Publicado 02/10/2019 11:02

El 'caso Jashogi': un año después no hay condenas ni se ha hallado el cuerpo

El periodista, cercano al 'establishment' saudí, se mostró muy crítico con Bin Salmán

MADRID, 2 Oct. (EUROPA PRESS) -

El 2 de octubre de 2018, el periodista Yamal Jashogi fue asesinado en el interior del consulado saudí en la ciudad turca de Estambul, un crimen que un año más tarde sigue sin haber derivado en condenas. Tampoco se han hallado aún los restos del periodista, crítico con el príncipe heredero saudí, Mohamad bin Salmán.

El periodista, que colaboraba como columnista para 'The Washington Post', acudió al edificio para solicitar unos papeles de divorcio para poder casarse con su entonces pareja sentimental, Hatice Cengiz, quien se quedó esperando fuera de las instalaciones. Fue la que dio la voz de alarma cuando el consulado cerró sus puertas sin que Jashogi hubiera salido.

Cengiz se puso entonces en contacto con Yasin Aktay, amigo de Jashogi y una persona con contactos con las altas esferas turcas, que alertó de la situación a la Presidencia. Tras ello se inició un cruce de declaraciones entre Ankara y Riad, que dieron versiones diferentes de la situación.

Así, las autoridades saudíes sostuvieron en un primer momento que Jashogi había salido del edificio, mientras que días después apuntaron a una pelea que se saldó con la muerte del periodista cuando intentaban persuadirle para que regresara al país, si bien posteriormente Riad reconoció de una operación llevada a cabo por agentes saudíes pero fuera del control del Gobierno.

A raíz de ello, las autoridades turcas abrieron una investigación que, a fecha de hoy, no ha permitido localizar los restos del periodista, mientras que Arabia Saudí ha imputado a más de una decena de personas, sin que por ahora se hayan anunciado condenas.

La situación empezó a volverse insostenible cuando Ankara empezó a filtrar información obtenida por sus servicios de Inteligencia y que apuntaba a una operación bien coordinada y que habría recibido instrucciones desde los altos niveles del Ejecutivo saudí, con algunas voces apuntando a Bin Salmán, cuya imagen internacional de líder aperturista quedó golpeada.

De hecho, desde Estados Unidos --uno de los principales aliados de Riad-- se alzaron críticas contra la monarquía saudí por lo sucedido, si bien el presidente, Donald Trump, fue rebajando el tono, sin que los lazos hayan quedado lastrados de forma significativa.

Sin embargo, la presión sobre Bin Salmán no se ha disipado y la relatora especial de la ONU sobre ejecuciones extrajudiciales, Agnes Callamard, indicó en junio tras su investigación que las pruebas sugieren que el príncipe heredero y otros altos cargos saudíes son responsables del asesinato.

El propio Bin Salmán ha reconocido en los últimos días su "responsabilidad" en el asesinato porque el crimen sucedió bajo su "supervisión", si bien ha negado haber dado la orden.

De hecho, Salá Jashogi, hijo del periodista, ha acusado en la víspera del aniversario del asesinato de su padre a los "enemigos" de Riad de "explotar" el caso para cargar contra las autoridades del país árabe.

"Ha pasado un año desde el fallecimiento de mi padre, un periodo durante el que adversarios y enemigos de la patria han explotado la causa de mi padre para socavar a mi país y mis líderes", dijo, en un mensaje publicado en su cuenta en Twitter.

LAS GRABACIONES

Las principales acusaciones contra la cúpula saudí derivan de una serie de grabaciones de los servicios de Inteligencia turcos en las que se escuchan las conversaciones entre los agentes saudíes e incluso el momento del asesinato.

Entre las principales figuras que participaron de alguna forma en el crimen figuran personas muy cercanas a Bin Salmán, incluido Saud al Qahtani, príncipe de la familia real saudí y uno de los principales colaboradores del heredero al trono.

La Fiscalía saudí acusó a Al Qahtani de haber coordinado la operación con el 'número dos' de los servicios secretos, Ahmed al Asiri, quien presuntamente ordenó la repatriación de Jashogi.

