MADRID, 12 Jun. (EUROPA PRESS) -
La región oriental de África cuenta en la actualidad con unos 20 millones de personas en situación de inseguridad alimentaria, pero el dato podría dispararse en los próximos meses hasta los 34 millones por la coincidencia de una "triple amenaza": el brote de langostas del desierto, la pandemia de COVID-19 y las inundaciones.
El brote de langostas comenzó en enero y está ya en su segunda fase, que según la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) podría ser 20 veces peor que la primera, que ya ha supuesto la destrucción de decenas de miles de hectáreas de cultivo y pasto en Yibuti, Eritrea, Etiopía, Kenia, Somalia, Sudán del Sur y Uganda.
El Programa Mundial de Alimentos (PMA) estima que ya hay 20 millones de personas pasando hambre en estos nueve países --los siete anteriores más Ruanda y Burundi-- y teme que la cifra aumente hasta los 34 millones. Solo el brote de langostas podría dejar a entre 1,5 y 2,5 millones de personas más con inseguridad alimentaria aguda, la peor de las situaciones, según la FAO.
La ONU ha advertido, además, de que las restricciones impuestas en la región para contener la pandemia de coronavirus han complicado el suministro de pesticidas y bioinsectidas, así como retrasos en la obtención de equipos clave para el control de la que está considerada como la especie migratoria más destructora.
Las organizaciones observan también con preocupación la extensión de la langosta en países de Asia y Oriente Próximo, al tiempo que avisan de un posible avance de dicha especie hacia la zona oeste de África, en toda la región del Sahel, desde Chad hasta Mauritania y Senegal, ya en la costa Atlántica.