz", explica.

   Poco antes de Atenas se había proclamado vencedor de los Juegos Iberoamericanos que se celebraron en Huelva (España), ganó el oro en salto de longitud en el campeonato de Europa de atletismo en pista cubierta de 2005 en Madrid con un salto de 8,37 y quedó cuarto en el Campeonato Mundial de Atletismo celebrado en Helsinki (Finlandia) ese mismo año, donde saltó 8,24 metros. Ese año se sentía pletórico. "Todo me salía, estaba en racha y en la mejor forma mental y física, que es casi más importante".

   Pero llegaron las lesiones. Como si fuera un "muñeco de porcelana", el recto de su muslo izquierdo se le desgarró y esa lesión, que a priori se recuperaría sola, le dejó cojo hasta que finalmente tuvo que operarse. Él define aquella etapa como "mi camino por el desierto" del que brotó su mayor espina, que fue asumir que debía retirarse y no poder volver a competir en unos JJOO, no poder volver a medirse con los mejores en Pekín 2008. Ahora, con perspectiva, si hay algo que valora de aquella retirada es el hecho de levantarse cada día sin dolores, pues mientras competía, cuenta, cada mañana le dolía algo.

NUEVA VIDA ENTRE FOGONES

   Asumió que su tiempo como deportista de élite había terminado y tuvo que buscar trabajo. Pese a su carrera de INEF y su maestría en Gestión de Eventos Deportivos, tenía 32 años y ninguna experiencia mas que la de ser atleta, por lo que no logró encontrar trabajo en el sector. Fue entonces cuando, pese a la dureza inicial de asumir este hecho, comenzó a echar currículos en el mundo de la hostelería.

   Trabajó varios años en la cocina de una cadena de restaurantes asturianos. Todo el mundo le preguntaba al conocer quién era qué hacía ahí, pero tenía que buscarse la vida "como todo el mundo". "Recuerdo aquel primer día, fue muy raro verme ahí, en un trabajo que además no había hecho nunca; me costó entender que haber sido deportista de élite no era garantía de nada en España, pero asumí que era lo que tocaba", relata.

   Cuando habla de este capítulo siempre compara con pena la política española en el ámbito del deporte con la cubana, ya que, según sus propias palabras, el Gobierno cubano es mucho más ambicioso en este aspecto, apuesta y lucha por el deporte y sus representantes más de lo que se hace a este lado del Atlántico. En Cuba, por ejemplo, los medallistas olímpicos reciben un sueldo vitalicio por el hecho de haber obtenido una medalla para su país en una competición mundial.

POLÍTICA Y DEPORTE

   "El deporte necesita política y la política necesita deporte". Bajo este lema decidió dejar de lado sus cuatro años de trabajo entre fogones para iniciarse en una nueva aventura que por el momento no se ha concretado en nada, pero a la que ahora dedica todo su tiempo. Joan ya sabe perfectamente "de qué pie cojean" las federaciones y los clubes, por eso quiere ir más allá y entrar en política. Lleva meses entrando en contacto con representantes de diferentes partidos políticos en España con el fin de poder trabajar con alguno de ellos como asesor en el área de deportes. El contacto más reciente lo ha mantenido con los representantes de Ciudadanos.

   El problema, según él, es que aunque no debiera ser así, "en política siempre tienes que posicionarte en un bando y con el deporte pasa lo mismo". Los intereses para el electorado de unos pueden ser completamente diferentes a los de los otros, "aunque en el deporte no tendría que haber colores". Reclama mejores condiciones y garantías para los deportistas, tanto los profesionales como los jóvenes que se inician. Quiere ver cómo de una vez se erradica la violencia, fundamentalmente en el fútbol, y espera que más pronto que tarde se recuperen las tres horas obligatorias de Educación Física que la última reforma de la Ley de Educación redujo a dos para añadir una hora de inglés. Esto último llevará a España, dice, a tener "jóvenes bilingües que se mueren de infartos por obesidad a los 30 años".

DESIGUALDAD

    Lo dijo Aristóteles hace más de 2.000 años y lo aplicó el seleccionador Vicente del Bosque a la actualidad: "No hay mayor desigualdad que tratar a todos por igual". Del Bosque se refería al deporte y Joan lo traslada a los deportistas de élite. Para el atleta no se puede comparar a un medallista olímpico con otro deportista, porque el valor que le está dando al país queda para toda la vida. Por esa razón le frustra que no cotizaran a la Seguridad Social sus años de preparación y celebra que ahora ya no sea así. A día de hoy, el Gobierno paga la Seguridad Social a los cerca de 3.000 deportistas de élite que hay en España mientras estos están en activo, pero al no tener carácter retroactivo, a Joan no se le aplica.

    Sabe que existen problemas para financiar el deporte, pero en este aspecto también tiene algunas sugerencias. "Si no sabemos cómo financiar el deporte habrá que sentarse y buscar la manera, pero el dinero habrá que sacarlo". Para ello propone el modelo inglés, que tras privatizar el servicio de Loterías y Apuestas del Estado y destinar el 50 por ciento de los beneficios a financiar el deporte, su presupuesto ha pasado de 50 a 500 millones en los últimos años.

    Entiende que estas enormes diferencias de presupuesto entre países hacen que sea cada día más complicado ganar títulos y campeonatos internacionales. "Si su Federación de Ciclismo cuenta con cuarenta millones al año y la nuestra con dos, evidentemente nuestros ciclistas y los suyos no estarán compitiendo en igualdad de condiciones". Pone otro ejemplo más gráfico: "Si Alonso y yo nos medimos en una carrera, mi única opción para ganarle es que se le queme el coche".

    Dejar la alta competición fue "muy duro" para él, que vivió en sus propias carnes las dificultades para la reinserción laboral de los deportistas. Por ello ahora trata de seguir vinculado al deporte y de luchar por los derechos de los profesionales de élite, que en otros países como Italia o Inglaterra tienen asegurado un puesto de funcionariado una vez que se retiran de la carrera deportiva.

Mientras eso llega, mientras se decanta por un color político u otro que a su vez quiera contar con él como asesor, trabaja por temporadas con el Comité Olímpico Español en su programa 'Valores Olímpicos', recorriendo colegios y transmitiendo a los niños los valores deportivos que a él le enseñó Richar 'El Loco'.