Actualizado 15/07/2014 05:36

Brasil 2014, serio aspirante a mejor Copa de la historia

 

   RÍO DE JANEIRO, 14 (Reuters/EP) -

   El Mundial 2014 fue escenario de un inigualable nivel de fútbol, excelentes momentos individuales, sorpresas, alguna polémica y todo ocurrió en estadios repletos de hinchas apasionados por el juego.

   Tomado como un todo, los 64 partidos en Brasil no tuvieron precedentes en un Mundial en términos de calidad de fútbol, con un entretenimiento constante en la etapa de grupos, luego tensión y excelencia en la defensa en la fase eliminatoria a medida que avanzaban las potencias.

   Cada torneo tiene sus momentos memorables, los más perdurables han sido el maravilloso cuarto gol de Carlos Alberto cuando Brasil arrolló a Italia en la final de 1970 y el mágico tanto de Diego Maradona contra Inglaterra en 1986.

   El Mundial de 1954, cuando Alemania Occidental venció a los previamente dominantes húngaros en la final, y el torneo de 1958 en Suecia, con un joven Pelé mostrándole al mundo la habilidad del fútbol brasileño, fueron dos ediciones que dieron a los amantes del fútbol mucho que apreciar.

   Pero lo que hizo la edición del 2014 tan especial fue que la calidad y la sofisticación táctica se vio en muchos equipos.

   Costa Rica alcanzó los cuartos de final por primera vez en su historia y no llegó a semifinales porque perdió en la tanda de penales contra Holanda.

   La selección costarricense, que apenas figuraba en los cálculos previo al torneo, superó en su Grupo D a tres ex campeones mundiales -Inglaterra, Italia y Uruguay- no por suerte o puro esfuerzo, sino por jugar un fútbol bueno e inteligente.

   Colombia y México impresionaron y podrían haber llegado más lejos, Estados Unidos generó entusiasmo para su creciente base de hinchas en su país y hasta el pequeño Irán casi vence a Argentina, que finalmente resultó ser vicecampeón.

   En contraste, las potencias tradicionales que no estaban preparadas para competir con los mejores quedaron al descubierto rápidamente, como el campeón defensor España que fue arrollada 5-1 por Holanda en su primer partido y no pudo clasificar a la segunda ronda.

   El fútbol de posesión y pases cortos de España había dominado el juego por los últimos seis años pero fue apartado por un juego de veloz ritmo y pases e implacable presión.

RESULTADO EXTRAORDINARIO

   Sorprendentemente, el anfitrión Brasil, señalado por muchos para ganar el torneo, mostró que la opinión estaba basada nada más que en nostalgia y en la percibida ventaja por ser local.

   Llegaron a semifinales pero sus debilidades fueron expuestas sin misericordia por Alemania en una victoria por 7-1 que perdurará como el resultado más extraordinario que vio jamás el Mundial.

   Pese a un firme desempeños de equipos más modestos, en la fase eliminatoria avanzaron las mejores selecciones, todos los ganadores de los grupos clasificaron de octavos y luego los favoritos ganaron los cuartos de final.

   Si bien la cautela limitó el entusiasmo en la fase eliminatoria, la negatividad fue en gran parte restringida a tácticas y no el juego sucio, perder tiempo o conducta antideportiva.

   Según la FIFA, el número de lesiones se redujo en un 40 por ciento, una estadística notable dado el mayor ritmo y la mejor condición física del juego contemporáneo.

   La tecnología también tuvo un impacto positivo. El uso de espuma para marcar el lugar de un tiro libre redujo las argumentaciones y aceleró el juego, mientras que la tecnología de gol fue utilizada sin problemas.

   Las discusiones fuertes e insultos para con los jueces estuvieron bastante ausentes y hubo pocos casos de incidentes sin pelota.

   Se mostraron apenas 10 tarjetas rojas en el torneo, desde el récord de 28 en el Mundial del 2006, aunque se le debería de haber mostrado una al delantero uruguayo Luis Suárez por morder al defensor italiano Giorgio Chiellini.

   Las caídas fingidas, sin embargo, continuaron siendo un problema. La habilidad de los jugadores de "hacer contacto" y luego exagerar sus caídas hace difícil la tarea de los árbitros y puede, como mostró un penal creado por Arjen Robben para eliminar a México, dejar un sabor amargo.

TEMAS SERIOS

   Pero fuera de la cancha, el temor de un caos de organización probó ser infundado ya que los estadios estaban completos, los aeropuertos funcionaron sin mayores problemas y los aficionados disfrutaron del torneo sin incidentes de importancia.

   Los hinchas brasileños, aunque su selección fue una gran decepción, contribuyeron en gran parte al éxito del torneo al elegir equipos, usualmente los menos favoritos, y asegurarse que el ambiente en los estadios fuera pocas veces aburrido como sucedió en algunos torneos recientes.

   Pero las protestas en Brasil antes del Mundial pusieron de manifiesto un tema serio, ¿existía realmente la necesidad de gastar tanto dinero en nuevos estadios en un país con graves problemas sociales?

   La atmósfera podría haber sido mejor, así como más responsable socialmente, si los partidos hubieran sido en viejos estadios con reformas más modestas y si los precios de las entradas fueran más accesibles para los hinchas de clase trabajadora.

   Pero, al final, el Mundial tuvo a los campeones correctos porque Alemania fue el equipo más completo y efectivo pese a un valeroso esfuerzo de una inspirada Argentina, que fue superada por una maravillosa volea de Mario Götze en la final.

   Surgieron nuevos talentos, algo raro en esta era globalizada, como el colombiano James Rodríguez, quien se consagró como el goleador del torneo con seis tantos.

   Se alcanzó el récord de goles de 171 pero también excelentes defensas con el rol de mediocampista defensivo surgiendo como fundamental, como lo dejó en claro el desempeño del argentino Javier Mascherano.

   En pocas palabras, el torneo tuvo todo.

   Fue una magnífica vidriera para el fútbol moderno internacional, alejado de la influencia del dinero que distorsiona el juego de los clubes.

   El debate continuará sin dudas pero el 2014 tiene grandes argumentos para ser considerado el mejor Mundial de todos los tiempos.