MADRID, 18 Ago. (EUROPA PRESS) -
El Gobierno de Perú ha retirado este jueves su reconocimiento a la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), controlada por el Frente Polisario, y ha apelado a la "integridad territorial" de Marruecos, dando por válido el plan de autonomía presentado por el rey, Mohamed VI, para la antigua colonia española.
El giro diplomático de Lima llega tras una conversación telefónica entre su ministro de Exteriores, Miguel Ángel Rodríguez Mackey, y el de Marruecos, Nasser Burita, y apenas unos días después de que el nuevo Gobierno de Colombia, liderado por Gustavo Petro, retomase sus relaciones con la RASD.
El Ministerio de Exteriores de Perú ha esgrimido en un comunicado que "valora y respeta la integridad del Reino de Marruecos y su soberanía nacional, así como el plan de autonomía" de 2017, que no contempla en ningún caso el derecho de autodeterminación del Sáhara Occidental.
El Ejecutivo de Pedro Castillo ha abogado por "una solución política, realista, duradera y consensuada" al litigio territorial y ha respaldado la labor del enviado especial de la ONU, Staffan de Mistura, al tiempo que aspira a "reforzar" sus relaciones bilaterales con Rabat.
En su nota, Lima ha afirmado que, a día de hoy, ya no existe ninguna "relación bilateral efectiva" con las autoridades de la RASD y que, por tanto, no sólo retira el reconocimiento de esta administración sino que rompe también "toda relación".
MARRUECOS, AGRADECIDO
El Gobierno marroquí "aprecia" el gesto peruano, "que abre una nueva página en las relaciones con el país amigo". "Permitirá la profundización de la concertación política y el refuerzo de la cooperación sectoral, especialmente en el ámbito de la agricultura y los fertilizantes", ha avanzado el Ministerio de Exteriores del reino alauí.
Rabat se ha felicitado por que cada vez más países dejen de reconocer a la "pseudo RASD". Según el Gobierno marroquí, el 84 por ciento de los Estados miembros de la ONU no conceden legitimidad a la administración del Polisario, una proporción que ronda el 68 por ciento en América Latina y el Caribe.