Actualizado 24/03/2015 14:20

Cardoso asegura que la oposición no quiere un juicio político de Rousseff

Fernando Henrique Cardoso se opõe ao impeachment de Dilma, mas defende manifesta
Foto: PAULO WHITAKER / REUTERS

Considera que Lula tiene "más responsabilidad política" que la presidenta en la corrupción en Petrobras

   SAO PAULO, 24 Mar. (Reuters/EP) -  

   El mayor partido opositor de Brasil no tiene interés en impulsar un juicio político contra la presidenta del país, Dilma Rousseff, a pesar de las recientes protestas callejeras pidiendo su salida, ha asegurado a Reuters el expresidente Fernando Henrique Cardoso.

   Cardoso, quien con 83 años de edad sigue siendo un influyente líder del centrista Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), ha considerado que destituir a Rousseff tan pronto después de su reelección sería destructivo para la democracia del país, de 30 años.

   Especialmente, considerando que los fiscales no hallaron evidencia de que ella hubiera participado en un esquema de corrupción en la petrolera estatal Petrobras. "Nadie debe querer el juicio político, es una cosa muy compleja", ha señalado Cardoso, quien lideró a Brasil desde 1995 hasta 2002.

   El exmandatario se abstuvo de descartar que efectivamente ocurra un "impeachment" si surge nueva evidencia que involucre a Rousseff, pero ha indicado que, por ahora, los que lo piden generalmente "no saben" el daño que causaría, ni las precondiciones necesarias.

   "Se debe tener un delito y un consenso político en el Congreso, además de la calle. No creo que esa sea la situación ahora", ha sostenido, agregando que la mayoría de los otros líderes del PSDB piensan igual.

PROTESTAS CONTRA ROUSSEFF

   Más de un millón de personas salieron a las calles en decenas de ciudades el pasado 15 de marzo en protesta contra el Gobierno de Rousseff. Si bien la consigna oficial de las manifestaciones era a favor del juicio político, sondeos y entrevistas indicaron que la mayoría de los manifestantes estaban más interesados en expresar su indignación general con la corrupción y con el manejo de la economía de Rousseff.

   Un reciente sondeo mostró que la popularidad de la presidenta cayó al mínimo histórico, con casi dos tercios describiendo su gobierno como "malo" o "terrible".

   Sin embargo, Cardoso considera que Rousseff probablemente merezca menos culpa por la corrupción de Petrobras que su antecesor y aliado del Partido de los Trabajadores, Luiz Inacio Lula da Silva. Lula dirigió Brasil entre 2003 y 2010, el período en el que según los fiscales la corrupción fue más intensa, y se dice que planea retornar en 2018, cuando termina el mandato de Rousseff.

   "Si alguien tiene más responsabilidad política en este caso, es él, no ella", ha aseverado Cardoso, resaltando que antiguos ejecutivos de Petrobras acusados de organizar los sobornos fueron funcionarios políticos designados bajo el Gobierno de Lula.

   En su opinión, la creciente presión popular para castigar a los involucrados en el escándalo harían difícil o imposible que Rousseff alcance un acuerdo político o legal para minimizar las consecuencias para las decenas de compañías que supuestamente estuvieron involucradas en el escándalo.

ES NECESARIO QUE PREVALEZCA LA JUSTICIA

   "Esto no tendrá ninguna solución rápida. Es necesario que la justicia prevalezca. Eso es lo que demanda la sociedad", ha afirmado. Eso significa que la economía probablemente no tocará fondo hasta al menos fines de 2015 ya que las compañías postergan inversiones y esperan para ver si el nuevo ministro de Finanzas, Joaquim Levy, tiene éxito para lograr que el Congreso apruebe medidas de austeridad, ha añadido.

   Cardoso ha descrito a Levy, un graduado de la Universidad de Chicago con una visión mucho más ortodoxa que Rousseff, que es de izquierda, como un "tecnócrata competente que está haciendo lo que hay que hacer".

   El expresidente ha considerado que la falta de apoyo político de Levy en el Congreso, junto con los bajos precios de las materias primas que exporta Brasil y una inminente subida de tasas de interés de Estados Unidos, hacían que él fuera pesimista a corto plazo.

   Sin embargo, tras dirigir Brasil a través de una serie de crisis económicas en la década de 1990, Cardoso ha considerado que la historia muestra que los recursos naturales del país y su joven población eran razones para la esperanza a largo plazo.

   Ahora "la gente no está invirtiendo, excepto aquellos que conocen Brasil", ha afirmado Cardoso, sonriendo. "Porque ellos dirán, 'bueno, esto también pasará, Brasil tiene potencial'. Entonces se verá gente invirtiendo en el fondo, pensando en el futuro", ha remachado.