Actualizado 15/05/2010 18:12

FUTBOL-Periodista sueña un legado Sudáfrica tras Mundial

Por Barry Moody

ORANGE FARM, Sudáfrica (Reuters/EP) - En un polvoriento poblado al sur de Johannesburgo, cientos de niños entusiasmados juegan al fútbol en un proyecto diseñado para dejar un legado a largo plazo luego de que finalice la Copa del Mundo de Sudáfrica.

A diferencia de otros miles que patean balones viejos en canchas de tierra en todo el país, estos niños se visten con uniformes y usan botines de fútbol por primera vez.

El torneo es organizado por Dreamfields, un proyecto fundado por el conocido periodista radial de Sudáfrica John Perlman, que espera que el Mundial deje un beneficio tangible en el país.

El torneo genero duros cuestionamientos sobre el gran gasto en infraestructura en una nación donde la mayoría de la población sigue estando sumida en la pobreza.

Perlman, de 50 años, soñaba con este proyecto poco antes de la Copa del Mundo en Alemania 2006, mientras esperaba que el torneo llegara a una nación castiga por los problemas.

"Tuve la sensación de que es muy difícil mantenerse en el lado positivo, porque hay tantas cosas que son complicadas. Por ejemplo, el dinero gastado en los estadios no es una cosa claramente beneficiosa", dijo Perlman a Reuters.

"La premisa fundamental era que este es un país de gran corazón. Es un país con problemas de todo tipo, con divisiones y complejos e incluso paranoias, pero fundamentalmente es un país de buen corazón", agregó.

Perlman usó su nombre, sus contactos y explotó lo que llama el "viento cálido" de la Copa del Mundo y ha demostrado ser un genio para persuadir a las grandes compañías de Sudáfrica e incluso a pequeñas empresas y familias, quienes donaron dinero para Dreamfields.

NUEVAS CANCHAS

Dreamfields, con un pequeño equipo de seis hombres, espera reunir 20 millones de rands (2,7 millones de dólares) al final del espectacular torneo que termina en julio.

La organización ya ha ayudado a 1.200 escuelas, lo que representa un beneficio para 16.000 niños, sobre todo de zonas rurales, y se han construido 12 canchas y organizado 96 torneos.

El reciente evento de Orange Farm ha sido patrocinado por el grupo bancario FirstRand. Más de 100 de sus empleados participaron y entregaron alimentos, bebidas y trofeos a los niños.

La FIFA, el ente rector del fútbol mundial, tiene su propio proyecto social llamado "Football for Hope" ("Fútbol por Esperanza"), que está diseñado para enseñar lecciones de vida en muchos países.

Sin embargo, el proyecto de Perlman es más simple y se limita a la organización del fútbol en este país.

Pero Dreamfields también está vinculado a otros proyectos, como la lucha contra la delincuencia y las drogas o la construcción de puentes para disipar las tensiones por la tierra entre las aldeas rurales y los parques nacionales de caza.

Su singularidad se basa en ofrecer 6.000 rands (800 dólares), que sirven para entregar equipamiento y balones para 15 niños en cada escuela.

"Partimos de la premisa de que la práctica deportiva (...) es un derecho", dice Perlman.

Y los niños disfrutan de este derecho.

"Nos estamos divirtiendo y aprendiendo a trabajar en equipo", dijo el arquero Katleho Selepe, de 12 años, en el entretiempo de un partido en el torneo Orange Farm, uno de los más grandes de Dreamfields. "Nos ayuda a mantenernos alejados de las calles y hacer cosas malas", añadió.

MEJORES OPORTUNIDADES

Mduduzi Efrain, entrenador de la escuela de uno de los equipos femeninos, dijo que Dreamfields "hacía que los niños cumplieran sus sueños y practicaran deportes".

Mientras, el delantero Tshidiso Matshwisa, de 11 años, dijo que estaba usando botines por primera vez.

"Estoy muy emocionado porque quiero ser futbolista cuando sea grande y será mucho más fácil gracias a estas oportunidades", comentó.

Los "entrenadores jóvenes", que ayudan a los técnicos, como la analista bancaria Judith Meyer, de 21 años, se mostró entusiasmada con la iniciativa.

"Una es parte del equipo y conoce a estos niños y niñas. Te sientes como si estuvieras haciendo algo más que un voluntariado para obras de caridad", agregó.

Su colega, el gerente de riesgos Koketso Dioka, quien es juez de línea, dijo que esta era una gran oportunidad para los niños.

"Cuando yo era niño, jugábamos sin botines de fútbol e instalaciones. Nuestros zapatos eran demasiado pesados, así que teníamos que jugar descalzos", comentó.

Perlman es educadamente crítico de algunos aspectos de la Copa del Mundo y dice que medir el éxito del torneo va más allá de los estadios, el transporte y la venta de entradas.

"Lo más difícil es en qué medida las personas sienten que son parte de esto y participan en la Copa del Mundo", comentó.

Perlman admite que el próximo gran desafío será sostener el proyecto luego de que pase la efervescencia de la Copa del Mundo.

"Si uno solamente juega cuando el circo llega a la ciudad y, por analogía, sólo hace cosas en su país cuando la FIFA llega, no se consigue nada. Las cosas tienen que continuar", concluyó.