Actualizado 17/06/2014 19:33

Niebla en Río deja varados a cientos de hinchas en aeropuertos

 

   RIO DE JANEIRO/SAO PAULO, 17  (Reuters/EP)

    Una espesa niebla sobre la Bahía de Guanabara, en Río de Janeiro, dejó varados este martes a cientos de hinchas que esperaban asistir al segundo partido de Brasil en el Mundial, en lo que fue el peor dolor de cabeza relacionado con los viajes en lo que va del torneo.

   Los cierres de aeropuertos se efectuaron en las redes domésticas de Brasil y dejaron al descubierto la dependencia del Mundial respecto del tránsito aéreo, ya que hinchas y equipos deben viajar entre 12 ciudades sede dispersas en todo el territorio del quinto país más grande del mundo.

   El mal clima produjo el cierre del aeropuerto Santos Dumont, en Río, durante las primeras horas de la mañana, lo que canceló más de un tercio de las salidas desde el centro de la ciudad, y también del aeropuerto paulista Congonhas, en el otro extremo de la ruta más transitada de Brasil.

   "No se puede culpar a los organizadores por la niebla, pero es realmente una decepción", dijo el estadounidense Michael Hayden. El vuelo de su hermano desde Chicago a Río también fue desviado, lo que impidió que pudieran pasar una tarde juntos.

   Santos Dumont reabrió cuando la neblina matutina se diluyó, pero las estrechas reservas implicaron que 27 de las 63 salidas fuesen canceladas para las 11.00 hora local. El mal clima en la sureña ciudad de Curitiba también retrasó el 50 por ciento de los vuelos, según Infraero, el operador estatal de aeropuertos.

   Las aerolíneas habían advertido que una disminución de los vuelos comerciales durante el mes mundialista podría afectar los ingresos, mientras que el escrutinio de los hinchas viajantes podría poner mayor atención sobre una industria que ya sufre retrasos bajo las mejores condiciones.

   "No sé quién va a ganar los partidos, pero las aerolíneas van a perder con el Mundial", dijo Enrique Cueto, presidente ejecutivo de LATAM Airlines, en un evento de la industria en marzo.

   La indignación fue moneda corriente entre los cientos de viajantes que llenaron salas de espera en Santos Dumont.

   Antes del Mundial, la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, hizo prioridad una mejora de los anticuados y desbordados aeropuertos. Un puñado de concesiones atrajo millones en inversiones privadas, pero la mayoría de los aeropuertos siguen siendo gestionados por Infraero, que finalizó pocas de las obras prometidas en ciudades sede antes de la Copa.