Actualizado 29/11/2018 14:34

Cecilia Morel, primera dama de Chile y abanderada del 'envejecimiento positivo'

Primera Dama de Chile, Cecilia Morel
NOTIMÉRICA

   MADRID, 10 Oct. (Notimérica)

   Cecilia Morel creció en una familia de siete hermanos en la que todos estaban muy unidos. Su mayor vínculo lo creó con su abuela materna, de la que dice que fue "una mujer muy vanguardista y una gran emprendedora social". Su abuela creó los primeros centros para madres del país, en los que las mujeres con hijos encontraban un espacio que, lejos de ser asistencialista, capacitaba a las mujeres para fortalecer su autonomía. Gracias a ella Cecilia aprendió la importancia del empoderamiento de la mujer.

   Estudió Enfermería y más tarde Orientación Familiar. Esta segunda licenciatura decidió estudiarla cuando comprendió que el desarrollo de la región iberoamericana en las últimas décadas implicaría también un envejecimiento de la población para el que los países no solo no estaban preparados política o económicamente, sino que tampoco lo estaban a nivel cultural.

   Cuando en 2010 su marido, Sebastián Piñera, asumió la presidencia de Chile, se convirtió en una primera dama que lejos de asumir un papel de representación decidió involucrarse en la política y entró a formar parte del Gobierno con un gabinete propio y un plan específico: crear el programa 'Elige vivir sano'. Ese mismo año se había presentado un informe de salud de la última década y Chile estaba en el quinto peor lugar del mundo en relación con la obesidad de sus ciudadanos. También eran "altísimos" los niveles de alcoholismo, tabaquismo y de suicidio juvenil.

   Con esta radiografía pésima de la salud chilena, se encargó de desarrollar un programa para que el Gobierno y la población entendiesen que no solo había que seguir avanzando en el desarrollo de la medicina, sino que había que invertir en prevención de enfermedades y en el fomento de hábitos saludables. El programa se implantó "con éxito", recuerda ahora la primera dama desde el hotel en el que se aloja junto a su marido en Madrid, donde se encuentran haciendo una parada de su gira europea que les ha llevado ya a Francia y les llevará a Alemania en los próximos días.

   Tanto en Chile como en el resto de los países de la región está previsto que en 2050 el número de personas mayores de 65 años se triplique, lo que inevitablemente implica grandes cambios. Más si cabe en un país en el que la tasa de natalidad se sitúa en el 1,7 --muy por debajo de la conocida como tasa de reposicón, que se encuentra en un 2,5--. En una región donde aún la economía informal tiene una gran presencia y donde la insuficiencia de las pensiones obliga a las personas de la tercera edad a trabajar por encima de su edad de jubilación, los primeros cambios que deben darse han de ser políticos. Así lo reconoce Cecilia a Notimérica, aunque eso ella siempre se lo ha dejado a los distintos ministerios. Su trabajo durante esa primera legislatura fue el de crear conciencia. Conciencia por una parte de la importancia de llevar una vida saludable y por otra de la necesidad de considerar a las personas de la tercera edad "como una oportunidad y no como un lastre".

   "Satisfecha" con los resultados alcanzados durante aquellos cuatro años de mandato, cuando en 2014 Piñera cedió el testigo de la presidencia a Michelle Bachelet, Cecilia creó una fundación para continuar con esta labor y promocionar los hábitos de vida sana entre los profesores de las escuelas públicas con el objetivo de que estos se los trasladaran a sus alumnos.

DE NUEVO EN LA MONEDA

   De pronto, en 2017, comenzaron a surgir con fuerza los rumores de que Piñera podría volver a presentarse para un nuevo mandato. "En aquel momento tuve muchas reticencias", confiesa Cecilia, quien "no quería ver" que además las encuestas daban cada vez como más posible una victoria de su marido. Así fue y el pasado mes de marzo ambos volvieron a ocupar el Palacio de La Moneda.

   De nuevo el presidente le pidió que abanderase el 'envejecimiento positivo', el concepto que ella misma se había encargado de forjar durante años. Porque si bien es cierto que tradicionalmente "la persona mayor era muy respetada porque era la fuente de sabiduría", a día de hoy son varios los informes que alertan de las pocas garantías para una vida digna de las que goza este sector de la población en Iberoamérica.

   Aunque no entra a valorar las medidas estrictamente económicas o políticas que tomarán los diferentes ministerios en esta materia, vive "con ilusión" los más de tres años de mandato que le quedan por delante. Su marido se ha comprometido a implantar el programa 'Adultos Mejores', que será la continuación de aquel 'Elige vivir sano' de la primera legislatura. Para Cecilia, el reto está en "reiventar las políticas para las personas que superan los sesenta" y en "romper los prejuicios de la vejez". "A todos nos asusta la vejez, pero tenemos que dejar de asociarlo con que los ancianos son lo peor de lo peor".

   En esta ocasión quiere dar un espacio especial a los hombres, pues dada su experiencia --y todavía en el contexto de unas generaciones en las que era fundamentalmente el hombre quien trabajaba--, son quienes más sufren en esta etapa debido a que, tras una vida dedicada al trabajo, "su sociabilidad es infinitamente menor que la de las mujeres". Asimismo, su gran batalla en esta legislatura será conseguir que Chile sea "un país digno" para el 14 por ciento de los mayores de 65 años que no pueden valerse por sí mismos.

   Su día a día es "la antirutina". A sus 64 años sus jornadas transcurren nuevamente entre aviones. Giras nacionales e internacionales que compagina con la presidencia de las siete fundaciones que dependen directamente del Gobierno y de cuya gestión se ha encargado siempre la primera dama de turno. Además, reserva los domingos para comer con sus hijos, con los que habla de política continuamente, y sus once nietos, a los que le da "pena" no ver tanto como le gustaría.

   Dice que nunca pensó casarse con un político y mucho menos que ese político llegara a ser presidente. Se definía como "cero política" hasta que se cruzó con su marido. En ese momento entendió que la política "no eran solo discusiones, sino que se podía explotar la vocación de servicio público". Y desde esa vocación de servicio y ese interés por los problemas sociales que le inculcó su abuela, asegura estar "mucho más cerca de seguir involucrándome en proyectos que de retirarme".

   - Para terminar, ¿cómo afronta su propia vejez?

   - Con optimismo por supuesto; tengo que dar ejemplo.