Fuentes de los servicios secretos de la región citadas por la agencia Reuters aseguraron que Al Qahtani fue quien supervisó el asesinato y desmembramiento del periodista dando órdenes a través de Skype a un equipo de agentes desplazado a Estambul.

Al Qahtani ya había sido acusado de estar detrás de la detención y torturas contra disidentes en el país árabe, incluidas mujeres que participaron en campañas para conducir antes de que ello fuera legalizado en 2018, mientras que el propio Jashogi le acusó de tener una 'lista negra' en nombre de Bin Salmán.

En dichas grabaciones, a las que tuvieron acceso Callamard y otros miembros de su equipo, se escucha a los agentes "riendo". "Están esperando sabiendo que ese hombre va a entrar y va a ser asesinado y desmembrado", ha dicho la británica Helena Kennedy, una de las integrantes de la comisión de Callamard.

"No tengo ninguna duda de que esta fue una operación seria, muy organizada, que llegaba desde la cúpula. No es una operación extravagante o de disidentes", ha añadido, en declaraciones concedidas en los últimos días a la cadena de televisión británica BBC.

En este sentido, Callamard afirmó en febrero que el periodista saudí fue "víctima de un asesinato brutal y premeditado, planificado y perpetrado por funcionarios de Arabia Saudí". "La operación fue llevada a cabo por funcionarios del Estado que actuaban en sus capacidades oficiales", dijo Callamard a la BBC. "Dos de ellos tenían pasaportes diplomáticos", agregó.

Asimismo, está en el foco de las críticas que entre los agentes desplazados al consulado antes del asesinato de Jashogi figurara el forense Salá al Tubaigi, una de las figuras clave en el caso y en las propias grabaciones.

LA FIGURA DE JASHOGI

Jashogi, nacido en 1958 en la ciudad de Medina, fue redactor jefe de la cadena de televisión Al Arab y trabajó como director del diario saudí 'Al Watan' en dos etapas --2003 y 2007-2010--, que adoptó un giro progresista tras su llegada al cargo.

El periodista, crítico con Bin Salmán y la intervención militar saudí en Yemen, fue previamente una persona muy cercana al 'establishment' saudí durante el reinado de Abdulá bin Abdulaziz Al Saud.

Asimismo, conoció al fallecido líder de la organización terrorista Al Qaeda Usama bin Laden, llegando a apoyar la lucha insurgente de los muyahidín en Afganistán y a entrevistarle en varias ocasiones, si bien condenó los atentados del grupo, incluido el 11-S.

En este sentido, en 1997 se mostró en una entrevista a la CNN "muy sorprendido" de ver que Bin Laden "viró hacia el radicalismo de la forma en la que lo hizo". Jashogi dijo tras la muerte del líder terrorista en 2011 que Bin Laden "fue bello y valiente en los bonitos días en Afganistán, antes de rendirse ante el odio y la pasión".

Las entrevistas que hizo a Bin Laden en Tora Bora y Sudán le hicieron ascender en el mundo periodístico saudí, cuya prensa está firmemente controlada por las autoridades.

Posteriormente, Jashogi llegó a ocupar el cargo de asesor del monarca y realizó viajes con el rey Abdulá, al tiempo que mantuvo relaciones estrechas con Turki al Faisal, quien fuera jefe de los servicios de Inteligencia entre 1979 y 2001.

Jashogi volvió a dirigir el diario gubernamental 'Al Watan' en 2007, pero fue despedido en 2010 por sus ideas prodemocráticas, al tiempo que expresó sus críticas a Riad por su postura contraria a la llamada 'Primavera Árabe'.

Finalmente, las discrepancias fueron en aumento tras la llegada de Salmán al trono y el nombramiento de Bin Salmán como príncipe heredero, lo que llevó al periodista a marchar en 2017 a un exilio autoimpuesto en Estados Unidos, desde donde mantuvo sus críticas contra la monarquía saudí.